Multitudes se congregan en la calle frente al London Palladium para ver a Rachel Zegler cantar "No llores por mí, Argentina" desde un balcón, mientras que quienes compraron boletos la ven en una pantalla dentro del teatro.
Una tarde reciente, llegué al London Palladium y me encontré con una escena decepcionante: los asientos más sonados del West End ya estaban ocupados.
Fuera, en la calle, no lejos de la gran entrada del teatro, dos hombres estaban sentados sobre esos asientos --que en realidad eran montones de cartón a la espera de ser reciclados-- para tener una visión perfecta de la presentación que tiene en vilo a la escena teatral londinense.
En unos instantes, Rachel Zegler, la actriz que interpreta a Eva Perón en una reposición de Evita en el Palladium, aparecería en un balcón y cantaría "No llores por mí, Argentina", la canción emblemática del espectáculo, a los cientos de amantes de los musicales, observadores de famosos y turistas confundidos reunidos abajo.
Las personas del público dentro del teatro, algunas de las cuales habían pagado 240 libras, unos 327 dólares, por unos asientos que no estaban hechos de basura, la verían en una gran pantalla.
Adam McCollom, de 41 años, un académico que había conseguido un sitio sobre los montones de cartón, dijo que la escena en la calle de Zegler era apropiada para un musical sobre Perón, la esposa del presidente socialista de Argentina, a quien adoraban las clases trabajadoras. "Aquí estoy yo, el plebeyo sobre los botes de basura, a punto de aplaudir a la mujer a la que le pagan miles de millones", dijo.
Desde que Evita comenzó sus preestrenos este mes, "No llores por mí, Argentina" de Zegler ha sido objeto de acalorados debates en los tablones de anuncios de teatro, en las redes sociales y en las secciones de comentarios de los periódicos. Para algunos, es un truco publicitario; para otros, una forma generosa de llevar el teatro en vivo a quienes no pueden pagar los precios del West End.
La táctica encaja con la historia del musical. La producción original de 1978 incluía una pantalla en el escenario que mostraba fotos e imágenes de la vida de Eva Perón. Y algunos fans han señalado que Jamie Lloyd, el director responsable de la reposición, ya ha utilizado antes este tipo de trucos fílmicos. Su Sunset Boulevard , que se presenta en el St. James Theater de Broadway hasta el 20 de julio, contiene una escena en la que el desventurado guionista Joe Gillis (Tom Francis) canta el número principal del musical mientras camina por la calle West 44th, y su actuación se retransmite en las pantallas del interior.
A pesar de ese pedigrí, los periódicos británicos han dado importancia a las quejas de algunos espectadores que han pagado sus entradas. "Mis hijas gastaron un monto alto por esto", escribió una persona en los comentarios de un reciente artículo del Times of London: "No están contentas de pagar tanto para ver un punto clave de la obra en una pantalla".
Sin embargo, esta semana, en una representación de Evita, ningún espectador del interior al que pregunté se mostró molesto, aunque yo estaba, hay que reconocerlo, en los asientos más baratos del segundo balcón. Hilary Colton, de 65 años, profesora jubilada que estaba de vacaciones desde Nueva Jersey, dijo que "No llores por mí, Argentina" era simplemente una canción de un musical de dos horas. "Yo no enloquecería por ello", añadió.
La escena se desarrolla al comienzo del segundo acto. En el interior del teatro, Juan Perón (James Olivas), recién elegido presidente, está de pie en el escenario desnudo, con una cámara que proyecta su rostro en la pantalla, mientras expone sus objetivos políticos con un fondo de música disonante con influencias de jazz.
A continuación, mientras suenan exuberantes cuerdas, la pantalla cambia para mostrar a Evita (Zegler) caminando por las grandes salas del teatro con un reluciente vestido blanco antes de dirigirse al balcón para declarar que nunca olvidará sus humildes orígenes. Las imágenes de Zegler se intercalan con tomas de los espectadores al aire libre, muchos de ellos con sus teléfonos en alto.
En la representación que vi, aproximadamente un tercio del auditorio aplaudió tras este número de alta tecnología. Nadie abucheó en señal de desaprobación, y personalmente, desde tan alto, no pude ver por qué alguien lo haría. Mi asiento había costado 29,50 libras esterlinas, unos 40 dólares, y para entonces ya había visto suficiente espectáculo --como a Zegler corriendo por encima de las espaldas de cuatro hombres durante un número de baile-- para justificar el precio. Además, desde lo alto, solo podía ver claramente la cara de Zegler cuando aparecía en pantalla.
El reparto y el equipo creativo no han hecho comentarios sobre el espectáculo mientras la obra está todavía en preestreno. (La noche del estreno es el 1 de julio). El equipo de prensa de Evita declinó una solicitud de entrevista. Pero a Andrew Lloyd Webber, quien compuso la música de Evita, parece encantarle la elección. Su única preocupación, según declaró al programa de televisión Good Morning Britain, era que si la escena del balcón atraía a demasiada gente, las autoridades podrían clausurarla.
Fuera de dos actuaciones recientes, el riesgo de molestar a la policía parecía bajo. El público observaba a Zegler casi siempre en silencio, vitoreándola solo cuando salía al balcón y, más tarde, cuando saludaba a la multitud y levantaba los puños hacia el cielo. Un hombre gritó a Zegler que "cantara más fuerte", pero tal vez se debió a su proximidad a un músico callejero que tocaba una batería improvisada.
Tras la actuación, varios espectadores dijeron que ahora querían comprar entradas para el espectáculo. McCollom --el hombre sobre el montón de cartones-- calificó la actuación de Zegler con "cinco estrellas", y añadió que era "encantador que los transeúntes puedan ver algo así" gratis en Londres.
Mientras se marchaban, su amigo Scott Hardcastle, de 37 años, sugirió volver para contemplar de nuevo la escena. "La próxima vez deberíamos traer asientos", dijo, "y cobrar a la gente por sentarse".
Alex Marshall es un reportero del Times que cubre la cultura europea. Está radicado en Londres.
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