
El día que la despidieron, Simone Jordan se sintió feliz.
Tenía 44 años y había trabajado desde los 15, cuando consiguió su primer empleo en Six Flags. Hija de madre soltera, nunca pensó que no trabajar fuera una opción. Pagó la universidad gracias a un programa de trabajo-estudio y luego obtuvo varios ascensos corporativos en la ciudad de Nueva York hasta convertirse en ejecutiva de Unilever.
El problema fue que los primeros años de la pandemia agotaron a Jordan. Por su trabajo, ayudó a varias pequeñas empresas propiedad de personas negras a mantenerse a flote durante los cierres por la COVID-19 y a sobrevivir el verano de protestas en torno a la justicia racial. Además, se comprometió. Encima, en 2022, a los 40 años, dio a luz a un niño después de décadas de haber dejado de lado su vida personal por su carrera.
En comparación con otras madres primerizas, Jordan estaba en una situación afortunada. Tenía una pareja dedicada, licencia por maternidad remunerada y podía costear una niñera. Pero quería pasar más tiempo con su hijo. "Esperé tanto tiempo para tener a este maravilloso niño", relató, que "quería disfrutar de estos momentos".
Así que cuando Unilever realizó varios despidos el otoño pasado y eliminó su puesto, Jordan decidió no volver al trabajo a tiempo completo.
"La gente me pregunta: 'Dios mío, ¿qué estás haciendo ahora?'", cuenta Jordan, que trabaja como consultora a tiempo parcial y es madre a tiempo completo. "Entonces, les respondo: 'Todo lo que dejé en pausa cuando trabajaba'".
Es un momento complicado para hablar --o escribir-- sobre las mujeres que deciden abandonar su trabajo. Los políticos conservadores están en una franca campaña de presión para que las mujeres tengan más hijos, incluidas insinuaciones menos explícitas de que deberían quedarse en casa para criarlos. Las mujeres se ven forzadas a dejar el trabajo debido a la subida en los costos de la guardería. Por si fuera poco, el antiguo techo de cristal sigue intacto, por lo que las mujeres que laboran en campos profesionales de gran presión se cuidan de hacer referencia a metas profesionales que no sean llegar al cargo máximo.
Pero cada vez más mujeres deciden dejar atrás la vertiginosa carrera del ascenso profesional y ponen en entredicho una caracterización tan simple. Se trata de las mujeres de la era de las "jefas", que tienen maestrías en administración de empresas y títulos en derecho. Han leído "Lean In", de Sheryl Sandberg. Han aprovechado las conquistas de la segunda ola de feministas que lucharon por su derecho al trabajo.
Sesenta años después de esa lucha, también empiezan a preguntarse si la presión profesional a la que han estado sometidas en realidad era otra forma de encasillarlas. Si ahora quieren algo más que más trabajo a cambio de todo ese esfuerzo, ¿por qué deberían considerarlo una capitulación?
"He visto cada vez a más mujeres poderosas que le han dedicado mucho tiempo a su carrera, y con mucho éxito, darse la oportunidad de preguntarse: '¿Qué quiero hacer ahora? ¿Adónde quiero ir?'", señaló Cate Luzio, fundadora y directora ejecutiva de Luminary, una empresa de formación profesional y creación de redes profesionales dirigida a mujeres. Luzio afirma que tras la COVID, un número cada vez mayor de integrantes de Luminary ha decidido cambiar de carrera o dejar de trabajar.
Estas mujeres consideran que dejar su trabajo, ya sea para ser madres, crear su propia empresa o por cualquier otro motivo, no es una señal de fracaso, sino una expresión de poder.
"No cometí ningún error. Tomé una decisión consciente", afirma Maribel Lara, que dejó su puesto de vicepresidenta sénior en la empresa de medios de comunicación VaynerX a principios de este año y ahora dirige su propia consultoría de marketing, Beget Love Consulting, con sede en Long Island. "No buscaba crecer como otras grandes empresas estadounidenses. Mi meta era tener control total de mi tiempo".
Neha Ruch, en su nuevo libro "The Power Pause", llama exactamente así a este periodo, en especial para las madres trabajadoras. En parte, el libro se basa en su propia experiencia como madre. Tenía una maestría en Administración de Empresas por la Universidad de Stanford y había trabajado diez años como estratega de marca. Cuando renunció a su trabajo tras el nacimiento de su segundo hijo y dejó de tener un cargo profesional, le sorprendió sentirse desnuda y descartada. Según cuenta, "inmediatamente empecé a escuchar comentarios negativos, como: '¿Ya no vas a regresar? ¿No te vas a aburrir todo el día?'".
La idea de las personas que hacían esas preguntas era que estaba retrocediendo a un estereotipo de los años 50 estilo June Cleaver y la pasaría sentada en casa horneando galletas. Esa idea no se asemejaba en absoluto a su propia experiencia ni a la de otras mujeres que conocía. Se habían convertido en madres a una edad más avanzada y, en general, tenían más experiencia laboral y educativa que sus madres y abuelas. Tenían parejas que pasaban más tiempo con sus hijos. Y, sobre todo después de la pandemia, tenían acceso a trabajos autónomos y opciones de teletrabajo que desvanecían las líneas claras que antes separaban el trabajo y el hogar. Escribió este libro con el propósito de redefinir este periodo de transición en la vida de las mujeres.
Eligió cuidadosamente el término. Alejarse. Renunciar. Dar un paso atrás. Para Ruch, todas esas expresiones suenan a rendición. En un momento en el que veía cómo se politizaba la maternidad y las "tradwives" de TikTok idealizaban los roles de género retrógrados, lo último que quería era promover viejas narrativas. "Tradwife es un hashtag", explicó Ruch. "No es un reflejo de la mayoría de las mujeres estadounidenses".
La pausa está diseñada para devolverles a las mujeres su capacidad de decisión. "Estás entrando en una etapa en la que te vas a centrar en otras prioridades", comentó Ruch, "pero no vas a dejar de crecer".
Que Ruch haya dedicado su carrera al branding no es una coincidencia. La pausa es, en sí misma, un giro de un concepto antiguo. "Siempre ha sido así, las mujeres ingresaban al mercado laboral y salían de él según lo requerían o les era posible de acuerdo con las necesidades de su familia", indicó Ivana Greco, investigadora principal del grupo de expertos Capita, que se centra en reflexiones sobre los niños y las familias. Pero Greco, que es madre y ama de casa a tiempo completo, hizo notar que la pandemia cambió el trabajo y les permitió a las mujeres "combinar sus intereses profesionales y familiares de una manera que resultaba más difícil antes de tener Zoom".
Es difícil medir cuánto se ha generalizado este fenómeno, pero una encuesta realizada por una plataforma para padres muestra que entre 2022 y 2023 el porcentaje de mujeres que se identificaban como madres que se quedaban en casa creció un 60 por ciento. En 2024, esa cifra descendió un poco, pero el porcentaje de madres que trabajaban a tiempo parcial desde casa se duplicó. Otra encuesta de 2023 encargada por la organización de Ruch reveló que una de cada tres madres trabajadoras probablemente dejaría su empleo para quedarse en casa con sus hijos en los dos años siguientes.
No son solo las madres trabajadoras con hijos pequeños las que están cambiando de rumbo tras la pandemia. McKinsey y la organización de Sandberg, Lean In, han encuestado a mujeres en el lugar de trabajo cada año durante la última década. Desde 2020, ha aumentado el número total de mujeres que se plantean reducir su jornada laboral, aceptar un trabajo menos exigente o abandonar la población activa. El año pasado, aproximadamente una de cada cinco mujeres señaló que estaba considerando aceptar un trabajo menos exigente. Y en 2021, según las investigaciones, se registró el porcentaje más alto en años de mujeres que ocupaban cargos de liderazgo y abandonaron su empresa. No todas abandonaron por completo el mercado laboral, pero en general buscaban más flexibilidad de la que podían ofrecerles sus empleadores.
Ashley McCreary, por ejemplo, solía creer que la cima del éxito sería convertirse en vicepresidenta de una empresa de atención médica. Luego lo logró y ayudó a dirigir una empresa emergente durante una adquisición, lo que le permitió liquidar su participación accionaria. Para McCreary, cuyos padres se divorciaron cuando ella tenía 16 años, la libertad financiera de las mujeres siempre había sido primordial y nunca había considerado ser ama de casa. "De pequeña pensaba: '¿Por qué harías eso?'", compartió.
Pero después de tener a su primera hija durante la pandemia, y otra dos años más tarde, lo entendió. No era que no pudiera conciliar el trabajo y la familia. Trabajaba a distancia desde su casa en Louisville, Kentucky, y estableció límites entre el trabajo y la vida personal que sus compañeros respetaban. Fuera lo que fuera "tenerlo todo", McCreary sentía que lo tenía. Pero no lo quería. Entre otras cosas, los viajes periódicos que exigía su trabajo ya no le parecían nada atractivos. "A muchos de nosotros nos dicen lo que es tener éxito, pero nunca nos hemos planteado si realmente lo queremos", reflexionó.
Dejó su trabajo a tiempo completo en diciembre de 2023 y, desde entonces, se dedica principalmente al cuidado de sus hijos, al tiempo que crea su propio servicio de asesoría para mujeres que atraviesan transiciones similares. No obstante, con todo y que fue su decisión, no fue fácil. McCreary tenía claro que optar por reducir su ritmo de trabajo era un privilegio. ¿Quién era ella para tomar esa decisión cuando tantas mujeres no podían hacerlo? "En parte, estoy muy orgullosa de haberme preparado para tomar una decisión", compartió. "Sin embargo, también pienso: '¿Me juzgan por no trabajar? ¿Me juzgan porque no tengo que trabajar?'".
En una publicación de LinkedIn el año pasado, McCreary escribió una "defensa de la retirada" en la que explicaba su decisión. En retrospectiva, admite que realmente estaba tratando de justificarla ante sí misma y ante sus posibles críticos. Pero la respuesta que recibió fue muy favorable. "En general, los comentarios han tenido un tono de 'ojalá pudiera hacer eso'", relató.
Las mujeres que dan este tipo de paso también suelen lidiar con lo que les deben a las mujeres que dejan atrás. Esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres de color, que representan solo el siete por ciento de los puestos directivos, según la encuesta de McKinsey y Lean In. "Estaba consciente de que era un modelo a seguir", reconoció Lara, de Beget Love Consulting. "De hecho, fue uno de los aspectos más difíciles de mi renuncia. Sin duda, sentía culpa, como si las estuviera abandonando".
Otras mujeres, como Maria Weaver, batallan por la pérdida de identidad que llega a generarse ante un cambio profesional tan importante. Weaver era directora de marketing global de Comcast Advertising y, más recientemente, presidenta global de Warner Music. Pero el año pasado, cuando el nuevo director ejecutivo de Warner Music puso en marcha una reorganización, Weaver decidió dejar la empresa y lanzar su propio negocio de joyería, XO Maria Louise. Ahora tiene 56 años y afirma que siente como si se estuviera reinventando. "Tienes que llegar a un punto en el que no te importe lo que piensen los demás", comentó.
Por supuesto, las mujeres no toman estas decisiones en el vacío. Las están tomando en un momento en el que la cantidad de mujeres que se encargan del cuidado de los hijos todavía es desproporcionada, ganan un 85 por ciento menos que los hombres en promedio y apenas ocupan el 29 por ciento de los puestos directivos.
Para Claudia Timmermans, ese desequilibrio fue decisivo. Conoció a su marido en la facultad de Derecho y ambos se convirtieron en abogados, pero la carrera de él avanzó más rápido. Cuando Timmermans fue despedida de su trabajo en Ernst & Young en 2023, esa disparidad influyó en su decisión de cambiar de carrera para dedicarle más tiempo a su familia. Ahora es mentora ejecutiva y contratista, lo que le permite pasar más tiempo con sus dos hijos.
Fue su decisión, pero, según ella, "supuso un gran dolor, porque trabajé muy duro en mi profesión".
La verdad es que muchas de las mujeres que optan por este camino todavía quieren trabajar. Solo que quieren hacerlo de tal manera que les funcione. "La gente reclama más opciones intermedias", explicó Suzanne Slaughter, profesional de marketing de productos en el sector tecnológico que recientemente dejó su trabajo para centrarse en crear un servicio de búsqueda de empleo a tiempo parcial para madres. En abril, cuando publicó un anuncio en LinkedIn en el que solicitaba expresiones de interés en posibles oportunidades, recibió 800 respuestas en menos de una semana. "Me quedé completamente impresionada por la magnitud de la respuesta", aseveró.
Jordan considera que la reacción a su decisión de tomarse un descanso profesional también ha sido positiva. "Todo el mundo tenía muchas esperanzas de que esto me hiciera más feliz y saludable", indicó.
Hasta ahora, Jordan está disfrutando esta etapa intermedia. Una vez a la semana, va con su hijo a clases de cocina. En junio se casó, algo que pospuso mientras trabajaba a tiempo completo para Unilever. Ha vuelto a conectar con amigos que le piden consejos y antes pensaban que no tenía tiempo para hacerlo por estar demasiado ocupada. Sobre todo, le encanta poder trabajar con su propio nombre.
"No tengo un cargo directivo", dijo. "La gente me consulta por quién soy. Eso es algo que nadie me podrá quitar cuando termine esta etapa".
Neha Ruch, en su apartamento de Nueva York, el 23 de junio de 2025. (OK McCausland/The New York Times)
Simone Jordan con su hijo, Jordan, en su apartamento de Nueva York, el 23 de junio de 2025. (OK McCausland/The New York Times)
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