La 'decisión crucial' de Anna Wintour de ceder (un poco) el control

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Anna Wintour conmocionó al mundo de la moda y de los medios de comunicación, el jueves, al decir que dejaría su puesto de editora de American Vogue, la edición estadounidense de la revista. Es un cambio de poder, pero no es el final de su carrera al frente de la revista más famosa del mundo.

En Condé Nast, donde trabaja desde 1983, Wintour ocupa tres cargos. Cuando renuncie al título de editora jefe, esa posición dejará de existir.

En su lugar, un "jefe de contenido editorial" --un cargo nuevo en American Vogue-- dependerá directamente de ella.

Wintour, de 75 años, seguirá siendo la directora editorial global de Vogue. También seguirá siendo directora de contenidos de Condé Nast, supervisando Wired, Vanity Fair, GQ y varias revistas más (el único título de Condé Nast que no supervisa es The New Yorker).

El fervor suscitado por la renuncia de Wintour es un testimonio de su influencia en el mundo de la moda y de su control sobre la industria de rumores del sector. Cada pocos años surgen multitud de reportes sobre los planes de Wintour para dejar el cargo y sus posibles sucesores.

Nunca han dado en el clavo. La noticia del jueves solo fue un paso a medias.

"Quería hablar con todos ustedes esta mañana sobre una decisión fundamental en la que llevo pensando mucho tiempo", dijo Wintour al personal de Vogue el jueves por la mañana, en declaraciones obtenidas por The New York Times. Indicó que buscaría un jefe de contenidos para American Vogue, pero reafirmó --de la manera más Wintour posible-- que ella no se iba a ninguna parte. No se trataba de una jefa ejecutiva que se jubilaba y se incorporaba al consejo.

"Este es el momento en el que estoy en la empresa", dijo Wintour. "No voy a trasladar las oficinas --ni una sola pieza de mi cerámica de Clarice Cliff-- y en los próximos años dedicaré toda mi atención al liderazgo global y a trabajar con nuestro equipo de brillantes editores de todo el mundo, ayudando a apoyar a esos editores en todo lo posible".

En otras palabras: Wintour seguirá siendo la persona más poderosa de Vogue, supervisando todas las ediciones, incluidas las que se publican en el Reino Unido, Francia, Italia y otros países. El jefe de contenido editorial se encargará de gestionar las operaciones cotidianas de American Vogue.

Quien asuma el cargo será, técnicamente, la sucesora de Wintour, pero solo en este papel. El espacio que ella ocupa en el mundo será más difícil de llenar.

El cambio está en consonancia con una reestructuración que comenzó en 2020. Hasta entonces, cada cabecera internacional de Vogue tenía su propio editor jefe y funcionaba de forma más o menos independiente. Hace cinco años, cuando Wintour asumió el control de estas marcas como directora editorial global, sustituyó a sus editores por jefes de contenido editorial (normalmente más jóvenes).

Se vio como un alejamiento del impenetrable editor imperial, una reliquia de los días de "El diablo viste a la moda", de grandes presupuestos y coches de lujo.

Más publicaciones de Condé Nast han seguido el ejemplo de erradicar el título de editor jefe. Radhika Jones, quien recientemente dejó Vanity Fair, fue la última en ostentar el título. Su sustituto, Mark Guiducci, es su primer director editorial global.

Jessica Testa cubre los medios emergentes y no tradicionales para el Times.