Los problemas financieros de Francia están llevando a su gobierno al borde del abismo

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El primer ministro francés ha propuesto drásticos recortes del gasto y subidas de impuestos para arreglar las cuentas del país, pero su plan podría ser contraproducente.

Italia fue en su día el emblema europeo de la inestabilidad política, con una deuda y un déficit cada vez mayores y pocas opciones para arreglar el caos. Ahora le toca a Francia, y la situación está a punto de empeorar.

El lunes, el gobierno del presidente Emmanuel Macron colapsó por segunda vez en solo nueve meses tras una moción de confianza en el Parlamento.

El primer ministro francés, François Bayrou, convocó la votación para impulsar el apoyo a su plan de reparar las finanzas del país con 44.000 millones de euros (algo más de 51.000 millones de dólares) en recortes de gastos. Al perder la votación, Bayrou está obligado a dimitir y Macron tendrá que nombrar a otro primer ministro, quien deberá volver inmediatamente a la tarea de arreglar el presupuesto de Francia.

Mientras tanto, los inversores han elevado los costos de los préstamos franceses hasta situarlos entre los más altos de la eurozona, lo que refleja el aumento del riesgo.

¿Cómo ha llegado Francia a este punto?

La economía del país, la segunda mayor de Europa después de la alemana, parece fuerte a primera vista. Antes de la guerra arancelaria del presidente Donald Trump, el crecimiento era lento pero constante y el empleo estaba repuntando.

Entre bastidores, el gasto público desmesurado y la caída de los ingresos fiscales tensaban las finanzas. La Comisión Europea, la rama ejecutiva de la Unión Europea, reprendió a Francia el año pasado, y el gobierno de Macron se apresuró a arreglar una deuda y un déficit crecientes con recortes del estado del bienestar y subidas de impuestos.

Pero los esfuerzos se vieron frustrados el verano pasado, cuando Macron disolvió inesperadamente la cámara baja del Parlamento, la Asamblea Nacional, en una apuesta que pretendía impedir que un partido de extrema derecha, Agrupación Nacional liderada por Marine Le Pen, ganara más poder.

El tiro le salió por la culata, con un Parlamento profundamente dividido y un nuevo primer ministro, Michel Barnier, cuyo gobierno fue destituido tras solo tres meses en el poder. Bayrou fue nombrado poco después e hizo del ataque al déficit el plan central de su gobierno.

Recientemente, Bayrou advirtió de que el país se enfrentaba a una crisis financiera si no actuaba con decisión. Propuso una nueva serie de drásticos recortes de gastos y subidas de impuestos, así como la supresión de dos días festivos franceses, lo que desató la furia en todo el país.

El gasto se dispara…

Bayrou ha intentado reducir el gasto público, que durante mucho tiempo ha sido el más elevado de Europa, por una razón: gran parte se destina a financiar un generoso sistema de bienestar social. El año pasado, la friolera del 57 por ciento de la producción económica nacional se destinó a financiar hospitales, medicinas, educación, reproducción familiar, cultura y defensa, por no hablar de las generosas pensiones y subsidios de desempleo.

El déficit presupuestario de Francia alcanzó los 168.600 millones de euros, o el 5,8 por ciento de su producción económica en 2024, el mayor desde la Segunda Guerra Mundial y muy por encima del límite del 3 por ciento exigido en la eurozona. El gobierno recaudó 1,5 billones de euros en ingresos, pero gastó 1,67 billones en operaciones del gobierno nacional y local y en la red de seguridad social.

Parte del gasto excesivo se debe a los inesperados impactos de la pandemia de covid y una crisis energética europea desatada por la invasión rusa de Ucrania. Macron adoptó un enfoque de "lo que haga falta" para blindar la economía, desembolsando más de 240.000 millones de euros en gastos excepcionales desde 2020, según el Tribunal de Cuentas de Francia.

…y se recortan los impuestos

Igual de problemáticos son los recortes fiscales que Macron ha aplicado a las empresas y a los ricos. Los ingresos fiscales han caído del 54 por ciento del producto interior bruto al 51 por ciento desde que Macron asumió el poder en 2017 con la promesa de impulsar la competitividad de Francia y atraer la inversión extranjera. Les dio carácter permanente a las generosas exenciones fiscales sobre el empleo y redujo el impuesto nacional sobre el patrimonio, lo que le valió el elogio de los inversores y el apodo de "presidente de los ricos" de sus detractores.

Para conseguir que los ricos invirtieran en la economía, Macron sustituyó un impuesto sobre los muy ricos por un impuesto sobre los activos inmobiliarios valorados en más de 1,3 millones de euros. Pero los críticos dicen que pocas de esas inversiones se materializaron. Mientras tanto, se trasladaron más impuestos al consumo y a una base de ingresos más amplia, que incluía salarios, pensiones y ganancias de capital.

Esas políticas ampliaron la desigualdad económica, dijo Eric Heyer, director del Observatorio Económico Francés en París. Combinados, los recortes fiscales han supuesto una pérdida estimada de 50.000 millones de euros anuales para las arcas francesas, según el Tribunal de Cuentas.

El aumento de los préstamos conduce a un aumento de la deuda

El resultado ha sido más solicitud de préstamos y mayor deuda. Hoy, Francia tiene una deuda de 3,35 billones de euros, que se espera que alcance el 116 por ciento de la producción económica este año, una de las peores de la eurozona. El pago de intereses se ha disparado hasta los 66.000 millones de euros desde los 26.000 millones de 2020, una cifra mayor que el presupuesto para educación o el ejército.

Los recelosos inversores han elevado los costos de endeudamiento del país por encima de los de Grecia, asolada por la crisis, y muy por encima de los de Alemania, un incondicional de la eurozona. Con un 3,45 por ciento, el tipo sigue siendo inferior al de Reino Unido o Estados Unidos, pero la economía francesa no es tan robusta. Si no se hace nada, el pago de intereses se convertirá en el mayor gasto del presupuesto francés en cuatro años, ha advertido Bayrou.

¿Es realmente tan mala la economía francesa?

Francia es una economía demasiado grande para quebrarse y no está a punto de hacerlo. Difícilmente está al mismo nivel que Grecia, que estuvo a punto de separarse de la eurozona hace más de una década tras no poder controlar sus finanzas. Y Francia aún puede pedir préstamos en los mercados financieros, a diferencia de Grecia, que quedó fuera.

El país tampoco necesita un rescate del Fondo Monetario Internacional, sugerencia que hizo recientemente el ministro de Finanzas francés, antes de dar marcha atrás.

Dicho esto, "las cosas están mal", dijo Bruno Cavalier, economista jefe del banco Oddo de París. "Tenemos una Asamblea Nacional muy fragmentada, un gobierno que vuelve a caer y una negación colectiva de lo que está en juego", dijo.

Las agencias de calificación global podrían rebajar la calificación de la deuda francesa. Eso podría presionar a los bancos franceses, que poseen la deuda en grandes cantidades. "Todo esto representa un nuevo riesgo", dijo Cavalier.

En un resquicio de esperanza, sin un nuevo presupuesto para domar las finanzas de Francia, un nuevo gobierno congelaría el gasto para 2026 en los niveles actuales, creando restricciones fiscales incluso si se produce un bloqueo político.

¿Qué le espera a Francia?

Francia lidiará con la incertidumbre política mientras Macron elige un nuevo primer ministro y un nuevo gabinete.

Con la esperanza de obtener más escaños en la cámara baja, el partido Agrupación Nacional ha convocado nuevas elecciones parlamentarias. El partido de extrema izquierda Francia Insumisa y su antiguo líder, Jean-Luc Mélenchon, exigen elecciones presidenciales anticipadas. Hasta ahora, sin embargo, Macron ha descartado ambas opciones.

Mientras tanto, Francia se enfrentará a una serie de protestas de manifestantes furiosos ante la perspectiva de recortes en el sistema de bienestar social. Un movimiento nebuloso en las redes sociales está llamando a "cerrar Francia" el miércoles, mientras que los principales sindicatos franceses están planeando manifestaciones en todo el país y cierres de transportes el 18 de septiembre.

Liz Alderman es la corresponsal jefa de negocios para Europa y escribe sobre la evolución económica, social y política en Europa.