
La empresa brasileña, multada con miles de millones por sobornos, cotiza ahora en la Bolsa de Nueva York. Algunos atribuyen su éxito a la era de negociaciones del presidente Trump.
Hace menos de una década, la mayor procesadora de carne del mundo tenía problemas. Los hermanos brasileños que la dirigían estaban tras las rejas y su empresa, JBS, había sido multada con miles de millones de dólares por sobornar a políticos en uno de los mayores casos de corrupción de la historia.
Ahora, JBS, una empresa con sede en Brasil que opera en todo el mundo y posee una enorme cuota del mercado cárnico estadounidense, ha protagonizado una asombrosa remontada, aun cuando se enfrenta a procesos judiciales en curso relacionados con la fijación de precios, el trabajo infantil y delitos contra el medio ambiente en la selva amazónica.
Tras años de intentos por parte de JBS, los reguladores estadounidenses aprobaron finalmente la cotización pública de la empresa en la Bolsa de Nueva York, dejando de lado las preocupaciones sobre el negocio de la empresa y las protestas de los productores de carne de vacuno estadounidenses, grupos ecologistas y políticos de ambos lados del espectro político.
Se trata de una gran victoria para JBS, que le proporciona un gran flujo de capital y un sello de aprobación estadounidense. Al cotizar en el mayor mercado de valores del mundo, la empresa puede llegar ahora a un gran grupo de inversores estadounidenses y recaudar más efectivo emitiendo y vendiendo acciones a los inversores.
Pero la coincidencia de tiempos está haciendo levantar sospechas. Una empresa estadounidense propiedad de JBS hizo la mayor donación individual, de 5 millones de dólares, al comité inaugural del presidente Donald Trump, y la compañía brasileña también duplicó su gasto en cabildeo en los tres primeros meses del año, según muestra un análisis de los registros públicos realizado por el New York Times.
La donación y la posterior aprobación de la cotización de JBS por parte de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por su sigla en inglés), encabezada por un nuevo presidente nombrado por Trump, en un momento en que el presidente de Estados Unidos reduce la independencia de la comisión, han alimentado las preocupaciones de los demócratas y los grupos de vigilancia de que el regalo de la firma puede haber ayudado a ganar el favor del gobierno..
También ha suscitado dudas sobre si un clima de negociación de acuerdos fomentado por Trump podría haber ayudado a una empresa con un historial problemático a acceder a inversores estadounidenses y consolidar su dominio del mercado en Estados Unidos, Brasil y otros lugares.
"Este es su sueño desde hace mucho tiempo", dijo Raquel Landim, comentarista brasileña de medios en televisión y en línea que ha escrito un libro sobre JBS. "Esta cotización es como la joya de la corona en el regreso que están haciendo".
JBS no respondió a las preguntas enviadas por correo electrónico y una portavoz de la SEC declinó hacer comentarios.
Danielle Alvarez, una portavoz del comité inaugural de Trump, dijo que el presidente "aprecia mucho a sus partidarios y donantes", pero que "no está comprado por nadie".
"Cualquier insinuación en sentido contrario es sencillamente falsa", añadió Alvarez.
Como una de las cuatro principales empresas cárnicas de Estados Unidos, JBS tiene contratos millonarios con el gobierno para abastecer a escuelas públicas y bancos de alimentos. En los supermercados estadounidenses, vende carne de res, cerdo y pollo bajo marcas como Swift, Pilgrim's Pride y Blue Ribbon.
Las acciones de JBS empezaron a cotizar en la Bolsa de Nueva York el 13 de junio, lo que le da acceso a una financiación más barata y abundante en un momento en que está trazando ambiciosos planes de expansión en África y Medio Oriente.
Los expertos señalaron que la principal responsabilidad de la SEC es garantizar que las empresas que operan en los mercados estadounidenses sean transparentes, no determinar si están libres de riesgo o son inversiones respetables.
"Mientras la empresa proporcione información completa y justa, son los inversores quienes deciden", afirmó Henry Hu, profesor de derecho bursátil de la Universidad de Texas.
Ponderar cuestiones como los derechos humanos o la deforestación, añadió Hu, "no entra dentro del papel clásico de la SEC".
El año pasado, durante el gobierno de Joe Biden, la agencia estableció nuevos requisitos que obligaban a las empresas a revelar detalles sobre sus efectos en el clima, pero las normas suscitaron recursos judiciales y, en marzo, fueron retiradas por la nueva dirección de la SEC. JBS es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo, con niveles anuales superiores a los de Italia, según los grupos de vigilancia medioambiental.
Tras la aprobación de la cotización por parte de la SEC, la senadora Elizabeth Warren, demócrata por Massachusetts, envió una carta preguntando a Pilgrim's Pride, filial de JBS, si había donado a la toma de posesión de Trump como parte de un acuerdo quid pro quo. La donación de 5 millones de dólares superó las contribuciones combinadas de Amazon, Meta, Google y el jefe ejecutivo de Apple.
"La decisión de la SEC, tomada apenas unos meses después de la donación de Pilgrim's Pride, plantea interrogantes sobre una influencia indebida", escribió Warren.
Las donaciones grandes a la toma de posesión por parte de empresas no están prohibidas por la legislación estadounidense, y no hay pruebas de que JBS o Pilgrim's Pride recibieran un trato favorable gracias a la contribución.
Pilgrim's Pride, en un comunicado, dijo que la donación formaba parte de "una larga historia bipartidista de participación en el proceso cívico".
Los analistas dijeron que la donación reflejaba una fiebre de cabildeo más amplia que se está afianzando en Washington, a medida que las empresas compiten para influir en los responsables de la toma de decisiones en el gobierno de Trump.
"Cada vez son más las empresas multinacionales que buscan entender mejor cómo pueden influir en la política", afirma David Tamasi, veterano miembro de grupos de cabildeo en Washington.
En los tres primeros meses de 2025, JBS gastó el doble en cabildeo, tanto de manera interna como a través de empresas de representación, que en el mismo periodo de 2024, según un análisis del Times de los datos de gastos recopilados por OpenSecrets, un grupo de vigilancia no partidista.
JBS lleva años intensificando sus actividades de cabildeo en busca de apoyo para su salida a bolsa. Contrató a empresas de cabildeo con vínculos con senadores, estableció una oficina en Washington dedicada a las relaciones gubernamentales y contrató a estrategas con experiencia en el gobierno, como Karla Thieman, que fue jefa de gabinete de Tom Vilsack, exsecretario de Agricultura.
En el último año, JBS parece haber intensificado sus esfuerzos por estrechar lazos con los gobernantes, cortejando a los políticos de los estados agrícolas y anunciando nuevas inversiones, como unos planes para invertir 200 millones de dólares en sus plantas de procesamiento de carne de res en Texas y Colorado.
"Con el tiempo, JBS ha sido capaz de encontrar palancas de influencia de las que jalar", dijo Joe Maxwell, uno de los fundadores de Farm Action, un grupo de defensa que se opone a los monopolios corporativos en el sector agrícola. "Y eso, obviamente, les ha colocado en una buena posición".
JBS empezó como un matadero familiar en el Brasil rural de la década de 1950 y se convirtió en una de las empresas alimentarias más poderosas del mundo, que hace llegar sus productos cárnicos a unos 180 países y que el año pasado facturó 77.000 millones de dólares.
Pero la suerte de la empresa cambió hace casi una década, cuando se vio implicada en una vasta trama de sobornos descubierta en el marco de una investigación de corrupción conocida como Operación Lava Jato, que comenzó en Brasil y se extendió por al menos 12 países. Derribó empresas multinacionales y envió a presidentes y ejecutivos a la cárcel.
En 2017, JBS admitió haber pagado sobornos a más de 1800 funcionarios en Brasil a cambio de contratos gubernamentales y financiación barata del banco de desarrollo del país. Los préstamos ayudaron a JBS a entrar en Estados Unidos y comprar decenas de marcas estadounidenses en dificultades, lo que la convirtió en un gigante mundial.
Finalmente, las autoridades brasileñas ordenaron a la sociedad matriz detrás de JBS pagar 3200 millones de dólares en el mayor acuerdo jamás alcanzado en el país. En 2020, durante el primer mandato de Trump, el Departamento de Justicia de Estados Unidos también multó a la empresa con cientos de millones por violar las leyes anticorrupción en relación con la Operación Lava Jato.
Los hermanos que controlan JBS, Joesley y Wesley Batista, fueron encarcelados brevemente como consecuencia del plan de sobornos y abandonaron el consejo de administración de la empresa.
JBS no tardó mucho en recuperarse. Al considerar que los fiscales y los investigadores habían actuado de forma indebida, un juez brasileño revocó en 2023 la multa de 3200 millones de dólares y, el año pasado, los dos hermanos Batista fueron restituidos como miembros del consejo.
Aun así, JBS ha seguido enfrentándose a acusaciones persistentes de prácticas indeseables. En 2023, un estado brasileño demandó a JBS después de que las autoridades descubrieran que la empresa compraba ganado criado en una reserva deforestada ilegalmente.
Los investigadores también han descubierto que niños migrantes de hasta 13 años trabajaban en turnos de limpieza durante la noche en mataderos de JBS en Estados Unidos. La empresa acordó este año pagar 4 millones de dólares como parte de un acuerdo con el Departamento de Trabajo de Estados Unidos.
En febrero, JBS también acordó pagar 83,5 millones de dólares para resolver una demanda colectiva que acusaba a la empresa de conspirar con otras procesadoras de carne para reducir la oferta de carne de res en Estados Unidos con el fin de inflar artificialmente los precios.
En ambos casos, JBS llegó a un acuerdo sin admitir infracción alguna.
Hasta ahora, el historial de la empresa ensombrecía su propuesta a los inversores estadounidenses. En 2023, un grupo bipartidista de 15 senadores instó a la SEC a rechazar los planes de la empresa de cotizar en bolsa en Estados Unidos, citando los vínculos de JBS con la manipulación del mercado y la deforestación en Brasil.
Mighty Earth, un grupo de defensa del medio ambiente, calcula que la empresa y sus filiales enfrentan varios miles de millones en casos penales, civiles, fiscales y laborales en curso.
Sin embargo, el ambiente ha cambiado y los observadores temen que JBS esté sometida a un menor escrutinio en el futuro, porque las normas de revelación de información de Estados Unidos son más laxas para las empresas extranjeras.
Y JBS podría utilizar su nuevo acceso a los mercados estadounidenses para hacerse con una mayor cuota del mercado mundial de la carne, perjudicando a los pequeños agricultores, dijo Maxwell, de Farm Action. "¿Qué van a hacer con ese dinero?", dijo. "Vamos a estar vigilando".
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