
A la sombra de las luchas arancelarias del presidente Donald Trump, se está librando otro tipo de guerra comercial, una que implica envoltorios de golosinas y botellas de plástico.
El martes, Malasia, que el año pasado recibió más plástico desechado de las naciones ricas que cualquier otro país en desarrollo, prohibió de hecho todos los cargamentos de residuos plásticos procedentes de Estados Unidos.
Puede que no parezca gran cosa. Pero Estados Unidos depende cada vez más de países como Malasia para ocuparse de la basura plástica. Los gestores estadounidenses de desechos enviaron alrededor de 32.000 toneladas de residuos plásticos a Malasia el año pasado, según datos comerciales analizados por la Red de Acción de Basilea, un grupo sin ánimo de lucro que hace un seguimiento de los asuntos relacionados com los residuos plásticos.
El año pasado, tras incautarse más de 100 contenedores de materiales peligrosos enviados desde Los Ángeles que habían sido etiquetados indebidamente como materias primas, el ministro de Mediombiente malasio, Nik Nazmi, dijo a la prensa “no queremos que Malasia sea el cubo de basura del mundo”. El Ministerio de Inversión, Comercio e Industria del país no respondió el martes a una solicitud de comentarios.
La agitación en el poco conocido comercio de residuos plásticos tiene su origen en la decisión adoptada por China en 2018 de prohibir, por las mismas razones que Malasia, las importaciones de residuos de papel y plástico. Antes de eso, China había aceptado durante años hasta la mitad de los desechos de plástico y papel del planeta.

Desde entonces, los países de Europa y Norteamérica han tenido dificultades con la acumulación de basura plástica. Estados Unidos recicla menos del 10 por ciento del plástico que desecha. (La contaminación por alimentos y de otro tipo en los residuos plásticos dificulta el reciclaje, y una parte importante del plástico, como las bolsas de papas fritas que contienen capas de diferentes plásticos y otros materiales, simplemente no puede reciclarse de forma económica).
El resto acaba en vertederos, se quema o se envía al extranjero. Y aunque han surgido nuevos destinos, cada vez son más los países que empiezan a decirle no a la basura. Este año, Tailandia e Indonesia también han anunciado que prohibirán importar residuos plásticos.
El mundo produce alrededor de 460 millones de toneladas de plástico al año, más del doble que hace dos décadas, y una cantidad cada vez mayor de residuos plásticos aparece en costas y riberas, así como en ballenas, aves y otros animales que los ingieren. Los investigadores han calculado que cada minuto llega al océano el equivalente a un camión de basura de plástico.
La prohibición de China “envió ondas de choque a través del comercio mundial de residuos plásticos”, dijo Tony Walker, profesor de la Facultad de Estudios sobre Recursos y Medioambiente de la Universidad Dalhousie de Halifax, Nueva Escocia, quien investiga el flujo mundial de residuos plásticos. Los países que empezaron a aceptar ese plástico descartado “rápidamente se vieron desbordados”, dijo. Gran parte de esa basura de plástico acaba en vertederos o se quema, lo que libera contaminación atmosférica nociva, o simplemente se libera en el medioambiente.

La gente de los países ricos puede suponer que el plástico que separan diligentemente se recicla, dijo, algo que denominó “ciclo de los deseos”. Sin embargo, en lugar de ir a parar a un flujo de reciclaje, “gran parte se redirige a los residuos”, dijo.
La Ley de Aduanas modificada de Malasia prohíbe todos los cargamentos de residuos plásticos procedentes de países que no hayan firmado el Convenio de Basilea, un acuerdo mundial que regula los residuos peligrosos, incluido el plástico. Esto pone a Estados Unidos, el único país importante que no es parte del acuerdo, en una situación especialmente delicada.
ley modificada también establece restricciones estrictas a las importaciones de residuos plásticos de otros países, al estipular que deben contener solo un tipo de plástico, con un máximo del 2 por ciento de contaminación, para garantizar que los plásticos importados se reciclen y no se desechen. Ese nivel sería difícil de cumplir para cualquier residuo plástico recogido de los consumidores.
En un correo electrónico enviado a los clientes el 20 de junio y compartido con The New York Times, Steve Wong, director ejecutivo del intermediario mundial de residuos plásticos Fukutomi, dijo que los envíos de desechos de plástico a Malasia ya se habían “paralizado prácticamente”.
Ross Eisenberg, presidente de America’s Plastic Makers, un grupo del sector, dijo que los efectos de la política de importación de residuos plásticos de Malasia seguían sin estar claros. No obstante, “nuestra industria sigue centrada en aumentar el uso de plásticos reciclados en nuevos productos”, dijo. “Estos esfuerzos apoyan los puestos de trabajo estadounidenses e impulsan el crecimiento económico, al tiempo que conservan nuestros recursos naturales y ayudan a prevenir la contaminación por plásticos”.

La prohibición de importación de residuos plásticos estadounidenses en Malasia se debió al descubrimiento de cientos de contenedores llenos de residuos electrónicos y plásticos peligrosos que se habían declarado falsamente como materias primas para eludir las leyes de control del comercio del país, dijo Wong Pui Yi, investigador de la Red de Acción de Basilea.
Pero las asociaciones industriales locales han instado al gobierno a retirar la prohibición a las importaciones de plástico limpio y reciclable, argumentando que estas son necesarias para ayudar a los fabricantes a cumplir sus objetivos de contenido reciclado. Marcas como Nestlé, Coca-Cola y Pepsi se han comprometido a utilizar más material reciclado en sus productos, dijo CC Cheah, presidente de la Asociación de Fabricantes de Plásticos de Malasia, y la industria del reciclaje malasia podría seguir desempeñando un papel.
Kate O’Neill, catedrática de Ciencias, gestión y políticas medioambientales de la Universidad de California en Berkeley, dijo que la prohibición de Malasia podría significar que los residuos plásticos van a empezar a fluir hacia otros países con menos capacidad para gestionar los residuos. Darle seguimiento será importante, dijo. “La industria del reciclaje todavía no se ha puesto al día con la interrupción, por lo que estas exportaciones siguen siendo necesarias”.
Por eso los expertos afirman cada vez con más frecuencia que, además de invertir en infraestructuras de reciclaje, se necesitan políticas que ayuden a frenar la propia producción de plástico, por ejemplo, exigiendo que se reduzca la demanda de plásticos de un solo uso. Algunos países que negocian un nuevo tratado para frenar la contaminación por plásticos también han pedido que se pongan límites a la producción de plásticos.
Esto podría conseguirse mediante diseños de envases que reduzcan el uso de plástico, medidas como la prohibición de las bolsas de plástico y políticas generales que hagan a los fabricantes más responsables de los residuos que generan sus productos.
Estas políticas se han ido extendiendo por Estados Unidos y el mundo. El martes entró en vigor en Illinois una ley que prohíbe a los grandes hoteles suministrar pequeñas botellas de plástico de un solo uso para artículos de aseo como champú y acondicionador. (Los hoteles más pequeños tienen hasta 2026 para cumplirla).
También el martes, Delaware empezó a prohibir que los restaurantes brinden recipientes de unicel o tecnopor para alimentos, agitadores de plástico para bebidas y palillos de plástico para cócteles y bocadillos, y exige que los popotes, o pajillas, de plástico de un solo uso se entreguen únicamente a petición del cliente.
© The New York Times 2025.
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