
La ministra del Trabajo y Seguridad Social generó indignación en la opinión pública cuando dijo que "no hay mendigos" en Cuba, donde muchas personas batallan para conseguir comida.
El gobierno comunista de Cuba se ha enorgullecido por mucho tiempo de su capacidad para satisfacer las necesidades básicas de la población de la isla, a pesar de la persistente evidencia de lo contrario.
El contraste entre la línea oficial del gobierno y la realidad se hizo patente esta semana cuando una ministra del gobierno salió en televisión y se refirió a la situación de la gente que mendiga en las calles.
La ministra, Marta Elena Feitó Cabrera, responsable de Trabajo y Seguridad Social, dijo el lunes que los mendigos de la isla fingían ser pobres para ganar dinero "fácil".
En un país sumido en la miseria económica, donde muchos batallan para conseguir comida, las reacciones no demoraron en llegar. Alrededor de 24 horas después, Feitó ya no tenía trabajo. El gobierno dijo que había dimitido por su falta de "sensibilidad".
Aunque el Partido Comunista sigue arraigado en el poder con firmeza, el gobierno de Cuba se enfrenta a la indignación cada vez mayor de los cubanos de a pie, que han perdido la paciencia con el sistema socialista impuesto hace seis décadas por el líder revolucionario Fidel Castro.
La destitución de Feitó fue rápida para los estándares de la burocracia cubana, a menudo lenta.
"En el pasado otros ministros han dicho cosas muy impopulares y no los han obligado a renunciar", dijo Carlos Alzugaray, analista político y diplomático cubano retirado que vive en La Habana. "Lo inesperado de este caso es la rápida reacción popular y la muy rápida reacción del presidente".
La economía cubana lleva varios años en crisis, signada por la inflación galopante, la erosión de los servicios sociales y la escasez de alimentos y productos domésticos básicos.
Durante mucho tiempo, las autoridades cubanas han culpado de los problemas económicos del país al embargo comercial estadounidense, que se ha prolongado por 60 años y dificulta --y encarece-- que el gobierno pueda importar bienes esenciales.
Los comentarios de Feitó, que aparecieron en la televisión, se hicieron virales en las redes sociales, y muchos los consideraron emblemáticos de la incapacidad del gobierno para enfrentar la frustración por el agravamiento de la crisis económica.
"Hemos visto personas, aparentemente mendigos. Cuando usted le mira las manos, le mira las ropas que llevan esas personas, están disfrazadas de mendigos, no son mendigos", dijo Feitó. "En Cuba no hay mendigos".
"Han buscado un modo de vida fácil", añadió.
Al día siguiente, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, dijo que sus declaraciones carecían de compasión e ignoraban la realidad de Cuba.
"Es la existencia de determinadas expresiones de vulnerabilidad, de personas de andar en calle, o comportamiento de ambulante, porque a fin de cuentas son expresiones que nos han conducido a determinadas desigualdades sociales y problemáticas que tenemos en nuestra sociedad", dijo el presidente.
Pero el daño político ya estaba hecho. Las palabras de Feitó evidenciaron lo que muchos cubanos han pensado durante mucho tiempo: que su gobierno no está en contacto con la vida de la gente común y corriente, personas que batallan para llegar a fin de mes mientras sus dirigentes se aferran a un modelo económico dirigido por el Estado y a un régimen de partido único.
Pavel Vidal, economista cubano y profesor universitario en Colombia, señaló que Cuba no publica datos oficiales sobre la pobreza.
"Es muy hipócrita de parte del gobierno cubano, de Díaz Canel y el primer ministro, criticar ellos también a la ministra cuando ellos son los primeros que no le llaman pobreza y miseria", dijo Vidal. "Esconder la pobreza ha sido una política de Estado".
Feitó también sugirió que las personas vistas buscando botellas y otros envases en la basura estaban engañando al Estado reciclando vidrio y plástico para revenderlos sin pagar impuestos. "Están recuperando materia prima, y lo que son, son ilegales del trabajo por cuenta propia".
Muchos cubanos afirman que los comentarios de la ministra revelaron un problema profundamente arraigado en la gobernanza de Cuba.
"Sustituir a un ministro no resolverá el problema de un sistema que no funciona, ni ayudará a los pobres y desamparados de Cuba", dijo el economista cubano Ricardo Torres, quien salió de la isla en 2021 y ahora enseña en la American University de Washington.
La salida de la ministra de Trabajo se produce solo una semana después de que otra oleada de indignación popular obligara al gobierno a revocar parcialmente una subida de los precios de los planes de datos de telefonía móvil.
El miércoles, quizá en un intento de calmar la indignación por los comentarios de la exministra, el gobierno anunció un aumento del 50 por ciento de las pensiones estatales a partir de septiembre. Pero esa subida apenas mejorará la capacidad de los pensionistas para enfrentar el costo de la vida. El aumento elevaría una pensión típica de unos 2000 pesos cubanos --alrededor de 5 dólares en el mercado informal de divisas de Cuba-- a 3000 pesos, o 7,50 dólares.
Para empeorar las cosas, la anticuada red energética del país se está desmoronando, y los barrios de toda la isla han estado padeciendo cortes de electricidad diarios y prolongados. Esta semana, se informó a los residentes de La Habana que habría un mayor racionamiento de electricidad y los apagones cotidianos pasarían de cuatro a 10 horas diarias.
La frustración por el racionamiento de electricidad es tan generalizada y profunda que los reclamos se están filtrando en los medios de comunicación estatales, habitualmente complacientes, algo poco frecuente en Cuba.
"Que no es vida lo que llevamos desde hace un tiempo; que con estos calores horrendos y sin servicio eléctrico la mayor parte del día no se puede garantizar ni la comida ni el sueño, y que no hacen falta más explicaciones, sino soluciones concretas", escribió Delia Proenza, columnista de un periódico estatal provincial, citando a un residente de La Habana, una columna que también se publicó como video.
"Esto está duro", se añade en la columna, "y lo peor es que no se le ve el fin".
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