Por qué estar en la naturaleza aumenta tu capacidad de atención

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La exposición a espacios verdes potencia nuestra cognición y creatividad. Los expertos intentan averiguar por qué.

En 2008, 38 estudiantes de la Universidad de Míchigan emprendieron una caminata. La mitad de ellos se abrió camino entre los árboles del Arboreto Nichols de Ann Arbor durante 4,5 kilómetros, mientras que la otra mitad recorrió la misma distancia por las concurridas calles del centro de la ciudad. Una semana después, los dos grupos intercambiaron las rutas.

En ambas ocasiones, antes de ponerse en marcha, los estudiantes realizaron un examen que ponía a prueba su atención y su memoria de trabajo, en la que se les daban secuencias de números progresivamente más largas que debían repetir en orden inverso. Cuando regresaron al campus, volvieron a realizar la prueba. Caminar por la ciudad mejoró ligeramente su rendimiento, pero caminar por la naturaleza aumentó la puntuación en casi un 20 por ciento.

"Ni siquiera era necesario que te gustara o disfrutaras del paseo por la naturaleza para obtener estos beneficios cognitivos", dijo Marc Berman, profesor de Psicología de la Universidad de Chicago, quien realizó el estudio mientras era estudiante de posgrado en Míchigan. Las personas que caminaron en un frío día de enero experimentaron tantos beneficios como las que hicieron el experimento en julio.

El efecto que la naturaleza tiene en nuestra mente se ha estudiado muchas veces antes y después, y la investigación generalmente --aunque no siempre-- concluye que la exposición a espacios verdes potencia nuestra cognición y creatividad, por no mencionar nuestro estado de ánimo.

Muchos de nosotros hemos experimentado de primera mano la capacidad del mundo natural para revitalizarnos: un momento de claridad tras coronar una montaña, o una concentración renovada tras un paseo por el parque a la hora de comer. Los científicos intentan comprender exactamente por qué ocurre eso.

En su nuevo libro, Nature and the Mind ("La Naturaleza y la Mente"), Berman atribuye los beneficios cognitivos de la naturaleza a la "teoría de la restauración de la atención". Propuesta por primera vez en los años 80 por Rachel y Stephen Kaplan (ambos eran profesores de Psicología en la Universidad de Míchigan cuando Berman estudiaba allí), la premisa es que nuestra capacidad de concentración es un recurso finito que se agota fácilmente, y estar en la naturaleza es una forma eficaz de reponerla.

Una de las cosas más importantes de la naturaleza, según los investigadores de la restauración de la atención, es que es "suavemente fascinante", lo que significa que hace cosquillas a nuestra atención de forma sutil, sin ser demasiado aburrida o estimulante. (Piensa en ver el vaivén de las olas del mar, o en contemplar un campo de flores silvestres). Los entornos urbanos, por el contrario, son más intensamente fascinantes y exigen nuestra vigilancia de un modo que nos agota.

Berman postula que una de las razones por las que la naturaleza tiene este efecto sobre nosotros se debe a sus propiedades físicas, sobre todo a sus líneas curvas y fractales. Y el arco de un río o de una formación rocosa, o los patrones repetitivos de un copo de nieve, pueden ser más fáciles de procesar para nuestro cerebro que los bordes rectos de un rascacielos. "Eso podría dar un descanso a nuestros cerebros, y por ello podríamos ver estos beneficios", dijo.

La teoría de la restauración de la atención ha dominado el campo de la neurociencia ambiental durante décadas, pero no todo el mundo está plenamente convencido.

"Cada vez hay más pruebas de que, sí, caminar en la naturaleza beneficia nuestra atención", dijo Gloria Mark, profesora de Informática de la Universidad de California en Irvine y autora del libro Cómo recuperar la capacidad de atención. Pero, añadió, la restauración de la atención es "una teoría, y no sabemos si es la explicación real de lo que ocurre".

Es un poco "vago", coincidió Amy McDonnell, investigadora postdoctoral de la Universidad de Utah. Gran parte de la investigación se basa en pruebas cognitivas y en los informes subjetivos de las personas sobre cómo les hace sentir estar en la naturaleza, y hay muchas preguntas abiertas, como qué ocurre realmente en el cerebro.

McDonnell es una de las expertas que intentan llenar ese vacío. El año pasado llevó a cabo un experimento similar al de Berman, en el que la gente paseaba por un arboreto local o por un campus médico urbano. Caminar en ambos entornos mejoró las capacidades cognitivas de las personas en comparación con sus puntuaciones previas al paseo. Pero cuando McDonnell observó sus ondas cerebrales mediante un electroencefalograma (EEG), quienes estaban en la naturaleza presentaron menor actividad cerebral inmediatamente después de la caminata, seguida de picos más pronunciados al realizar la tarea de atención la segunda vez.

Esto sugiere que el cerebro descansó "y luego volvió a conectarse con más eficacia y fuerza que nunca tras la exposición a la naturaleza, en comparación con un entorno urbano", dijo McDonnell.

También existe cierto debate sobre si son las propiedades físicas de la naturaleza las que confieren beneficios reconstituyentes, como propone Berman, o algo más. Por ejemplo, dijo McDonnell, quizá los efectos saludables procedan de otras experiencias que suelen acompañar al tiempo en la naturaleza: ¿es que estás solo? ¿Es que estás haciendo ejercicio, o que simplemente estás lejos del trabajo? ¿Importa la calidad del aire?

O puede ser algo que la nariz reconoce. En un artículo publicado el año pasado, expertos de diversos campos sugirieron que los efectos de la naturaleza sobre nuestro bienestar pueden tener algo que ver con las señales olfativas que encontramos cuando estamos al aire libre, como las sustancias químicas que emiten los árboles.

Probablemente no sea una sola cosa lo que hace que la naturaleza sea tan buena para nuestro cerebro, dijo Ruth Garside, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter, en Inglaterra, quien publicó una revisión de la teoría de la restauración de la atención.

"Hay una parte de mí que piensa que parte de la magia, por así decirlo, es que en realidad lo que funciona es esta combinación de cosas", dijo Garside. "Y puede que estemos perdiendo algo cuanto más intentamos desentrañar las explicaciones".

Dana G. Smith es reportera del Times que cubre la salud personal, en particular el envejecimiento y la salud del cerebro.