El dólar tiene su peor comienzo de año desde 1973

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La moneda estadounidense ha seguido bajando a pesar de que el presidente Trump dio marcha atrás en sus amenazas arancelarias y el mercado bursátil del país se recuperó de sus pérdidas.

El dólar ha tenido su peor comienzo de año en más de medio siglo.

La moneda estadounidense se ha debilitado más de un 10 por ciento en los últimos seis meses en comparación con la canasta de divisas de los principales socios comerciales del país. La última vez que el dólar se debilitó tanto a principios de año fue en 1973, después de que en Estados Unidos se produjera un cambio estremecedor que puso fin a la vinculación del dólar con el precio del oro.

[En el siguiente gráfico se señala la variación porcentual del índice del dólar estadounidense en el primer semestre de cada año desde 1986].

Esta vez, el acontecimiento estremecedor son los esfuerzos del presidente Donald Trump por rehacer el orden mundial con un agresivo impulso arancelario y una política exterior más aislacionista.

La combinación de las propuestas comerciales de Trump, las preocupaciones inflacionistas y el aumento de la deuda pública han pesado sobre el dólar, que también se ha visto sacudido por el lento descenso de la confianza en el papel de Estados Unidos como centro del sistema financiero mundial.

Esto significa que es más caro para los estadounidenses viajar al extranjero y menos atractivo para los extranjeros invertir en Estados Unidos, lo que mina la demanda cuando el gobierno intenta pedir más dinero prestado. En el lado opuesto, que el dólar esté más débil debería ayudar a los exportadores estadounidenses y encarecer las importaciones, aunque estos efectos comerciales típicos están cambiando debido a las amenazas arancelarias.

Aunque Trump se ha retractado de sus aranceles más extremos y los mercados bursátiles y de bonos estadounidenses se han recuperado de sus pérdidas de principios de año, el dólar ha seguido bajando.

"La cuestión no es tener un dólar débil o fuerte", dijo Steve Englander, director mundial de análisis de divisas extranjeras del G10 en Standard Chartered. "La cuestión es: ¿Qué te está diciendo sobre cómo el mundo ve tus políticas?".

Inicialmente, el dólar se disparó tras la reelección de Trump. Al igual que los inversores en la bolsa, los operadores de divisas lo percibieron como alguien que favorecía al crecimiento y a las empresas, lo que probablemente atrajo inversiones de todo el mundo y elevó la demanda de la divisa estadounidense.

Ese entusiasmo no duró mucho. Tras llegar a su punto más alto a mediados de enero, el índice del dólar empezó a caer. Las esperanzas de un gobierno que favoreciera a las empresas dieron paso a una preocupación persistente por la tenaz inflación y el impacto de los ya elevados tipos de interés en la economía y en las empresas en el mercado bursátil.

Entonces llegó el inesperado anuncio de los aranceles de Trump que eran mucho, mucho más altos de lo que cualquier economista, inversor o analista había predicho, lo que causó pánico en los mercados, desde las acciones hasta los bonos y el dólar.

A los inversores les preocupaba que el impacto inflacionista de los aranceles pudiera mantener elevados los tipos de interés durante más tiempo, con lo que se aplicaría más presión a una economía que ya empezaba a mostrar algunas señales de debilidad.

A medida que el gobierno redoblaba inicialmente los aranceles, las inquietudes económicas se intensificaron y se convirtieron en preocupaciones sobre la seguridad de los activos estadounidenses en un momento de agitación en el comercio mundial. Lo que había comenzado como ansiedad por la inflación y el mercado laboral se centró más agudamente en el drástico efecto que los aranceles de Trump podrían tener en todo el sistema financiero.

Los analistas se inquietaron por un alejamiento generalizado del dólar y de los activos estadounidenses en general, un cambio con respecto a los últimos años, cuando Estados Unidos dominaba el panorama de la inversión y el dinero se volcaba en activos estadounidenses. De manera notable, incluso después de tal comienzo de año, el dólar no está tan débil históricamente, porque partió de un nivel muy alto.

"Creo que existe la preocupación de que el Estados Unidos que parecía excepcional esté cayendo en picado", dijo Englander.

Lo más probable es que unos aranceles más altos signifiquen menos importaciones, y menos importaciones significan menos dólares pagados a las empresas en el extranjero. Eso, a su vez, podría reducir los dólares reinvertidos en Estados Unidos, en mercados como los bonos del Estado, tanto por la sencillez de evitar el cambio de divisas como por la confianza que los inversores tienen en los mercados estadounidenses.

Las repercusiones de la reciente caída del dólar son de gran alcance. La última vez que el dólar empezó un año con un descenso tan pronunciado fue en 1973, cuando las monedas extranjeras dejaron de estar vinculadas al dólar. Ese movimiento se produjo dos años después de que el presidente Richard Nixon tomara la decisión de dejar de vincular el oro al dólar.

Para algunos, la debilidad del dólar este año ha mermado los rendimientos de los mercados bursátiles estadounidenses, de nuevo en auge. El S&P 500 alcanzó un máximo histórico la semana pasada, tras subir un 24 por ciento desde que el gobierno dio marcha atrás en gran parte de su plan arancelario inicial.

Pero si convertimos la rentabilidad del S&P 500 de dólares a euros, el repunte se ve muy diferente: solo ha subido un 15 por ciento y sigue estando a un 10 por ciento de su máximo histórico.

Para los inversores estadounidenses, la debilidad del dólar puede animarlos a mirar fuera de Estados Unidos. El índice Stoxx 600, una amplia medida de los valores europeos, ha subido aproximadamente un 15 por ciento durante el mismo periodo, pero convertido de nuevo a dólares, esa ganancia se eleva al 23 por ciento. Los fondos de pensiones y de dotación, entre otros inversores, ya han dicho que, como consecuencia de ello, están examinando más detenidamente los mercados fuera de Estados Unidos.

La disminución de la demanda de activos estadounidenses derivada de los aranceles también ha chocado con los planes del gobierno de aumentar el gasto, y con ello ha desvanecido las esperanzas de algunos halcones fiscales de que Trump cumpliera su promesa electoral de reducir el gasto público.

A pesar de la oposición inicial en el Senado, el proyecto de ley comenzó a abrirse paso de nuevo en el Congreso y se calcula que añadirá billones de dólares al déficit a lo largo de una década.

El gobierno compensaría este déficit tratando de obtener más préstamos de los inversores en el mercado del Tesoro, precisamente cuando esos mismos inversores han empezado a retroceder, lo que suscita preocupaciones sobre la estabilidad del mercado.

Estas preocupaciones socavan el papel de los bonos del Tesoro y del dólar como refugio en periodos de tensión.

Normalmente, cuando los inversores están preocupados, buscan activos que confían que mantendrán su valor durante los períodos de agitación. Pero la preocupación por el dólar lo ha debilitado aún más, incluso en condiciones de volatilidad de cambio, lo que sugiere que no está desempeñando de manera consistente el mismo papel de refugio para los inversores en estos momentos.

"La desdolarización a gran escala, si es que llega, está todavía muy lejos", dijo Rick Rieder, director de inversiones de renta fija mundial de BlackRock, en las últimas previsiones trimestrales de la gestora de fondos. "Pero se está produciendo una dinámica que podría elevar significativamente ese riesgo: el aumento de la deuda pública".

Joe Rennison reporta sobre mercados financieros, lo que abarca desde escribir crónicas sobre las condiciones caprichosas de la bolsa, hasta explicaciones de las decisiones de corretaje, a menudo inescrutables, de los expertos de Wall Street.