Jason Momoa prefiere que le digan 'macho alfa sensible'

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Querrás saber qué se siente que las fuertes manos de Jason Momoa te saquen de las aguas color cian del Pacífico para luego caer en el fondo de una canoa como un pez recién atrapado. Yo te puedo decir que se siente maravilloso.

Era una mañana paradisíaca de mediados de julio, frente a la costa occidental de Oahu. Desde el borde de una canoa hawaiana de color naranja brillante, Momoa, despreocupado, con una camiseta sin mangas y pantalones a rayas, como un dios de vacaciones, señalaba la playa donde aprendió a surfear, el arrecife donde está enterrado su cordón umbilical. A su lado, su padre, Joseph Momoa, sostenía en brazos una enorme caracola.

"Aloha, ¿qué pasa, hijo?". dijo Joseph.

"¿Qué pasa, Pa?", respondió su hijo mientras la canoa surcaba el agua a toda velocidad. "Esto es increíble". En momentos tranquilos como este, casi podía olvidar el primitivo terror de estar en traje de baño junto a un hombre que suele encabezar las listas de los más guapos. Un barquero en la popa de la canoa señaló hacia una caleta famosa por sus tiburones de Galápagos, y luego sugirió que nos diéramos un chapuzón. Normalmente suelo evitar los mares infestados de tiburones. Pero Momoa, de 45 años, no parecía preocupado. Me lancé al agua.

Tiene el cuerpo de una roca (si las rocas tuvieran ojos de ensueño y olieran a almizcle y aventura), pero es un fortachón diferente. Aunque indiscutiblemente es una estrella de acción --ha interpretado a un alienígena, un bárbaro, un líder guerrero en Juego de tronos, un maestro espadachín en las películas de Dune y a un superhéroe que sin duda arrasaría en una carrera de relevos estilo libre en Aquaman--, Momoa combina la hipermasculinidad con una dulzura sorpresiva.

"Lo que lo hace un actor interesante es su enorme corazón y empatía; todo eso, en el cuerpo de un dios troyano", me diría más tarde por correo electrónico Emilia Clarke, quien interpretó a su esposa en el éxito de HBO, Juego de tronos. (Al preguntarle sobre el día que se conocieron, Clarke escribió: "¡Lo recuerdo claramente! Hizo como si estuviera luchando conmigo y me puso en el suelo del vestíbulo del hotel Fitzwilliam de Belfast, mientras gritaba '¡¡¡ESPOSITA!!!'").

Momoa prefiere ser descrito como un "macho alfa sensible". Está consciente de su aspecto; el de "un tipo grande y rudo", como él mismo dice. Pero se enorgullece de estar en contacto con sus sentimientos. "Sigo siendo muy masculino. Pero acepto el lado femenino y también siento que está bien ser vulnerable, que no es una debilidad". En la canoa, llevaba una liga rosa para el cabello, su sello característico.

Según cuenta Momoa, pasó más de una década convenciendo a Hollywood de que él pertenecía a ese mundo. Ahora sigue su propio camino, que lo ha traído de vuelta aquí, a poca distancia a remo de donde nació.

Momoa había vuelto a Oahu para presentar el estreno mundial de su proyecto especial, la ambiciosa serie de Apple TV+ El gran guerrero. (Los dos primeros episodios se estrenaron el 1 de agosto; los siete restantes se emitirán semanalmente). Épica en alcance y magnitud, la serie gira en torno a Ka'iana (interpretado por Momoa), un guerrero real del siglo XVIII que presenció los inicios de la unificación de las islas hawaianas y de las primeras incursiones coloniales. Muy pocas historias de Hollywood ambientadas en Hawái realmente se han enfocado en los hawaianos nativos. El gran guerrero, según Momoa, es una corrección necesaria. "Tenemos nuestras propias historias que contar", dijo.

Este proyecto resultó ser más personal de lo que él imaginaba. Durante la preproducción, se enteró de que comparte apellido, y muy probablemente ascendencia, con un hermano de Ka'iana, lo que hizo que la serie se sintiera predestinada. Momoa la creó y escribió junto con su colaborador de toda la vida, Thomas Pa'a Sibbett, y dirigió el turbulento final de la primera temporada. Pero no fue solo algo personal.

"La hicimos por Hawái", me diría Momoa más tarde, ese mismo día. Comprendía el peso que eso acarreaba. "Si la [improperio], no volvemos a casa, y esta es mi casa".

Yo había venido a Oahu para comprender por qué Momoa, que suele interpretar a tipos rudos y embaucadores, se había esforzado tanto en hacer un drama serio de época interpretado en su mayor parte en hawaiano, un idioma que no habla. Además, si tu editor te manda un mensaje para preguntarte si te gustaría ir a Hawái a escribir sobre Jason Momoa, tú dices que sí. Y luego pasas varias semanas de agonía intentando descifrar lo que constituye un "traje de baño de trabajo".

DE NIÑO, MOMOA fue criado por una madre soltera, artista, entre los campos de maíz de Iowa. Su madre le inculcó el amor por las películas antiguas. "Cuando era pequeño no veía Conan", dijo sobre la franquicia de fantasía que más tarde protagonizaría. "Veía La ventana indiscreta y Lo que el viento se llevó".

Aun así, nunca imaginó convertirse en actor. Eso cambió cuando tenía 19 años, tras mudarse a Oahu para pasar algún tiempo con su padre, un pintor y hombre de mar. (Joseph, un experto en equipamiento de embarcaciones, trabaja a menudo con la empresa que proporcionó la canoa). Momoa doblaba camisas en una tienda de surf cuando se enteró de que Baywatch Hawaii, una continuación del original de David Hasselhoff, buscaba actores locales. Fue contratado a pesar de tener un currículum vacío; hoy puedes verlo correr por la arena en episodios viejos, bronceado y con cara de niño.

No sabía actuar. Aún no. Y hasta la fecha sigue siendo más una presencia que un artista transformador. Pero descubrió que le encantaba. "En realidad me obsesioné. Decía: Dios mío, puedo estudiar la vida, puedo ser cualquier cosa", dijo.

Cuando Baywatch Hawaii llegó a su fin en 2001, Momoa tuvo algunas dificultades. Los agentes no querían reunirse con él; tampoco la mayoría de los directores de casting. Unos tipos de una agencia importante le dijeron que se cortara el pelo. En lugar de eso, dejó que se le formaran rastas, compró una casa rodante Airstream y escaló muchas rocas.

Unos años más tarde se convirtió en parte de otra serie ambientada en Hawái, la olvidable North Shore. Luego saltó a Stargate Atlantis, donde interpretó a un alienígena llamado Ronon Dex. (Entre otros nombres disparatados en el currículum de Momoa están Connor Slaughter, Miami Man y Duncan Idaho). En aquellos años conoció a Lisa Bonet, se casaron y tuvieron dos hijos. Momoa también se convirtió en padrastro de Zoë Kravitz, hija de Bonet de un matrimonio anterior con Lenny Kravitz. (Bonet y Momoa se separaron en 2020 y se divorciaron, amistosamente, en 2024).

Juego de tronos, la exitosa serie de fantasía de HBO, debió haber sido su gran oportunidad, y en cierto modo lo fue. Los creadores de la serie, David Benioff y DB Weiss, no lo conocían cuando se impuso a actores de renombre para interpretar a Khal Drogo, un líder guerrero nómada.

"Ninguno de ellos era creíble como alguien que pudiera liderar e inspirar a un ejército", escribieron Benioff y Weiss en un correo electrónico. "Momoa lo era". Él aportó calidez y generosidad a Drogo y también, añadieron, "la conciencia de que podría arrancarte los dos brazos".

Su personaje murió al final de la primera temporada. Después de eso Momoa no trabajó por un año, y no por elección propia. Había sido convincente como guerrero. Quizá demasiado convincente. Según cuenta, los directores de casting no sabían qué hacer con él. A algunos les sorprendía que hablara inglés. "Me río, lloro, cautivo", recuerda haber pensado. "Yo solo actúo".

Decidido a hacer su propio trabajo, fundó una productora con el escritor y actor Robert Homer Mollohan y el director Brian Mendoza. Su primera película, el thriller dramático de motociclistas Road to Paloma, lo llevó a una serie de Sundance, que a su vez lo llevó a una serie de Netflix, Frontier.

Entonces DC Comics le puso el tridente de Aquaman en la mano. En varias películas, Momoa interpreta a Arthur Curry, una figura de fuerza y agilidad sobrehumanas que habla en nombre del mar. Esto fue prácticamente un encasillamiento. (Te reto a mirar a Momoa, como lo hice yo, con el cabello al viento, en equilibrio sobre el costado de una canoa y no pensar: superhéroe). Y sin embargo, en los cómics, Curry es rubio y de ojos azules, lo que convertía a Momoa en una especie de riesgo.

"Si esto fracasa, estoy acabado", pensó en ese momento. Pero no fracasó. Aquaman recaudó más de mil millones de dólares y consolidó la reputación de Momoa como un tipo que monta motocicletas, lanza hachas y venera el heavy metal, pero que en el fondo es un blandito.

Sin duda, así es como lo ven sus seres más queridos. "Es un osito de peluche", dijo su hija Lola, de 18 años. "Solo es un osito de peluche con aspecto de cavernario".

Esto fue unas horas más tarde, en la playa municipal que habíamos visto desde la canoa, donde Momoa había reunido a familiares y amigos para una comida al atardecer. Cuando llegué, estaba sentado en la caja de una camioneta pick-up con su novia, la actriz Adria Arjona, quien protagonizó la película de Netflix Sweet Girl junto con él y apareció en el debut como directora de Zoë Kravitz, Parpadea dos veces. Me presentó con todos.

Antes de empezar la entrevista, Momoa me hizo quitarme las sandalias y caminar con él hasta la orilla del agua, para que sintiera mejor la arena entre los dedos de mis pies, su calor y su peso.

"Esta es la mejor playa del mundo", dijo. "Todos mis recuerdos están aquí".

UNA VEZ QUE MOMOA TUVO cierto peso en la industria, lo utilizó para variar sus papeles. Fue presentador de Saturday Night Live, un sueño de toda la vida. Interpretó a Garrett Garrison, un excampeón de videojuegos venido a menos que usa una chaqueta rosa con flecos, en Una película de Minecraft, una sensación de taquilla que enloqueció de alegría a los más pequeños. "Siempre eres grande, duro, fuerte", recuerda Jared Hess, el director de la película, que le dijo a Momoa sobre el personaje. "Va a ser muy divertido ver cómo un cerdo te da una paliza".

A Momoa le pareció genial. "Eso es más su estilo", confirmó su hija, que se encontraba acurrucada a su lado en la mesa de picnic donde Momoa se sentó para una entrevista. Al otro lado de la mesa estaba su hijo, Nakoa-Wolf, de 16 años. Padre e hijo estaban tomados de la mano.

Momoa tenía otra cosa que hacer, algo más esencial. Él y Sibbett llevaban una década deseando hacer una historia hawaiana. Estaban conscientes de que la mayoría de las películas (De aquí a la eternidad, Pearl Harbor, ¿Cómo sobrevivir a mi ex?) y series (The White Lotus) enfocadas en Hawái no trataban realmente sobre los hawaianos, que solían aparecer más que nada como extras adorables. (Una excepción agradable: la película de acción real Lilo y Stich de este verano.) Ellos pensaban que podían hacerlo mejor.

"Hay montones de historias increíbles, pero nunca hemos tenido la oportunidad", dijo Momoa. Así que él haría una.

Después de pasar tres temporadas como guerrero en la serie See de Apple TV+, pensó que se había ganado la suficiente buena voluntad como para que Apple escuchara su propuesta de El gran guerrero. "Saben cuánto he sangrado por ellos", dijo Momoa.

Al parecer tenía razón, y Apple aprobó una serie espectacular y costosa sobre un jefe de guerra poco conocido al que los relatos contemporáneos describen como apuesto y hercúleo. La historia de Ka'iana se rodaría en Hawái y Nueva Zelanda con un reparto de actores en su mayoría polinesios, conocidos y desconocidos. Para garantizar la autenticidad, la producción contrató a más de una decena de asesores culturales, artesanos expertos en tallar esculturas tradicionales, hacer cascos de canoas y coser a mano las capas y cascos emplumados que usaban los nobles.

"Esas cosas son reales", dijo Sibbett. "No son de utilería. No estamos creando un espectáculo, estamos mostrando al mundo quiénes somos".

Tras haber interpretado a superhéroes ficticios, Momoa interpretaría ahora a uno real, uno polinesio, en El gran guerrero. Como Ka'iana, Momoa lucha, bromea, trama y ama. Golpea a sus enemigos con un arma adornada con dientes de tiburón. Arranca una lengua. (Un clásico de Momoa: hizo algo similar en Juego de tronos). Y cuando Ka'iana arquea una ceja o se atreve a sonreír, de pronto aparece Momoa, sonriendo bajo el casco. "Siempre es un poco él mismo", dijo Luciane Buchanan, quien interpreta a la reina Ka'ahumanu.

Un espectador nunca sabría que Momoa llegó a tener problemas con el papel. En pantalla, porta el atuendo ceremonial de Ka'iana con la misma facilidad que unos pantalones cortos. "Está en mi ADN", dijo. Pero a veces cuestionaba las decisiones de Ka'iana. Y el idioma resultó difícil. Como dijo Sibbett: "Pensó que los antepasados vendrían a ayudarle". No fue así.

Entonces, justo antes de que empezara el rodaje de la batalla culminante del final, el mayor volcán de Hawái, el Mauna Loa, empezó a entrar en erupción. Para Momoa y Sibbett, se sintió como una bendición.

Momoa tiene la costumbre de crear una familia elegida donde sea que va. Y eso hizo durante la filmación de El gran guerrero, invitando al elenco y al equipo a parrilladas en la playa y fiestas en casa. "Le gusta alimentar a todos," dijo Temuera Morrison, una estrella de Aquaman y El gran guerrero. "Aún lleva esas viejas raíces polinesias. Le encanta tener gente alrededor".

Eso quedó claro en la playa municipal mientras Momoa se movía entre sus invitados, queriendo y siendo querido, bebiendo a tragos una cerveza algo tibia. Parecía un jefe en camiseta sin mangas, y su fama, en ese momento, se sentía a la vez inevitable y secundaria. Me recordó algo que su padre había dicho, sin que nadie se lo preguntara, en la canoa, mientras miraba con orgullo a un Momoa majestuoso con gafas de sol. "Este hijo, no necesitaba ser popular," dijo Joseph. "Es simplemente mi hijo".

Más tarde, Sibbett dijo algo parecido. "Este es quien es, siempre ha sido quien ha sido", dijo Sibbett. "Si las estrellas no estuvieran alineadas y nunca hubiera llegado a entrar en la industria, la manera en que la gente lo escucha no cambiaría. La forma como lo ve la gente no cambiaría".

Pero Momoa sí entró a la industria, y aunque hubiera preferido haber pasado menos años ignorado y subestimado, esos años lo han traído aquí, a esta playa al atardecer. "Tenía que pasar como tenía que pasar", dijo. "No fue regalado. Fue mucho [improperio] trabajo. Y me encanta".

Volví a verlo en el estreno, dos noches después, en un escenario improvisado en una laguna cercana, presentando El gran guerrero a una multitud de miles de personas. Estaba de pie, con gafas de sol y el pelo suelto, mientras daba las gracias "al pequeño ejército de personas a las que quiero" que dieron vida a esta serie, que hicieron sus sueños tan reales como permite Hollywood.

"Los quiero mucho", dijo a la multitud. "Estoy feliz de estar en casa".

Alexis Soloski escribe para el Times desde 2006. Como periodista de cultura, cubre televisión, teatro, cine, pódcast y nuevos medios.