
Es el círculo de la vida en el mundo empresarial chino.
Surge una tecnología o un producto prometedores. Los fabricantes chinos, por decenas o a veces por centenares, irrumpen en ese sector naciente. Aumentan la producción y reducen los costos. A medida que crece el mercado global, la competencia se vuelve cada vez más feroz, las empresas venden más barato que sus rivales y soportan márgenes de ganancia ínfimos o incluso pérdidas con la esperanza de durar más tiempo que las demás.
Para aumentar el fervor competitivo, los gobiernos locales de China, cada uno con su propio objetivo de crecimiento económico y de empleos, apoyan a una empresa campeona local y la colman de apoyo financiero y burocrático. Pronto, toda la industria, inundada de capacidad de producción, se ve atrapada en una carrera por la supervivencia.
Mientras la mayoría de los gobiernos fomentan la competencia vigorosa y los precios bajos, China va en dirección contraria. Intenta frenar la "involución", una expresión sociológica muy utilizada en China para describir un ciclo contraproducente de competencia excesiva y deflación perjudicial.
En una reunión de política económica de alto nivel celebrada este mes, Xi Jinping, el máximo dirigente chino, prometió tomar medidas para acabar con "los precios bajos y la competencia desordenada" y eliminar la capacidad industrial obsoleta. En otra reunión reciente, sobre desarrollo urbano, Xi cuestionó que todas las provincias tuvieran que lanzarse apresuradamente a sectores como la inteligencia artificial y los coches eléctricos.
"Las guerras de precios y la competencia 'involutiva' solo fomentarán que el 'dinero malo expulse al dinero bueno'", escribió el Diario del Pueblo, portavoz oficial del Partido Comunista Chino. "Limitarse a 'rodar' los precios a la baja no resultará en un ganador".
Los esfuerzos de China por atajar la involución están cobrando nueva vida a medida que los aranceles del presidente Donald Trump desalientan las exportaciones a Estados Unidos. Otros países también recelan de la avalancha de productos chinos baratos desviados hacia ellos. Estos bienes sin vender, combinados con una economía nacional en desaceleración, han intensificado la competencia, y con ello han alimentado una espiral deflacionista.
El deflactor del producto interno bruto de China, una amplia medida de los precios en toda la economía, ha caído durante ocho trimestres consecutivos, el deterioro más prolongado del que se tiene constancia. En junio, el Índice de Precios de Producción del país, una medida del precio de los bienes que salen de las fábricas, registró su mayor caída en casi dos años.
China se ha comprometido a intensificar la regulación de las empresas que hacen bajar los precios y a frenar las subvenciones y los incentivos de los gobiernos locales que proporcionan un salvavidas a las empresas "zombis", o empresas no competitivas que se mantienen vivas gracias al apoyo externo.
La competencia feroz y el exceso de capacidad han asolado sectores como el acero y el cemento. Y sectores más nuevos y de rápido crecimiento, como los paneles solares y los vehículos eléctricos, se han convertido rápidamente en un fenómeno de competición a la baja. Esto ha creado una dinámica inusual: las empresas chinas dominan colectivamente la cuota de mercado de un sector, pero las compañías individuales luchan por obtener una ganancia constante.
Durante una reunión celebrada el miércoles por el Consejo de Estado o gabinete chino, los funcionarios se comprometieron a regular la "competencia irracional" en el sector de los vehículos eléctricos mediante la investigación de los costos y la supervisión de los precios.
Las medidas se adoptaron después de que BYD, el mayor fabricante de vehículos eléctricos de China, rebajara los precios de dos decenas de modelos de automóviles eléctricos e híbridos en mayo. La Asociación China de Fabricantes de Automóviles, grupo industrial vinculado al gobierno, reprendió a BYD y advirtió sobre los peligros de una "guerra de precios".
Zhang Kai, vendedor de Xpeng Motors, uno de los mayores fabricantes de vehículos eléctricos de China, dijo que la presión sobre los precios se mantendría debido a la inactividad del gasto de los consumidores y al exceso de capacidad del sector. Dijo que a los fabricantes no les quedaba más remedio que mantener los precios rebajados de los vehículos eléctricos, incluso después de que finalice un popular programa gubernamental de apoyo a las subvenciones destinado a ayudar a la gente a comprar automóviles de bajo consumo y otros bienes.
"Se trata de una nueva normalidad", dijo. "Una vez que los precios bajen, definitivamente no volverán a subir".
En un parque industrial de Hebei, rodeado de campos de maíz, más de 100 confeccionistas operan en hileras de escaparates casi idénticos, donde venden ropa tan parecida que es difícil distinguir una de otra. El complejo abastece a clientes interesados en encontrar fábricas de producción en serie de camisetas, sudaderas y otras prendas de vestir exteriores.
La zona comercial fue creada hace aproximadamente una década por el gobierno del condado de Suning, después de que los fabricantes de ropa empezaran a construir fábricas en tierras de cultivo de Hebei para satisfacer la creciente demanda de ropa barata por parte de los compradores en línea. En un reciente día de verano, un grupo de clientes iba de una tienda a otra y miraban camisetas y sudaderas de varios colores y estilos.
La provincia local va a abrir un parque industrial de "tecnología de tejido" aún mayor, adyacente al ya existente. Contará con un espacio de exposición mayor, una zona de almacenamiento y servicios para el comercio electrónico, según los medios de comunicación estatales. Estaba previsto que las obras terminaran en mayo, pero el complejo parecía estar solo parcialmente construido el mes pasado. Y el parque industrial existente parece casi abandonado. Muchas tiendas estaban cerradas y el único restaurante estaba clausurado, con mesas y sillas arrinconadas y restos de comida esparcidos por el suelo.
Zhang Cuihua es uno de los pequeños fabricantes de camisetas que trabajan en el complejo. Dijo que producía alrededor de un millón de camisetas al año para mayoristas de toda China. Desde 2024, la competencia es tan intensa que su negocio pierde dinero.
"La involución es insoportable: la gente se está llevando a sí misma a la muerte", dijo Zhang, de 37 años, quien no tiene parentesco con el vendedor de coches de Xpeng Motors. "El entorno general del mercado es malo, las ventas están estancadas y la capacidad de producción está sobrecargada".
Dijo que los clientes le pedían constantemente que bajara los precios, pero que ella ya había reducido su margen por camiseta más de un 60 por ciento en los últimos años. Zhang dijo que algunos de sus competidores estaban dispuestos a vender artículos con pérdidas para convertir el inventario en efectivo. Entonces los clientes le pedían que igualara los precios bajos de la competencia, lo que la dejaba en una situación sin salida: igualar el precio y perder aún más dinero, o no igualarlo y perder el negocio por completo.
Dijo que muchas fábricas habían cerrado, pero eso no había aliviado las presiones competitivas.
Tang Yongsheng, fabricante de camisetas de Guangdong, en el sureste de China, tiene ocho fábricas en Hebei. Dijo que sus competidores estaban dispuestos a bajar los precios más que los otros sin cesar, sobre todo porque muchas de las plataformas de comercio electrónico dominantes en China hacen bajar los precios.
Tang dijo que muchas fábricas de Hebei participaban en la competición a la baja porque el gobierno local fomentaba la inversión continua. Allí es más fácil pedir dinero prestado a los bancos que en otras partes del país. Eso empuja a los propietarios de las fábricas a hacer lo que sea para mantenerse en el negocio.
"El objetivo principal es sobrevivir", dijo Tang. "Persistirán obstinadamente".
A poca distancia en coche del parque textil, otra industria de Hebei está inmersa en una dura guerra de precios. Los talleres de cañas de pescar forman una línea a lo largo de la carretera en el condado de Suning, y producen una parte significativa de los aparejos de pesca de China.
El negocio se había disparado durante la pandemia, ya que la gente gastaba mucho en actividades de ocio al aire libre, dijeron los comerciantes, pero la demanda se ha desplomado desde entonces. La caída de la economía china no está ayudando. Dijeron que las personas que están preocupadas por el valor de su vivienda o la seguridad de su trabajo están menos dispuesto a gastar en artículos discrecionales.
Sun Yunna, fabricante de cañas de pescar, dijo que el negocio había caído drásticamente el año pasado. Las cañas de pescar que se vendían a 12 dólares en las plataformas de comercio electrónico cuestan ahora 9. Ella solía obtener 4 dólares de ganancia por cada caña de pescar, dijo, pero eso se ha reducido ahora a 1,50 dólares.
"No hay opciones mejores", dijo Sun. "Precios más bajos; eso es todo".
Siyi Zhao colaboró con investigación.
Daisuke Wakabayashi es corresponsal de negocios en Asia para el Times, con sede en Seúl, y cubre noticias económicas, empresariales y geopolíticas de la región.
Siyi Zhao colaboró con investigación.
Últimas Noticias
¿Más ronroneos, más compras? Por qué las librerías presumen a sus mascotas
The New York Times: Edición Español

Él se llevó mi historia, así que yo escribí una nueva
Reportajes Especiales - Lifestyle

¿Cae mejor el pan de Europa?
Reportajes Especiales - Lifestyle
