Reseña de 'Superman': es un pájaro, es un avión, ¡es una nueva versión!

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Llega a los cines una nueva película sobre el Hombre de Acero, esta vez dirigida por James Gunn.

En cierto sentido, no puedo espoilear Superman. Incluso los agnósticos de los cómics ya conocen la idea básica: un bebé kriptoniano con poderes increíbles, enviado a la Tierra por sus padres antes de la destrucción de su planeta, es criado por un par de granjeros estadounidenses. De día, es el periodista con gafas Clark Kent; de noche, es… bueno, ya sabes. Esa ha sido la historia desde que se publicó Action Comics Nº 1 en 1938.

Por otra parte, la ubicuidad de esos hechos esenciales hace que sea muy fácil espoilear esta última película, un reinicio absoluto para el personaje y su universo, porque probablemente vayas al cine a ver qué le han hecho ahora al tipo, y el descubrimiento es la parte divertida. Superman es la primera película de DC Studios, de la que Peter Safran y James Gunn son los principales ejecutivos. Tienes a tu disposición elaboradas historias del complicado camino que nos ha traído hasta aquí, si te interesa, pero si eres alguien común y corriente como yo, lo más importante que debes recordar es lo siguiente: Gunn es probablemente más conocido por dirigir las tres películas de Guardianes de la Galaxia para Marvel y la película de DC de 2021 El Escuadrón Suicida (no confundir con la película de 2016 Escuadrón Suicida ; ya ves a qué me refiero con lo de complicado).

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Gunn suele acertar el tono con el material de superhéroes: mezcla temas de gran emotividad con una pizca de alusiones al mundo real y un desenfadado entendimiento de que todo esto debe tratarse como si fuera un poco tonto porque, aceptémoslo, lo es. Tipos con capas que van de un lado a otro, humanos con poderes mágicos que les permiten crear grandes puños de materia y energía, multimillonarios de la tecnología consumidos por la envidia que pasan el rato en guaridas oscuras intentando controlar el universo.

Bueno, OK, quizá eso último no. Y quizá un poco más. No olvidemos que Superman fue creado por dos hombres judíos, Jerry Siegel y Joe Shuster, que eran muy conscientes del aumento del antisemitismo y de la opresión nazi, así como de la desesperación de un pueblo sumido en la depresión económica, que buscaba a alguien que lo salvara. Superman se enfrentó a políticos corruptos, empresarios sin escrúpulos y viviendas precarias. Y era firmemente antifascista: en una historia no canónica de 1940 titulada "How Superman Would End the War" ("Cómo Superman acabaría con la guerra", en español), Superman llevó ante la justicia al mismísimo Hitler.

Así que, aunque mantenerse fiel a Superman requiere sacar a relucir ciertos elementos familiares de la trama --sus padres biológicos, sus padres adoptivos, su susceptibilidad a la kriptonita, su gran enamoramiento de la reportera Lois Lane--, también significa aprovechar esas raíces ideológicas. Es un metahumano, pero también es un hombre apegado casi cándidamente a la verdad, la justicia y algo llamado "el estilo de vida americano": proteger al pequeño, apalear a los malos. Sitúa a ese tipo en el siglo XXI, y las cosas se complican.

En todos estos aspectos, la encantadora versión de Gunn del mito de Superman tiene éxito, e incluso ha convencido a una crítica cansada de los superhéroes. Es una película sincera, pero también juguetona, con unos cuantos giros oportunos en la mitología y un par de personajes añadidos (no la espoilearé, lo prometo) que mantienen las cosas ligeras en los momentos adecuados. Nuestro nuevo Superman/Clark Kent, David Corenswet, tiene hombros musculosos, un hoyuelo en la mejilla y un rizo en medio de la frente, y lo más importante, le crees cuando dice que simplemente ama a la gente. Está canalizando una pizca del idealismo de, por ejemplo, el personaje que interpreta Jimmy Stewart en la película de Frank Capra de 1939, Caballero sin espada , quien es atacado debido a su rectitud por poderosos criminales con intereses propios, pero que también se emociona sin ironía ante las muestras idealistas de patriotismo.

Superman trata menos de patriotismo que de humanismo, de la profunda convicción del superhéroe de que su trabajo consiste en proteger a todos los habitantes de la Tierra. No hace falta que te diga que no siempre es una postura popular. Así que, mientras hace todas las cosas que hace Superman --salvar a los individuos, intentar salvar el mundo-- empieza a recibir críticas por ello. ¿Debería inmiscuirse en asuntos internacionales? ¿Y si intenta salvar vidas inocentes? ¿Y si una encarnación especialmente malvada de Lex Luthor (Nicholas Hoult, perfectamente interpretado) sale en televisión y dice cosas descaradamente falsas sobre él, y todos los medios de comunicación recogen la historia como si fuera real, y todo el mundo se cree la desinformación?

Tal vez ya veas por dónde va esto. Superman está cuidadosamente construida, con la suficiente verosimilitud como para que técnicamente no trate de nada de nuestro mundo real. Pero también tiene malos enmascarados con pistolas que arrastran a personas al azar para encerrarlas en jaulas donde nadie puede encontrarlas. Tiene a un líder autoritario y amante de las invasiones de un país vagamente cirílico, quien cuelga en la pared un retrato propagandístico de sí mismo a horcajadas sobre un caballo y hace declaraciones totalmente inventadas en las conferencias de prensa. Tiene a Luthor, que se cree un genio y, sin embargo, siente celos desmedidos de quien lo hace sentirse débil. Hay más, pero tendrás que descubrirlo por ti mismo.

En este sentido, Superman recuerda a Iron Man , la película de 2008 que estrenó el Universo Cinematográfico Marvel (MCU, por su sigla en inglés). Es difícil recordarlo, ahora que el MCU ha recurrido a los amagos políticos más anodinos imaginables. Pero Iron Man, que situaba explícitamente parte de su narración en Afganistán, daba la sensación de que tenía algunas ideas dando vueltas en la cabeza sobre la responsabilidad que alguien rico y poderoso puede deber a toda la humanidad, no solo a sí mismo y a su fortuna. Del mismo modo, esta película reflexiona sobre la diferencia entre el servicio público y el tráfico de influencias, sobre lo que significa realmente la libertad y sobre quiénes son los verdaderos héroes de la Tierra.

También como Iron Man, Superman --en la ya consagrada tradición de las franquicias de Hollywood-- está dejando las semillas para una serie de películas que están en camino. Me impresionará si consiguen mantener el ritmo de las sutiles pero agudas indirectas y mantener una brújula política que apunte al norte. Pero como historia independiente y precuela de muchas otras, esta película debe presentarnos a una serie de personajes que conoceremos más tarde, y lo hace sin que parezca demasiado pensado para los fans u obvio.

Entre ellos está la Liga de la Justicia, formada por Guy Gardner, alias Linterna Verde (Nathan Fillion, con un corte de pelo realmente increíble), Rex Mason, alias Metamorfo (Anthony Carrigan), Michael Holt, alias Mister Terrific (Edi Gathegi) y Kendra Saunders, alias Chica Halcón (Isabela Merced). Son un grupo de metahumanos que cuentan con el apoyo de un multimillonario, lo que resulta extraño e interesante de explorar. En The Daily Planet, el periódico donde trabaja Clark Kent, Perry White (Wendell Pierce) es el redactor jefe, y entre los colegas de Clark están Jimmy Olsen (Skyler Gisondo), Cat Grant (Mikaela Hoover), Steve Lombard (Beck Bennett) y Ron Troupe (Christopher McDonald).

Y sobre todo está la Lois Lane de Rachel Brosnahan, una mujer que en realidad no necesita que la salven, que tiene una calma sobrenatural ante las noticias de última hora y que sabe, al contrario que la mayoría de las reporteras del cine, cómo interrogar a una fuente independientemente de sus sentimientos personales sobre la historia. Así que, después de todo, puede que este Superman esté ambientado en el mundo real.

Superman Clasificada PG-13 por algunas malas palabras, tipos malvados y siniestros y un asesinato al estilo ejecución especialmente chocante. Duración: 2 horas y 9 minutos. En cines.

Alissa Wilkinson es crítica de cine del Times. Lleva escribiendo sobre cine desde 2005.