
Después de 16 años, la banda británica Oasis, conocida por la explosiva pero compleja relación entre los hermanos Gallagher, Liam y Noel, volvió a los escenarios.
Ya habían sonado unas cuantas canciones del primer concierto de Oasis en 16 años y --a pesar de la gran expectación, la rabiosa atención de los fans, y el alivio de simplemente ver a los hermanos Gallagher subir juntos al escenario, con el brazo izquierdo de Liam sobre el hombro de Noel-- aún se sentía cierta incertidumbre en el ambiente del Principality Stadium de Cardiff, Gales, el viernes por la noche. Una multitud de 62.000 fans vibraba, vitoreaba y cantaba con ellos, pero aún esperaba la señal para desatarse.
Liam, el líder de la banda y el más punzante de los dos hermanos --Noel, el compositor y guitarrista, es mucho más adusto--, pareció percibir la sequedad.
Dense la vuelta, dijo al público. Busquen a alguien y abrácenlo. Abrácenlo fuerte, dijo. Y entonces, la banda por fin encontró el detonador.
Era "Cigarettes & Alcohol", de su poderoso y mordaz álbum de debut de 1994, Definitely Maybe . Las guitarras empezaron a sonar con toda sordidez, y Liam comenzó a cantar la letra --sobre todas las maneras divertidas de desconectar cuando la vida se vuelve aburrida-- con verdadero brío. El público, sobre todo en la pista, empezó a saltar extasiado en pequeñas formaciones de rugby, y luego estalló cuando la banda llegó al estribillo. Por fin, todo el mundo se había sacudido los nervios.
Durante unas dos horas, Oasis --quizás la banda británica más significativa y popular de la década de 1990, y sin duda la más alborotada y divertida-- osciló entre el éxtasis masculinista y una búsqueda a veces torpe del mismo en una actuación tenaz y sin florituras. Por momentos, fue puro triunfo, la canción colectiva de pub más grandiosa imaginable. En otros momentos, fue deambular por la oscuridad.
En conjunto, fue un éxito, aunque solo fuera por su improbabilidad. El odio fraternal, personal y profesional, de los Gallagher roza lo shakesperiano --una telenovela pública fácil de leer en una época de gran sensacionalismo-- y durante mucho tiempo pareció que ambos jamás volverían a reconciliarse para compartir escenario. Incluso cuando el grupo estaba en su apogeo, a mediados a finales de los 90, su estabilidad era peligrosa, aunque de forma divertida. Rara vez un acto musical moderno ha utilizado tan eficazmente el caos a su favor, lo que hizo que Oasis resultara tan atractivo por su desorden como por sus canciones, curiosamente bien estructuradas y maduras para una banda tan descontrolada.
Lo que más animaba a Oasis era que, como compositor, Noel era sentimental y un poco soñador, y como cantante, Liam era burlón y un poco grosero. Escuchar las palabras de Noel en la voz de Liam --la mayoría de las canciones de Oasis se interpretan así-- es como recibir una serenata de un punk resentido. En el escenario, Liam canta directamente al micrófono, y se inclina ligeramente, amenazante. Noel, tocando la guitarra, a veces con gran agilidad, puede rozar lo beatífico.
Los éxitos de la banda han demostrado ser profundamente duraderos, lo cual fue especialmente evidente durante las tres canciones finales de este repertorio de 23 temas, extraídos en gran medida de su debut y de su segundo álbum, el vigoroso y dulce (What's the Story) Morning Glory? , de 1995. Primero fue "Don't Look Back in Anger", con sus destellos a lo Lennon, que estallaron a mitad de camino en una llorosa sangría vocal antes de resolverse en una tierna conclusión, con Noel visiblemente conmocionado por la emoción tanto como se lo permitió. A continuación llegó la infaliblemente bella "Wonderwall", el éxito más indeleble de la banda; cuando Noel intervino, su voz parecía una súplica contra el sermón de su hermano. El último fue el homenaje a los Beatles "Champagne Supernova", el menos convincente de los tres cierres, pero aun así dejó una neblina psicodélica a su paso.
La mayor parte de la actuación más contundente de la noche tuvo lugar en la segunda mitad del concierto: una siniestra "Slide Away", una cautivadora "Live Forever", una versión de "Whatever" que demostró a la perfección la dinámica de los hermanos entre herir y sanar. "Rock 'n' Roll Star", con la que cerró el set principal, fue una conflagración, estirada y retorcida hasta alcanzar una forma gloriosa.
La primera mitad del espectáculo fue más tímida, sobre todo la tanda de tres canciones en las que Noel cantó como solista: "Talk Tonight", que fue recibida con un respetuoso aplauso, y luego "Half the World Away" y "Little by Little", que animaron un poco a los más fieles. El comienzo del espectáculo --"Hello" que dio paso a "Acquiesce"-- pareció una declaración de intenciones sobre la reconciliación.
Quizá esas pausas se debieran en parte al modo en que Oasis en sus mejores tiempos parecía rechazar rotundamente la nostalgia: era algo vivo, que respiraba, que retumbaba, que captaba el oleaje de una nación que se enfrentaba a su momento cultural, a veces con vítores, a veces con puños. En los puestos de mercancía, la banda vendía uniformes de fútbol y sombreros de cubo, un guiño a los iconos generacionales de estilo que fueron los hermanos, en especial Liam, quien nunca encontró una chaqueta ligera para todo tiempo en la que no pudiera pavonearse.
Antes incluso de que Oasis subiera al escenario, al menos un fan fue sacado en camilla, agitando su puño en el aire. Pero solo al final del concierto se produjo el verdadero alboroto. Durante "Rock 'n' Roll Star", un fan encendió una bengala a un lado de la pista, y lanzó un estruendo de llamas y humo al aire. Unas canciones más tarde, durante "Don't Look Back in Anger", otra bengala, ahora casi en el centro del estadio. El aire quedó impregnado de un olor acre.
Oasis ardió con fuerza y rapidez: era una criatura del presente perpetuo hasta que empezó a vivir en el pasado. Así fue la década de 2000 para la banda, que nunca recuperó la gloria de sus primeros álbumes. En 2009, el grupo se separó, aparentemente para siempre. Ambos hermanos pasaron a interpretar música de menor calidad en bandas de menor calidad.
Esta reunión parece hecha para la solidez. Además de los Gallagher, queda un miembro original de la banda: el guitarrista Paul Arthurs, conocido como Bonehead. Completan esta iteración Gem Archer a la guitarra y Andy Bell al bajo --ambos veteranos de la banda en la década de 2000-- y Joey Waronker a la batería.
Los hermanos no hablaron mucho, pero se tomaron unos minutos para reírse de sí mismos, al burlarse del público. Antes de "The Masterplan", Noel dio las gracias a todos los fans veinteañeros que nunca los habían visto en directo, pero que mantuvieron su música vigente. Antes, Liam preguntó: "¿Valieron la pena las 40.000 libras que pagaron por la entrada?", en referencia a un escándalo por los precios.
Y justo antes del final del espectáculo, Liam se acercó a la sensiblería tanto como parece capaz de hacerlo: "Bien hecho por aguantarnos durante todos estos años".
Hasta ese momento, salvo cuando los dos hermanos levantaron los brazos en un gesto de victoria ligeramente cómico al comienzo de la noche, no estaba claro si Noel y Liam habían intercambiado una palabra, o incluso una mirada, durante todo el espectáculo. Eran imanes con polaridades coincidentes, que se mantenían firmes a una distancia razonable. Durante toda la noche, Bonehead se había interpuesto entre ellos, un silencioso supervisor del orden, interpretando una coreografía invisible de sentido común.
Pero al terminar el espectáculo, lo que parecía imposible se había hecho realidad. Liam hizo una profunda reverencia y arrojó su pandereta a la multitud. Se volvió para abandonar el escenario y le dio a Noel un brevísimo abrazo fraterno. El público rugió tan fuerte como con cualquiera de los éxitos, probablemente más.
Al principio del bis, un Range Rover negro se había detenido y aparcado entre bastidores, con el morro hacia la salida. Mientras Noel y el resto de la banda aún lo asimilaban todo, y el feedback de las guitarras persistía débilmente, Liam bajó del escenario, saltó al asiento trasero del todoterreno y se lo llevaron del edificio.
Jon Caramanica es crítico de música pop para el Times y presentador del pódcast Popcast.
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