
Las cartas del presidente de EE. UU. que fueron divulgadas en redes sociales, y en las que se establecen los términos comerciales, han dejado a los socios del país preguntándose cuál será el siguiente paso.
A los seis meses de su nuevo gobierno, el asalto de Donald Trump al comercio mundial ha perdido cualquier atisbo de organización o estructura.
Ha cambiado plazos abruptamente. Ha dejado las negociaciones en el último momento, a menudo planteando cuestiones inesperadas. Ha vinculado sus aranceles a quejas que no tienen nada que ver con el comercio, como el trato de Brasil a su expresidente, Jair Bolsonaro, o el flujo de fentanilo procedente de Canadá.
Las conversaciones con Estados Unidos han sido como "atravesar un laberinto" y llegar "de vuelta a la casilla 1", dijo Airlangga Hartarto, ministro de Asuntos Económicos de Indonesia, quien se reunió el miércoles con funcionarios estadounidenses en Washington.
La incertidumbre resultante impide que las empresas y los países puedan hacer planes, mientras las reglas del comercio mundial entran en un estado de caos.
"Todavía estamos lejos de llegar a acuerdos reales", dijo Carsten Brzeski, responsable mundial de macroeconomía del banco ING en Alemania. Calificó la incertidumbre de "veneno" para la economía mundial.
Atrás ha quedado la idea de que la Casa Blanca llegaría a 90 acuerdos en 90 días tras un periodo de negociaciones rápidas, como prometió Trump en abril. En lugar de eso, Washington ha firmado acuerdos básicos con grandes socios comerciales, incluida China, mientras enviaba a muchos otros países cartas contundentes y en su mayoría estandarizadas en las que anunciaba la imposición de fuertes aranceles a partir del 1 de agosto.
Los legisladores de Indonesia, Japón y otros países solo se enteraron de esas cartas cuando Trump las publicó en las redes sociales. Airlangga dijo estar "asombrado y sorprendido" al descubrir que su país se enfrentaría a un arancel del 32 por ciento, sin cambios respecto a lo anunciado en abril. En su opinión, las negociaciones habían ido bien.
Los socios comerciales que han recibido estas cartas están presionando de manera frenética para reducir las tasas específicas por país, que oscilan entre el 25 y el 50 por ciento, aunque Trump ha sugerido en algunos momentos que el margen de negociación podría ser limitado.
Incluso para quien aún no haya recibido una carta --Trump sugirió el jueves que la de la Unión Europea llegaría de forma inminente--, los acontecimientos muestran que cualquier negociación es precaria. Los acuerdos comerciales parecen depender de una sola persona, Trump, e incluso los acuerdos cuidadosamente elaborados pueden verse alterados por un capricho suyo.
"La gente lo afronta como un ejercicio de limitación de daños", dijo Andrew Small, miembro del German Marshall Fund, quien hasta hace poco trabajaba como asesor del brazo ejecutivo de la Unión Europea.
Kush Desai, un portavoz de la Casa Blanca, dijo que los países seguían ofreciendo concesiones con entusiasmo para mantener el acceso a la economía estadounidense. Trump había dejado claro que Estados Unidos, como el mayor y mejor mercado consumidor del mundo, "tiene las cartas y la ventaja en las negociaciones", afirmó.
Sin embargo, puede que ni siquiera alcanzar un acuerdo comercial reduzca la incertidumbre. En julio, Trump proclamó en las redes sociales que había llegado a un acuerdo comercial con Vietnam que impondría un arancel del 20 por ciento a los productos vietnamitas, con un arancel más elevado del 40 por ciento para algunos productos que contienen componentes chinos.
"A cambio, Vietnam hará algo que nunca ha hecho antes, dar a Estados Unidos ACCESO TOTAL a sus Mercados para Comerciar", dijo.
Pero los dos países nunca emitieron una declaración conjunta que explicara lo que habían acordado. Tres personas familiarizadas con el asunto, que declinaron ser nombradas para hablar de conversaciones delicadas, dijeron que los funcionarios vietnamitas no habían aceptado los aranceles anunciados por Trump y que las negociaciones seguían en curso.
Dos de las personas dijeron que los países habían llegado a un acuerdo relacionado con el comercio, pero que cuando Trump habló por teléfono con el secretario general vietnamita, To Lam, el 2 de julio, decidió por su cuenta renegociar algunos de esos términos, sorprendiendo a los funcionarios de ambas partes.
Un funcionario de la Casa Blanca, que no quiso ser citado por no estar autorizado a hablar públicamente sobre el asunto, dijo que estadounidenses y vietnamitas habían llegado a un acuerdo. No quiso dar más detalles. Dijo que ambas partes seguían discutiendo los detalles de la tasa arancelaria más elevada para los productos con componentes chinos, y que habían acordado negociarlos en mayor profundidad más adelante.
El impulso de Trump para reordenar el sistema de comercio mundial comenzó en febrero, poco después de asumir el cargo por segunda vez. Desde entonces, ha impuesto aranceles a sectores como los metales y los automóviles, y a países concretos, entre ellos Canadá y China.
A principios de abril, Trump anunció aranceles generalizados que se aplicaban en cantidades diferentes a los distintos países, calculados mediante una sencilla ecuación que se basaba en parte en la brecha comercial de una nación con Estados Unidos.
Después de que Trump desvelara las cifras en un cartel en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, se inició una rápida andanada de negociaciones. Los socios comerciales empezaron a acudir en masa a Washington para tratar de disminuir sus aranceles y, al mismo tiempo, lograr exenciones para algunos sectores.
A los pocos días, Trump suspendió parcialmente los aranceles generales hasta el 9 de julio para permitir tres meses de negociaciones frenéticas.
Estados Unidos anunció el marco de un acuerdo con el Reino Unido en mayo, y otro con Vietnam la semana pasada que ahora parece estar en marcha, pero la mayoría de los países aún no han llegado a un acuerdo.
Esta semana, Trump ha enviado más de dos decenas de cartas en las que les comunica a sus socios comerciales que se verán sometidos a fuertes aranceles, aunque la fecha en la que empezarán a aplicarse se ha retrasado hasta el 1 de agosto.
Y así, incluso quienes pensaban que podrían estar cerca de un acuerdo están viendo cómo implosionan esas cuidadosas negociaciones.
Por ejemplo, la Unión Europea, que es, en algunos aspectos, el socio comercial más importante de Estados Unidos. El bloque de 27 países ha estado trabajando en un acuerdo que probablemente incluiría un arancel básico del 10 por ciento, con exenciones para productos clave como los aviones Airbus y una posible suavización de algunos aranceles sectoriales. A cambio, el bloque se comprometería a comprar más a Estados Unidos y a invertir más en ese país.
Pero los funcionarios europeos aún no han dicho si creen que el acuerdo será viable. Incluso antes de que Trump anunciara, en una entrevista con NBC, que el bloque recibiría pronto una carta, los legisladores europeos ya eran conscientes de que las negociaciones podían cambiar.
Eso se debe, en parte, a la lección que dejó el caso de Canadá. A finales de junio, las negociaciones se interrumpieron durante 48 horas dramáticas a causa del impuesto sobre los servicios digitales del país, que se habría aplicado a las grandes empresas tecnológicas estadounidenses. Trump dijo que no seguiría negociando si el impuesto seguía en vigor, y el gobierno canadiense lo abandonó rápidamente.
Canadá estuvo negociando para llegar a un acuerdo antes de la fecha límite del 21 de julio, pero el jueves también recibió una carta en la que se anunciaba un arancel del 35 por ciento y la nueva fecha límite del 1 de agosto.
Los aranceles para Canadá no han sido la única sorpresa.
El miércoles, Estados Unidos se precipitó en una repentina guerra comercial con Brasil, después de que Trump anunciara en una carta al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que el 1 de agosto entrarían en vigor unos aranceles del 50 por ciento.
"La manera en que Brasil ha tratado al expresidente Bolsonaro, un Líder Altamente Respetado en todo el Mundo durante su Mandato, también por Estados Unidos, es una vergüenza internacional", escribió Trump.
Unas horas más tarde, Lula dijo que Brasil respondería de forma recíproca a los aranceles. "Brasil es un país soberano con instituciones independientes que no aceptará abusos de nadie", dijo en un comunicado.
Los funcionarios tailandeses también recibieron una carta de Trump, pero hicieron hincapié en los motivos para la esperanza.
El martes, el ministro de Finanzas Pichai Chunhavajira dijo que era posible que Trump no hubiese analizado una propuesta revisada para aumentar el comercio bilateral cuando envió una carta en la que fijaba el arancel en el 36 por ciento, sin cambios desde abril.
"Es una plantilla, todo el mundo recibe la misma carta y se aplica el mismo texto a todos los países", dijo Supavud Saicheua, quien es asesor de Pichai. Los negociadores tailandeses aún no tienen claro qué quiere Trump, añadió Supavud.
El arancel del 36 por ciento "se calculó con unas matemáticas de las que nunca habíamos oído", dijo.
Incluso los países que esperan estar en una posición negociadora sólida se enfrentan a la incertidumbre.
Mientras los funcionarios indios han hecho hincapié en las cálidas relaciones de Trump con el primer ministro Narendra Modi, Estados Unidos ha hecho anuncios arancelarios durante la última semana que amenazan con hacer tambalear la economía india.
Esta semana, Trump dijo en una reunión en la Casa Blanca que, al cabo de un año, las importaciones de todos los productos farmacéuticos estarían "sujetas a aranceles muy, muy altos, como del 200 por ciento".
Eso sería aplastante para India, donde las exportaciones farmacéuticas ingresaron casi 30.000 millones de dólares el año pasado, siendo Estados Unidos, por mucho, su mayor mercado.
Los socios comerciales de Estados Unidos han visto que no hay garantías, salvo que probablemente se avecinen nuevos ataques comerciales.
"Entendemos que la decisión depende del POTUS", dijo Airlangga, de Indonesia, utilizando el acrónimo del presidente de Estados Unidos.
Alexandra Stevenson Alex Travelli Amy Chang Chien River Akira Davis Matina Stevis-Gridneff y Jack Nicas colaboraron con reportería.
Jeanna Smialek es la jefa de la corresponsalía en Bruselas para el Times.
Ana Swanson cubre desde Washington temas de comercio y economía internacional para el Times. Es periodista desde hace más de una década.
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