
El presidente de EE. UU. osciló entre honrar la vida de Charlie Kirk y hablar de su propia agenda política en su intervención en el homenaje al activista conservador en Arizona.
El presidente Donald Trump recordó el domingo a Charlie Kirk como un "mártir" en un discurso pronunciado en el funeral del activista conservador en Arizona, pero giró rápidamente hacia la política directa al decir que odiaba a sus oponentes políticos y que "jugaban sucio como perros".
En un tono muy distinto al de la viuda de Kirk, Erika, que habló inmediatamente antes que él, Trump dijo que no estaba de acuerdo con la opinión de Kirk de querer lo mejor para su oponente.
"Odio a mi oponente y no quiero lo mejor para él", dijo.
Y añadió: "Lo siento, Erika".
Minutos antes, Erika Kirk había perdonado públicamente al hombre que mató a su esposo. "Lo perdono porque es lo que hizo Cristo", dijo. "La respuesta al odio no es el odio".
El discurso de Trump, que se prolongó durante unos 45 minutos, puso fin a un funeral de más de cinco horas en memoria del activista conservador, quien fue asesinado hace menos de dos semanas mientras pronunciaba un discurso en un campus universitario de Utah.
Muchos miembros del gabinete de Trump y altos cargos de la Casa Blanca --entre ellos el vicepresidente JD Vance, el secretario de Estado Marco Rubio, el secretario de Defensa Pete Hegseth y Susie Wiles, jefa de gabinete de la Casa Blanca-- también hablaron en el evento, que atrajo a decenas de miles de personas al estadio State Farm de Glendale, Arizona.
En sus declaraciones, el presidente osciló entre honrar la vida de Kirk y promover su agenda política. Trump dio un avance de un anuncio el lunes sobre el autismo, habló del envío de agentes federales a Chicago para reducir la delincuencia y presumió de los aranceles que ha impuesto a países extranjeros.
Pero el presidente de Estados Unidos también compartió recuerdos de sus interacciones con Kirk y contó la historia del ascenso de Kirk, que pasó de graduarse de bachillerato con 1800 dólares en el bolsillo a construir una enorme organización política multimillonaria con sedes en todo el país. Ese trabajo, dijo Trump, fue decisivo para que los republicanos se abrieran paso entre los votantes más jóvenes en las últimas elecciones presidenciales.
El presidente también dio crédito a Kirk por ser de los primeros en hablarle de Vance, cuando se presentaba al Senado por Ohio, y por conectarlo con Robert F. Kennedy Jr., ahora secretario de Salud, en un acto celebrado en Arizona el año pasado.
Trump también reconoció el papel de Kirk como padre, hijo y amigo, y su dedicación a su fe y a su trabajo.
"Me hacía sentir muy culpable", dijo. "Como presidente, mucha gente me pide cosas, pero Charlie era uno de los pocos que siempre daba más de lo que recibía".
El presidente, que ya había anunciado que concedería a Kirk la Medalla Presidencial de la Libertad de manera póstuma, prometió a Erika Kirk que haría "todo lo posible para garantizar que tus hijos crezcan en una tierra donde su padre sea honrado y venerado como un gran héroe estadounidense".
Y aunque Erika Kirk dijo que perdonaba al asesino de su esposo, Trump lo calificó de "monstruo radicalizado y de sangre fría".
El presidente también apuntó a los críticos de Kirk y volvió a culpar a la política liberal de su muerte. Kirk dedicó gran parte de su tiempo a dialogar con personas que no estaban de acuerdo con él e intentaba ganárselos. Pero Trump arremetió contra esos críticos, dijo que la mayoría de ellos eran "agitadores a sueldo" y prometió que el Departamento de Justicia estaba "investigando a las redes de maníacos de la izquierda radical que financian, organizan, alimentan y perpetran la violencia política".
"Pero la aplicación de la ley solo puede ser el principio de nuestra respuesta al asesinato de Charlie", dijo.
Desde la muerte de Kirk, Trump y altos funcionarios del gobierno han prometido una amplia represión contra sus oponentes políticos, esgrimiendo el argumento infundado de que existe un amplio ecosistema de individuos y grupos demócratas que se oponen violentamente al Partido Republicano y a sus valores.
A medida que el discurso de Trump se desviaba cada vez más hacia la política el domingo, cientos de personas empezaron a abandonar el estadio. Muchos de los asistentes se despertaron a las 3 a. m. e hicieron fila durante horas para entrar en el recinto, y los organizadores habilitaron varias zonas adicionales para quienes no pudieron entrar.
La mayoría de los oradores que precedieron al presidente hablaron extensamente de la fe de Kirk, y prometieron continuar su misión de implementar una visión cristiana conservadora de Estados Unidos.
"Siempre hemos necesitado menos al gobierno", dijo Hegseth. "Pero lo que Charlie comprendió e infundió en su movimiento es que también necesitábamos mucho más a Dios".
Altos funcionarios del gobierno también dieron crédito a Kirk y a su organización, Turning Point USA, por ayudar a los republicanos a ganar las elecciones, y afirmaron que su trabajo fue inestimable para su éxito.
"Todo nuestro gobierno está aquí, pero no solo porque queramos a Charlie como amigo, aunque así sea, sino porque sabemos que no estaríamos aquí sin él", dijo Vance. "Charlie construyó una organización que cambió el equilibrio de nuestra política".
Al final de su intervención, Trump recibió de nuevo a Erika Kirk en el escenario. Ambos se abrazaron y permanecieron uno al lado del otro mientras sonaba "America the Beautiful". Luego se dieron la mano y se marcharon juntos.
Tyler Pager es corresponsal del Times en la Casa Blanca, donde cubre al presidente Trump y su gobierno.
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