
South Korea Elections Labor and Jobs Demonstrations, Protests and Riots Layoffs and Job Reductions Temporary Employment Income Inequality Politics and Government Law and Legislation Lee Jae-myung People Power Party
En lo alto de una esbelta torre de cámaras de tráfico de 29,8 metros de altura en el centro de Seúl, Kim Hyoung-su vive bajo un refugio de lona. Es tan pequeño que no puede estirarse del todo cuando duerme. Pero Kim lleva 77 días allí arriba, protestando por uno de los mayores problemas económicos de Corea del Sur: la desigualdad laboral.
Es un tema que divide profundamente a los candidatos que hacen campaña para las elecciones presidenciales del martes.
"Me siento como un animal en una jaula, comiendo, durmiendo y haciendo mis necesidades en el mismo sitio", dijo Kim desde su lugar de protesta en pleno cielo. "Pero persistiré si esto es lo que hace falta para que la sociedad conozca la realidad a la que se enfrentan los trabajadores como yo".
Kim, de 52 años, es uno de los miles de trabajadores subcontratados en el astillero Hanwha Ocean, uno de los mayores de una industria que es un pilar de la economía de Corea del Sur. Los trabajadores como él viajan en el mismo autobús, llevan el mismo uniforme, comen en el mismo comedor de la fábrica y trabajan en el mismo barco que los contratados directamente por Hanwha en el astillero, situado en la costa sur. Pero solo cobran la mitad de lo que ganan los demás, dijo Kim.
Kim subió a la torre situada frente a la sede de Hanwha en Seúl el 14 de marzo para protestar por la "discriminación que ya no podía soportar".
Las industrias manufactureras de Corea del Sur, incluidos sus constructores navales, enfrentan dificultades para seguir siendo competitivas frente a China. Por eso, cada vez llenan más su fuerza de trabajo con trabajadores subcontratados, que son más baratos y fáciles de despedir. Pero a medida que ha aumentado la desigualdad económica, la humillación y la desesperación a las que se enfrentan estos trabajadores temporales se ha convertido en uno de los temas más delicados de Corea del Sur y en un emblema de los problemas económicos más generales.
El crecimiento económico trimestral de Corea del Sur se ha ralentizado a un paso de tortuga en el último año, llegando a contraerse un 0,2 por ciento entre enero y marzo. El país teme que su economía, impulsada por las exportaciones, se enfrente a tiempos más difíciles, ya que el gobierno de Donald Trump ha impuesto fuertes aranceles a sus exportaciones clave, como los automóviles y el acero.
Los más afectados por el declive económico son las personas con ingresos más bajos, ya que los salarios no han aumentado tan rápidamente como los precios al consumo. La brecha económica entre ricos y pobres es la mayor de la historia, mientras que todos los candidatos presidenciales han insistido en la necesidad de un crecimiento económico en lugar de la distribución de la riqueza y el gasto en bienestar social.
Pero la causa que Kim, el trabajador de los astilleros, destaca --más derechos laborales para los trabajadores temporales-- se ha asegurado un partidario importante. El favorito para las elecciones, Lee Jae-myung, del Partido Demócrata, se ha comprometido a aprobar un proyecto de ley que otorgue a los trabajadores subcontratados mayores derechos de negociación colectiva y de huelga. (El expresidente Yoon Suk Yeol, quien fue procesado y destituido tras declarar la ley marcial, bloqueó repetidamente la legislación propuesta).
Cuando los surcoreanos salieron a la calle para exigir la destitución de Yoon, entre ellos había trabajadores subcontratados y otros que habían sido despedidos. Pedían "igualdad" y "un mundo sin discriminación".
Ko Jin-soo era uno de ellos. Este hombre de 52 años había trabajado durante 20 años como cocinero en un hotel del distrito turístico de Myeongdong, en Seúl, hasta que él y otros 11 trabajadores sindicalizados fueron despedidos en 2021, durante la pandemia. Ahora que los turistas vuelven en masa, Ko exige que le devuelvan su puesto de trabajo.
Para defender su causa, lleva 107 días sentado en lo alto de una estructura de control del tráfico de 10 metros de altura en el centro de Seúl. "Los constantes gases de escape, el ruido y la luz de los coches que circulan por debajo de mí son lo peor de mi vida aquí arriba", dijo.
Al igual que Kim, Ko recibe comida, baterías recargadas para el celular y otros suministros mediante una cuerda que le envían sus colegas que están en tierra. Con la misma cuerda, baja sus residuos. Durante las horas de trabajo y a la hora de comer, permanece de pie en su plataforma, gritando sus exigencias con un megáfono.
"No bajaré hasta que me devuelvan mi puesto de trabajo", dijo.
Corea del Sur tiene un historial de trabajadores desesperados que elevan sus quejas al aire. En 2003, un dirigente sindical de un astillero que exigía mejores condiciones de trabajo estuvo 129 días sentado en lo alto de una grúa de 35 metros de altura en Busan, en la costa sur, hasta que se ahorcó allí mismo. En 2011, Kim Jin-sook, una soldadora, se subió a la misma grúa y se negó a bajar durante 309 días hasta que la dirección accedió a volver a contratar a los trabajadores despedidos.
Un taxista realizó una huelga en el aire durante 510 días entre 2017 y 2019. Ese récord lo batió Park Jeong-hye, quien hasta el viernes pasado había estado protestando en el techo de una fábrica incendiada durante 509 días.
"La gente con poder, dinero y autoridad no protege nuestro sustento", dijo Park, de 39 años, cuando subió al tejado en enero del año pasado, después de que su empresa cerrara su fábrica de Gumi, en el centro de Corea del Sur, tras un incendio.
La empresa suministraba películas ópticas a la surcoreana LG Display, cuyos paneles se utilizaban en los productos de Apple. Park y sus compañeros exigen que se les traslade a la fábrica de otra empresa en Corea del Sur, que, según dijeron, se había hecho cargo de cumplir los pedidos.
Los trabajadores subcontratados como Kim por fin están captando la atención política en vísperas de las elecciones. El número de trabajadores irregulares o temporales ha ido en aumento en los últimos años, hasta alcanzar los 8,4 millones el año pasado, frente a los 8,1 millones de 2023, según las estadísticas del gobierno. Esos trabajadores representan más del 38 por ciento del total de la mano de obra asalariada del país.
Quieren que se revise la legislación laboral del país para que puedan negociar directamente con los usuarios finales de su trabajo, como Hanwha, y, si es necesario, declararse en huelga. La ley actual solo les permite negociar a través de sus empresas subcontratadas, a las que califican de marionetas de las grandes corporaciones.
Los grupos de presión de las grandes empresas se han opuesto a un proyecto de ley que revisa la ley laboral, alegando que conduciría a la proliferación de luchas laborales violentas. Yoon vetó el proyecto de ley dos veces cuando era presidente. Kim Moon-soo, el candidato presidencial del conservador Partido del Poder Popular al que Yoon había pertenecido, ha prometido resistirse.
Pero su principal rival, Lee, quien va en cabeza en las encuestas, ha prometido aprobar el proyecto de ley si resulta electo, afirmando que fue recomendado por la Organización Internacional del Trabajo. Eso supondría un gran paso adelante para los trabajadores como Kim, aunque se han quejado de que el proyecto de ley propuesto por el partido de Lee no cubre a los trabajadores de sectores como el transporte, la entrega y la reparación, que también trabajan para grandes empresas por contrato.
Los responsables de Hanwha dijeron que, dado el conocido ciclo de auge y caída de la industria de la construcción naval, los astilleros inevitablemente contratan a muchos trabajadores temporales. Hanwha Ocean tiene actualmente 18.000 trabajadores subcontratados, entre ellos miles de inmigrantes de países asiáticos más pobres, frente a 10.000 empleados fijos, muchos de los cuales ocupan puestos de oficina.
Hanwha dijo que era exagerada la afirmación de los trabajadores subcontratados de que cobraban solo la mitad de lo que ganaban los trabajadores fijos, a pesar de realizar trabajos más peligrosos. Dijo que sus trabajadores fijos realizaban trabajos más cualificados.
Hanwha dijo que estaba dispuesta a discutir la mejora de las prestaciones de los trabajadores, pero que, según la legislación vigente, era ilegal que la empresa negociara directamente con ellos.
Kim, que inició su huelga sentado en el aire contra Hanwha después de que una huelga de hambre de 22 días no produjera ningún cambio, no cede.
"Los trabajadores subcontratados nos sentimos como si estuviéramos cavando un pozo en un desierto, pero no se nos permitiera compartir el agua", dijo.
Choe Sang-Hun es el reportero principal del Times en Seúl, y cubre Corea del Sur y del Norte.
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