Trump dice que va a Alaska a averiguar lo que Putin 'tiene en mente'

Reportajes Especiales - News

Guardar

El presidente de EE. UU. insistió en que estaba dispuesto a abandonar las conversaciones y dejar que las dos partes siguieran luchando si no se llegaba a un acuerdo.

El presidente Donald Trump puso el estándar más bajo posible para su reunión programada para el viernes con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Trump declaró que "probablemente en los dos primeros minutos sabré exactamente si se puede llegar a un acuerdo o no", e insistió en que estaba dispuesto a abandonar las conversaciones y dejar que las dos partes siguieran luchando.

En una conferencia de prensa intrincada, Trump reiteró que planeaba negociar lo que denominó "intercambios de territorios" y descartó las declaraciones realizadas el fin de semana por el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, de que la Constitución de su país le prohibía ceder tierras a un invasor.

Al describir la reunión, Trump dijo a los periodistas que "iré a Rusia el viernes", y repitió una versión de la misma declaración varios minutos después. En realidad, la reunión tendrá lugar en Alaska, que no forma parte de Rusia desde 1867, cuando fue vendida a Estados Unidos por 7,2 millones de dólares.

"Voy a ver lo que tiene en mente", dijo Trump sobre Putin, con quien ha hablado a través de líneas seguras al menos cinco veces desde que asumió el cargo en enero. Dijo que juzgaría "si es un trato justo".

Y añadió: "Puede que me vaya y les desee buena suerte, y ese será el final".

Pero la propia descripción que hizo Trump de sus objetivos para la negociación del viernes, la reunión internacional de más alto nivel de su segundo mandato, fue reveladora, tanto por lo que omitió como por lo que incluyó. Y eso es lo que preocupa tanto a los ucranianos como a los aliados europeos de Washington, quienes se han comprometido a seguir proveyendo armas a Ucrania, sea cual sea el resultado en Anchorage.

Zelenski, quien hasta ahora no ha sido invitado a unirse a las conversaciones en Alaska, ha dicho que cualquier acuerdo debe comenzar con algún tipo de tregua o alto al fuego para que las negociaciones no se desarrollen en medio de continuos ataques aéreos y apropiaciones territoriales. Trump no ha estipulado que primero deba producirse una tregua.

Durante su conferencia de prensa de una hora, no mencionó ni una sola vez las garantías de seguridad para Ucrania, destinadas a asegurar que Putin no aproveche una pausa en los combates o nuevas ganancias territoriales como su momento para reorganizarse, rearmarse y reanudar su esfuerzo por apoderarse de todo el país.

Trump tampoco se comprometió a garantizar que Ucrania disponga de las armas, la inteligencia y la cooperación que necesita para defender su territorio y disuadir a Rusia de futuros ataques. Su vicepresidente, JD Vance, crítico desde hace tiempo de la ayuda estadounidense a Kiev, fue bastante explícito durante una aparición en Fox News el domingo. "Hemos terminado con la financiación del negocio bélico de Ucrania", dijo, e insistió en que la única forma de que las armas estadounidenses llegaran a manos ucranianas sería que los aliados europeos las compraran y transfirieran.

Los comentarios de Trump se produjeron cuando la Casa Blanca se apresuraba a organizar una de las cumbres más apresuradas de los últimos tiempos. Normalmente, este tipo de sesiones van precedidas de negociaciones detalladas por adelantado, con acuerdos y comunicados convenidos. Trump pareció sugerir que no iba a comenzar este diálogo con nada de eso, aunque los funcionarios europeos afirman que han visto indicios de que, a niveles inferiores, los funcionarios rusos y estadounidenses están en conversaciones.

Para aumentar la sensación de precipitación, la Casa Blanca aún no ha dicho dónde se celebrará exactamente la reunión, cuánto se espera que dure o si al final Trump presidirá una reunión entre Putin y Zelenski, dos enemigos declarados.

El riesgo ahora, como han admitido incluso algunos de los aliados republicanos de Trump, es que Putin vea una oportunidad de halagar a Trump, jugar para ganar tiempo y tal vez convencerlo de que acepte la interpretación que tiene el líder ruso de los acontecimientos.

La historia reciente sugiere que Trump se inclina a aceptar la versión de la realidad de Putin: este año sugirió que Ucrania era responsable de la invasión de su propio territorio, y se negó a unirse a los tradicionales aliados occidentales de Estados Unidos para votar a favor de una resolución de Naciones Unidas que condenaba la agresión rusa. El domingo por la noche, Zelenski expresó su preocupación en voz alta por la facilidad con la que Trump pudiera ser "engañado".

Por esa razón, los funcionarios europeos y de la OTAN --quienes apaciguaron a Trump en la cumbre de la alianza celebrada en junio en los Países Bajos, con el compromiso de gastar el 3,5 por ciento de su producto interno bruto en defensa durante la próxima década-- ahora intentan cuidadosamente contenerlo. Organizaron una videollamada con Trump el miércoles, conscientes de que no estarán en la sala en Alaska, por lo que su poder se limita a persuadirlo de antemano y arriesgarse a su ira disintiendo después.

Una de las advertencias más explícitas a Trump provino del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, un ex primer ministro de Países Bajos que ha invertido mucho en desarrollar una relación con el presidente y concibió la cumbre de la OTAN para minimizar las posibilidades de que este la perturbara. Su apuesta dio resultado, y Trump elogió la alianza, en lugar de declararla "obsoleta", como hizo en su primer mandato.

Pero el domingo, Rutte trazó claramente algunos límites para la próxima negociación.

"El próximo viernes será importante porque se tratará de poner a prueba a Putin, su seriedad para poner fin a esta terrible guerra", dijo Rutte en el programa This Week de la cadena ABC. "En lo que respecta a las negociaciones a gran escala, y esperemos que el viernes sea un paso importante en ese proceso", el territorio será solo una cuestión, dijo.

"Se tratará, por supuesto, de garantías de seguridad, pero también de la absoluta necesidad de reconocer que Ucrania decide sobre su propio futuro, que Ucrania tiene que ser una nación soberana, que decide sobre su propio futuro geopolítico, por supuesto sin tener limitaciones en cuanto al número de sus tropas militares", dijo Rutte. "Y para la OTAN, no tener limitaciones en nuestra presencia en el flanco oriental".

Trump no dijo nada de eso en sus comentarios del lunes en la sala de reuniones de la Casa Blanca. Pero dejó claro que llegar a un acuerdo era la clave.

"Yo hago tratos", dijo.

Trump no ha ocultado su deseo de ganar un Premio Nobel de la Paz, y ha afirmado que fue la fuerza impulsora de recientes altos al fuego o acuerdos de paz en las disputas entre India y Pakistán, Azerbaiyán y Armenia, y otros conflictos regionales.

"¿Cuál es la definición de un buen acuerdo?", preguntó Trump a los periodistas. "Les diré cuando sepa cuál es el acuerdo, porque podría haber muchas definiciones".

David E. Sanger cubre el gobierno de Trump y la seguridad nacional. Ha sido periodista del Times durante más de cuatro décadas y ha escrito varios libros sobre los desafíos a la seguridad nacional estadounidense.