
Los expertos llevan mucho tiempo señalando la inflamación como una parte natural del envejecimiento. Pero un nuevo estudio sugiere que podría ser más bien un producto de nuestro entorno.
Un nuevo análisis de datos recogidos en una pequeña población indígena de la Amazonía boliviana sugiere que algunas de nuestras suposiciones básicas sobre el proceso biológico del envejecimiento podrían ser erróneas.
La inflamación es una respuesta inmunitaria natural que protege al organismo de lesiones o infecciones. Los científicos han creído durante mucho tiempo que la inflamación de bajo grado a largo plazo, también conocida como inflammaging o envejecimiento inflamatorio, es una característica universal del envejecimiento. Pero estos nuevos datos plantean la cuestión de si la inflamación está directamente relacionada con el envejecimiento o si, por el contrario, está vinculada al estilo de vida o al entorno de la persona.
El estudio, publicado ayer, descubrió que las personas de dos zonas no industrializadas experimentaban un tipo de inflamación diferente a lo largo de su vida que las personas más urbanas, probablemente vinculada a infecciones por bacterias, virus y parásitos, más que a los precursores de las enfermedades crónicas. Su inflamación tampoco parecía aumentar con la edad.
Los científicos compararon los marcadores de inflamación en conjuntos de datos existentes de cuatro poblaciones distintas de Italia, Singapur, Bolivia y Malasia; como no recogieron directamente las muestras de sangre, no pudieron hacer comparaciones exactas de manzanas con manzanas. Pero si se validan en estudios más amplios, las conclusiones podrían sugerir que la dieta, el estilo de vida y el entorno influyen en la inflamación más que el propio envejecimiento, dijo Alan Cohen, autor del artículo y profesor asociado de ciencias de la salud medioambiental en la Universidad de Columbia.
"Puede que el inflammaging no sea un producto directo del envejecimiento, sino más bien una respuesta a las condiciones industrializadas", dijo, y añadió que esto era una advertencia para los expertos como él de que podrían estar sobrestimando su omnipresencia a nivel mundial.
"La forma en que entendemos la inflamación y el envejecimiento de la salud se basa casi por completo en la investigación en países de renta alta como Estados Unidos", dijo Thomas McDade, antropólogo biológico de la Universidad Northwestern. Pero una mirada más amplia muestra que hay mucha más variación global en el envejecimiento de lo que los científicos pensaban anteriormente, añadió.
El estudio "suscita un debate valioso", pero necesita mucho más seguimiento "antes de que reescribamos el relato del envejecimiento inflamatorio", dijo Bimal Desai, profesor de farmacología que estudia la inflamación en la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia.
La inflamación es diferente en distintos lugares
En el estudio, los investigadores compararon muestras de sangre de unos 2800 adultos de entre 18 y 95 años. Tanto las personas de la región italiana de Chianti, más industrializada, como las de Singapur mostraban los tipos de proteínas que son indicio del envejecimiento inflamatorio.
En cambio, el grupo tsimane de Bolivia y el grupo orang asli de Malasia presentaban marcadores inflamatorios diferentes, probablemente relacionados con infecciones, en lugar de las proteínas que señalan el inflammaging. (Los cuatro conjuntos de datos utilizaron muestras de sangre con el consentimiento informado de los sujetos, ya fuera escrito u oral, y la aprobación institucional).
El hecho de que los marcadores de inflamación fueran tan similares en los grupos de las regiones industrializadas, pero tan diferentes en los demás, es sorprendente, dijo Aurelia Santoro, profesora asociada de la Universidad de Bolonia, quien no participó en el estudio. "Esto sugiere que las células inmunitarias se activan de formas fundamentalmente distintas según el contexto".
Los marcadores proteínicos de la población tsimane estaban menos relacionados con el envejecimiento inflamatorio que los de los orang asli; los autores especularon que esto podría deberse a las diferencias en el estilo de vida y la dieta.
Algunos expertos cuestionaron la importancia de los hallazgos. Vishwa Deep Dixit, director del Centro de Investigación sobre el Envejecimiento de Yale, dijo que no es sorprendente que los estilos de vida con menor exposición a la contaminación estén relacionados con índices más bajos de enfermedades crónicas. "Esto se convierte en un argumento circular" que no prueba ni refuta si la inflamación causa enfermedades crónicas, dijo.
En cualquier caso, los hallazgos deben validarse en estudios más amplios y diversos que hagan un seguimiento de las personas a lo largo del tiempo, dijeron los expertos. Aunque tenían tasas más bajas de enfermedades crónicas, las dos poblaciones indígenas tendían a exhibir una esperanza de vida más corta que la de los habitantes de las regiones industrializadas, lo que significa que quizá no vivieron lo suficiente como para desarrollar la inflamación, dijo Santoro.
El problema puede estar relacionado con la vida urbana
Dado que el estudio analizó los marcadores proteínicos de las muestras de sangre, y no las diferencias específicas de estilo de vida o dieta entre las poblaciones, los científicos tuvieron que hacer conjeturas sobre por qué los grupos industrializados experimentan más inflamación, dijo Cohen.
McDade, que ya había estudiado la inflamación en el grupo tsimane, especuló con la posibilidad de que las poblaciones de las regiones no industrializadas estuvieran expuestas a determinados microbios presentes en el agua, los alimentos, el suelo y los animales domésticos en etapas más tempranas de su vida, lo que reforzaría su respuesta inmunitaria más adelante.
Al mismo tiempo, las personas de entornos urbanizados e industriales están "expuestas a muchos contaminantes y toxinas", muchos de los cuales tienen "efectos proinflamatorios demostrados", dijo. La dieta y el estilo de vida también podrían influir: los tsimane suelen vivir en pequeños asentamientos con su familia extensa y siguen una dieta basada principalmente en plantas, dijo.
También podría haber inflamaciones buenas y malas, dijo Cohen. Aunque las poblaciones indígenas experimentaron inflamación por infección, esos niveles no estaban relacionados con enfermedades crónicas en etapas posteriores de la vida. Eso podría significar que la presencia de inflamación por sí sola no es tan mala como pensábamos, añadió.
No está claro si la gente puede hacer algo para controlar la inflamación al final de la vida. A quien quiera envejecer de forma más saludable, quizá le convenga comer mejor y hacer más ejercicio para regular la respuesta inmunitaria a largo plazo, en lugar de centrarse en fármacos o suplementos anunciados para combatir la inflamación, dijo Cohen.
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