Intenté ser la mejor en hacer nada en un concurso en Seúl

Reportajes Especiales - Lifestyle

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Pasé 90 minutos intentando vaciar mi mente y ralentizar los latidos de mi corazón en una competición para desconectar y quedarse quieto. Fue más difícil, y extraño, de lo que esperaba.

Frecuencia cardiaca inicial: 116 latidos por minuto

Sentada con las piernas cruzadas sobre una esterilla de yoga color de rosa, disfrutando de la fresca brisa primaveral del río Han de Seúl y escuchando el tráfico que retumba en el puente que hay sobre mi cabeza, intento alcanzar un estado pétreo de inactividad.

Hay varias cosas que lo dificultan (y que aumentan mi ritmo cardiaco): un dolor creciente en los hombros, los estruendosos comentarios del locutor, la pesada mirada de una multitud de espectadores y un instinto evolutivo-- desde nuestros días de cazadores recolectores-- de mantenerme activa.

El mayor factor de estrés: preguntarme cómo estoy a la altura de 79 compañeros concursantes, todos nosotros esforzándonos --en silencio, inexpresivos, inmóviles-- por ser el que mejor hace nada de todos.

Es el concurso anual Space-Out de Seúl. En parte concurso y en parte desafío de resistencia al aburrimiento, requiere que los participantes permanezcan en silencio durante hora y media, con suaves interrupciones cada 15 minutos para medir su frecuencia cardiaca. El ganador es quien obtiene la puntuación combinada más alta según dos criterios: pulso más bajo y más constante, junto con un voto de popularidad del público muy subjetivo.

Participé en el concurso, en mayo, porque la idea de permanecer sentada durante 90 minutos en horario laboral para ganar un trofeo me parecía seductoramente transgresora. También sentía curiosidad por una aparente contradicción: si intentaba ganar, ¿no perdería automáticamente?

30 minutos: 75 lpm

El concurso Space-Out fue fundado en 2014 por una artista surcoreana de técnica mixta conocida como Woopsyang. En un país famoso por sus largas jornadas laborales, se sentía agotada, incluso como artista, y ansiosa por tomarse descansos mientras todos a su alrededor parecían ocupados. Pero probablemente esas personas también querían descansar, pensó.

"La percepción es que el tiempo que pasamos descansando no sirve para nada", dijo. "Yo quería hacer que ese tiempo de distracción pareciera valioso".

Se han celebrado versiones del concurso en Japón, China, Países Bajos y otros lugares, y la gente está deseando guardar silencio en cualquier idioma. Más de 4000 personas se postularon para las 80 plazas de la edición de Seúl de este año. Los organizadores seleccionaron a los participantes que consideraron que conformaban una muestra demográfica representativa de la sociedad surcoreana.

Lo cual no quiere decir que mis compañeros se lo tomaran tan en serio como yo. Entre ellos había un payaso, un tipo disfrazado de llama de cuerpo entero y los miembros de una banda punk. Muchos dijeron que la desconexión involuntaria que hacían en su vida cotidiana era toda la práctica que necesitaban.

"Nuestras mentes están tranquilas", dijo Park Byung-jin, de 37 años, batería de la banda punk y ejecutivo de tecnología.

Mi mente no lo estaba mientras aguantaba las miradas de la multitud que controlaba mi destino. Estaba acelerada por los consejos que había recibido de un neurocientífico, una psicóloga, una maestra zen y un monje budista.

45 minutos: 64 lpm

Los científicos sociales han examinado la tolerancia de las personas a la inactividad. En un estudio de 2014, investigadores de Estados Unidos pidieron a la gente que no hiciera nada más que sentarse y pensar durante 6 a 15 minutos. Pensaron que los participantes agradecerían el descanso de sus ajetreadas vidas, pero muchos no lo hicieron.

Para determinar el grado de inquietud de los participantes, los investigadores les ofrecieron la opción de darse descargas eléctricas leves como distracción. El 64 por ciento de los hombres y el 15 por ciento de las mujeres lo hicieron. No era porque se sintieran torturados por la quietud, dijo la autora del estudio, Erin Westgate, quien investiga el aburrimiento en la Universidad de Florida.

"Simplemente, se aburrían", dijo.

Este hallazgo no presagiaba nada bueno para una persona muy nerviosa como yo.

60 minutos: 63 lpm

El tiempo adquiere una cualidad desorientadora cuando no tienes nada que hacer. Cuando un miembro del personal viene a tomarme el pulso, supongo que los primeros 15 minutos han pasado volando. No ha estado tan mal, pienso. Más tarde, me doy cuenta de que se trata de la medición de la línea de base tomada solo unos minutos después.

Peter Fransson, profesor de fisiología del tronco encefálico en el Instituto Karolinska de Suecia, dijo que cuando ha ordenado a la gente que no haga nada como parte de su investigación, sus mentes tienden a alternar entre estar en el momento y divagar.

¿Constituyen ambos estados mentales no hacer nada? ¿Ninguno de los dos lo hace? Es difícil decirlo. "No hacer nada, desde un punto de vista psicológico, no es realmente un estado mental muy bien definido", dijo Fransson.

"Entras y sales de esa desconexión", añadió. "Quizá si practicas la meditación y demás, puedas controlar esto hasta cierto punto. Pero creo que no todo está bajo tu control".

Si quería tener una oportunidad de ganar, la meditación parecía ser el camino a seguir. Así que el jueves anterior a la competición, me puse en contacto con Kathy Park, una instructora zen de Seúl, y le pedí que me ayudara a perfeccionar la compleja práctica ancestral antes del domingo.

La meditación zen consiste en desarrollar una conciencia de ti mismo y de todo lo que te rodea, a través de la cual comprendes tu verdadera naturaleza, dijo Park. En este contexto, añadió, "el verdadero 'no hacer nada' no es no hacer nada, sino estar completamente presente".

No iba a conseguir ese tipo de conciencia en 90 minutos. Pero si conseguía permanecer sentada el tiempo suficiente, dijo Park, podría empezar a notar pautas en mis pensamientos y adquirir cierta percepción de mi mente.

Junehan, un monje budista del templo JustBe de Seúl, me instó a concentrarme en la respiración. Pero dijo que no debía ir a la competición con la intención de ganar, ni siquiera de no hacer nada, porque una intención fuerte conduce al apego.

"Si estás apegado al deseo de tu mente, te produce sufrimiento", dijo. "Cuando estás respirando"--inhaló--, "en este momento, no hay deseo".

No hagas nada sin intentar no hacer nada. Lo comprendí. O quizá su implacable placidez me había hecho creer que lo entendía.

75 minutos: 69 lpm

Mientras estoy sentada bajo el puente, un insecto zumba cerca de mi rodilla y los pensamientos se agolpan en mi mente:

Si pudiera utilizar mi teléfono, podría buscar qué tipo de insecto es ese.

¿Por qué llevo calcetines rojos hoy?

¿No estoy haciendo nada o solo estoy pensando en no hacer nada?

Pronto tengo lo que posiblemente sea una experiencia metafísica. Estoy tumbada, mirando una viga del puente moteada de círculos y rayas. Entre mis respiraciones, el patrón se transforma en filas de caras, los guiones se convierten en ojos y los círculos en bocas.

Después de pensar en bucles interminables, esto me parece un gran avance. Pero, ¿qué significa?

Me paso el resto de la competición dándole vueltas. Para cuando termina, con el sonido de un silbato, he llegado a la conclusión de que puede que no signifique nada.

Frecuencia cardiaca final a los 90 minutos: 67 lpm

Mi pulso se ha ralentizado considerablemente, pero no obtengo suficientes votos del público para ser finalista. Park, el batería, es coronado ganador y recibe una estatua parecida a "El pensador" de Rodin.

"Vacié mi mente una y otra vez, excepto por el pensamiento de que tenía que ganar", dice Park, lo que sugiere que, después de todo, estaba haciendo algo. Pero parece que afrontó la competición con una sencillez a la que yo me rendí en el curso de mi investigación. Hice demasiado.

Mientras veo a Park y a los subcampeones recibir los certificados, me siento algo ambivalente. He evitado aburrirme lo suficiente como para querer darme una descarga eléctrica, pero tampoco estoy segura de haber aprendido nada. Ni siquiera me siento especialmente bien descansada.

Esencialmente, no he conseguido nada. Lo cual es su propio tipo de victoria.

Lee Seung-ku colaboró con la reportería.

Yan Zhuang es reportera en la oficina del Times en Seúl y cubre noticias de último momento.

Lee Seung-ku colaboró con la reportería.