El negocio de este panadero podría no sobrevivir a los caóticos aranceles de Trump

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Para millones de pequeñas empresas que dependen de importaciones, como una de masa madre en Carolina del Norte, las únicas opciones parecen ser pagar un impuesto caro ahora, o esperar alguna una mejora.

Erik Fabian pensaba que, para este momento, su nuevo producto ya debería haber llegado a las cocinas estadounidenses. Lo ideal es que, la DoughBed, un lugar de reposo cálido y adecuado para la harina y la levadura durante el proceso de convertirse en una hogaza de pan de masa madre, ya hubiese generado críticas positivas y dinero para financiar su negocio.

En lugar de eso, Fabian, de 49 años, todavía esperaba a que un buque portacontenedores con las primeras DoughBed procedentes de su fábrica en China atracara en el puerto de Houston, unos tres meses más tarde de lo previsto. Se esfuerza por conseguir crédito ante la falta de liquidez. En vez de trazar estrategias de crecimiento para su nueva empresa, Sourhouse, lo consume la supervivencia.

La razón de su angustia es la guerra comercial mundial lanzada por el presidente Donald Trump. Meses de extraordinaria volatilidad --con aranceles anunciados, luego retrasados, luego modificados-- han dejado a Fabian en un estado de confusión sobre la economía básica de su negocio. Como millones de propietarios de pequeñas empresas que dependen de las importaciones, se ha acostumbrado a un menú sin opciones apetecibles: pagar un impuesto caro ahora, o esperar y confiar en una mejora mientras acepta los retrasos.

Fabian había planeado enviar su nuevo producto desde China a principios de abril. En ese momento, los aranceles sobre las importaciones chinas alcanzaban el 145 por ciento. Así que esperó hasta finales de mayo, cuando los aranceles se redujeron al 30 por ciento.

Su decisión desplazó la llegada de las DoughBed de la primavera --una época excelente para lanzar un nuevo producto de cocina-- al verano, una estación pésima para introducir un artilugio ligado a encender el horno. Ha pospuesto la campaña de mercadotecnia hasta el otoño.

El retraso es especialmente inoportuno porque Fabian está en la cuerda floja para satisfacer los pedidos anticipados realizados a través de Kickstarter, la plataforma de microfinanciación colectiva en la que ha confiado para recaudar dinero a la vez que generaba publicidad de boca en boca de los nuevos productos.

Su campaña en Kickstarter funcionó según lo previsto, y avivó la expectación por la DoughBed. Sin embargo, eso produjo el peor resultado: clientes que acudían en masa a su sitio web solo para encontrarse con noticias decepcionantes: "Agotado".

"Perdemos impulso", se quejó Fabian. "Pasas más de un año preparándote para este momento de lanzamiento. Ese momento, en realidad, no se puede recrear".

En una mañana reciente, intentaba averiguar cómo reunir 150.000 dólares para pagar los aranceles de sus envíos entrantes de aquí al otoño. Y se esforzaba por comprender el propósito de los gravámenes. Casi todos los productos que ha fabricado en China son imposibles de encontrar en Estados Unidos o solo están disponibles al triple y al cuádruple de precio.

Más que nada, tenía la sensación de haber perdido una oportunidad. "En lugar de pensar en mis futuras innovaciones, y crear una espátula o una alarma o recipientes para hornear, estoy pensando en Trump", dijo. "Estoy como atado a sus caprichos".

Fabian sabe cómo dirigir un negocio en circunstancias difíciles. La idea que se convirtió en Sourhouse nació en 2020, durante la pandemia de la covid.

Creador de marcas, Fabian había trabajado anteriormente en mercadotecnia en Moleskine, el minorista de cuadernos de alta gama. De repente, era un padre que se quedaba en casa y atendía a una hija recién nacida y a un hijo de 5 años en un mundo confinado. Su familia se mudó de su apartamento de Brooklyn a Jacksonville, Florida, para vivir con los suegros de Fabian en su casa más grande. Fabian empezó a explorar un negocio que parecía adecuado para la época. En medio del aislamiento y el miedo, la gente se aficionaba a la repostería, muchos por primera vez. Y necesitaban ayuda.

Durante años, Fabian había sido panadero de masa madre. Intercambiaba consejos con amigos y veía videos en YouTube. Muchos panaderos se quejaban de las dificultades de nutrir su fermento inicial, el cultivo vivo de levadura y bacterias utilizado para hacer un pan de masa madre. Fabian se había frustrado en sus primeros intentos, obstaculizado, según descubrió, por las gélidas temperaturas invernales de su apartamento de Brooklyn.

Los panaderos compartían soluciones improvisadas, como poner el fermento en el microondas o guardarlo en lugares cálidos de la cocina. Pero ninguno de estos enfoques resultaba fiable. Empezó a experimentar. El resultado fue un dispositivo que podía mantener el fermento de masa madre en lo que llegó a llamar la zona Ricitos de Oro: entre 24 y 28 grados Celsius.

Consultó a una amiga, Jennifer Yoko Olson, una diseñadora industrial de Brooklyn que había trabajado en productos como muebles y routers wifi. Compartió con ella sus primeros diseños de lo que se convirtió en su primer producto: Goldie, una almohadilla térmica para sujetar un tarro de fermento. Olson quedó intrigada. Empezaron a pasar noches y fines de semana experimentando.

En mayo de 2022, ya tenían un prototipo. Para ese entonces, Fabian y su familia se habían mudado a Asheville, Carolina del Norte. Su esposa, que había trabajado en Kickstarter, les asesoró sobre cómo utilizar la plataforma para recaudar dinero y así lograron aprovechar el entusiasmo por los productos relacionados con la cocina.

Su campaña en Kickstarter obtuvo pedidos anticipados por valor de más de 100.000 dólares, suficiente para empezar a fabricar el producto. Un segundo esfuerzo en otro sitio de microfinanciación, Indiegogo, recaudó 30.000 dólares.

Encontraron una red de fábricas en China especializadas en crear productos diseñados por empresas emergentes. Esa operación, Platform88, fue idea de Jacob Rothman, un estadounidense residente en Shanghái. Rothman había pasado la mayor parte de su vida adulta trabajando en China, y utilizaba fábricas para fabricar productos para consumidores de todo el mundo.

En diciembre de 2022, los primeros pedidos de Goldie se enviaron a los clientes. Y a mediados del año siguiente, Fabian y Olson habían empezado a desarrollar la DoughBed.

Cuando puso en marcha el negocio, Fabian buscó productores de vidrio en Estados Unidos para fabricar los tarros que se asientan sobre las almohadillas térmicas. También trató de encontrar una fuente estadounidense para la tela de muselina que necesitaba para las llamadas mantas de pan, una alternativa a meter un pan fresco en una bolsa.

Todas las opciones costaban al menos cuatro veces más que lo disponible en China. Recurrir a fabricantes nacionales no era ni remotamente factible.

Para las mayores empresas del mundo, las animosidades comerciales y las perturbaciones de la pandemia han provocado una reconfiguración de las cadenas de suministro. Walmart ha trasladado algunos pedidos de fábricas de China a plantas de México. Apple ha trasladado parte de la producción del iPhone de China a India.

Pero las empresas más pequeñas carecen de los recursos necesarios para emprender esos cambios. Dependen de la disponibilidad de fabricantes por contrato como Platform88.

En los últimos años, Rothman se ha asociado con fábricas en India y ha abierto su propia planta en Camboya, para establecer alternativas a China. Pero ninguno de esos países puede manejar los componentes electrónicos que se usan en los productos de Sourhouse. Lo que deja a Fabian, para bien o para mal, atado a China.

Esta realidad, común a las pequeñas empresas, subraya lo que muchos economistas describen como una falsa premisa de la estrategia de la guerra comercial: la noción de que la producción manufacturera puede ser forzada a regresar a Estados Unidos rápidamente.

"Estados Unidos no podrá reconstruir su capacidad industrial de la noche a la mañana", dijo Susan Helper, experta en cadenas de suministro de la Universidad Case Western Reserve de Cleveland y exasesora económica de los gobiernos de Biden y Obama. "La fluctuación constante de los aranceles no proporciona la certidumbre necesaria para realizar inversiones que solo se amortizan a lo largo de varios años".

Fabian asistió recientemente a un acto en Carolina del Norte con Kelly Loeffler, la exsenadora republicana por Georgia que ahora dirige la Agencia Federal de Pequeños Negocios. Fabian se acercó a ella, le explicó su situación y le preguntó si había algo que pudiera hacer para aliviar a las pequeñas empresas de los aranceles.

Ella le escuchó con empatía, dijo, pero no le ofreció ninguna solución. "Su única respuesta real fue algo así como: 'Bueno, ¿has visto las opciones en Estados Unidos?'", relató Fabian. Loeffler lo dirigió a una lista de proveedores en el sitio web de la Agencia Federal de Pequeños Negocios, el mismo tipo de opciones que él ya había explorado.

Una vocera de la Agencia Federal de Pequeños Negocios, Maggie Clemmons, dijo que el gobierno de Trump "da pasos históricos para traer de vuelta el Hecho en Estados Unidos", incluidos incentivos en el proyecto de ley de política que el Congreso aprobó recientemente. "La agencia sigue animando a los creadores de empleo a explorar nuestra base de datos, así como todas las opciones disponibles para poner fin a su dependencia del Partido Comunista Chino", añadió Clemmons.

Ante el aumento de costos por los aranceles, Fabián elevó recientemente los precios de sus productos en un 30 por ciento de forma generalizada. Le preocupa estar poniendo a prueba los límites de sus clientes. Si Trump vuelve a subir los aranceles a las importaciones chinas, eso podría obligarlo a descartar DoughBed por completo.

"Todo nuestro modelo está amenazado", dijo. "Quizá DoughBed no sobreviva más allá de este año, porque el costo de venderla es demasiado alto".

Peter S. Goodman es un periodista que cubre la economía mundial. Escribe sobre la intersección de la economía y la geopolítica, con especial énfasis en las consecuencias para las personas y sus vidas y medios de subsistencia.