
Para ser animales cariñosos y peludos, los gatos tienen tendencia a la independencia o incluso al distanciamiento. Suelen tener sus propias ideas sobre lo que deberían hacer, que pueden coincidir o no con los deseos de sus dueños.
La naturaleza independiente de los gatos puede ser un factor que explique por qué las investigaciones sobre su comportamiento no han avanzado tanto como las exploraciones científicas sobre el de otros animales domésticos, incluidos los perros. “En realidad, los gatos entienden muchas cosas tan bien como los perros, pero no lo demuestran en su comportamiento y son más reservados, lo que dificulta la realización de experimentos”, afirmó Hidehiko Uchiyama, catedrático de Ciencias Animales de la Universidad de Agricultura de Tokio.
Pero en un estudio publicado el miércoles en la revista PLOS One, Uchiyama y su equipo lograron obtener algunos hallazgos de investigación en el comportamiento felino que establecen que los gatos responden de forma diferente al olor de sus dueños que al olor de extraños. Eso sugiere que tu amigo felino sabe a qué hueles, además de cómo eres y cómo suenas.
Con ayuda de recomendaciones de amigos y colegas, los investigadores reclutaron a 30 gatos y a sus dueños para participar en el estudio. Los dueños de los gatos capturaron su olor frotando hisopos de algodón detrás de las orejas, entre los dedos de los pies y bajo las axilas. Se reclutó a otras ocho personas que no tenían mascotas ni conocían a los dueños de los gatos para que fueran “donantes de olor”.

A cada uno de los gatos del estudio, en la comodidad de su propia casa, se le presentó un conjunto de tubos de ensayo que contenían los hisopos de algodón con el olor de su dueño, de un desconocido y de un control en blanco. Una cámara parte del montaje experimental grabó las reacciones de los gatos a los tubos de ensayo.
Los gatos pasaron más tiempo olfateando las muestras de los desconocidos que las de sus dueños, lo que indica que los gatos podían reconocer el olor de sus dueños y dedicaban más tiempo a explorar los que nunca habían olido antes.
Aunque este hallazgo pueda parecer de sentido común, para Carlo Siracusa, profesor asociado de comportamiento animal en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Pensilvania, que no participó en el estudio, es “un dato muy importante. Así es como funciona la ciencia. Hay que probarlo todo”.
Uchiyama y sus colegas analizaron más a fondo las grabaciones en video de los gatos olfateando los tubos de ensayo y observaron que los gatos utilizaban predominantemente la fosa nasal derecha para oler los tubos de ensayo de los extraños, independientemente de dónde se colocara el tubo dentro del conjunto. Estos hallazgos parecían corroborar estudios anteriores de otros animales, incluidos los perros, que también se guiaban por la fosa nasal derecha cuando exploraban olores extraños.

“La fosa nasal izquierda se utiliza para los olores familiares, y la derecha para los olores nuevos y alarmantes, lo que sugiere que el olfato puede estar relacionado con el funcionamiento del cerebro”, explicó Uchiyama. “Es probable que se prefiera el cerebro derecho para procesar los olores emocionalmente alarmantes”.
Siracusa pidió cautela a la hora de interpretar si el comportamiento olfativo de los gatos está relacionado con la función cerebral. “El estudio no demostró que se active el lado derecho del cerebro”, dijo. Para demostrarlo será necesario que los gatos estén dispuestos a cooperar para que se les escanee el cerebro mientras olfatean cosas.
Aunque se necesitan más investigaciones para confirmar si la fosa nasal que los gatos utilizan para oler a la gente es una ventana a la mente felina, Siracusa afirmó que estudios como el de Uchiyama son importantes para que los humanos comprendamos mejor el comportamiento felino, lo que puede ayudarnos a cuidar mejor de ellos. También destacó la proeza logística de diseñar un protocolo de estudio considerado aceptable por sus participantes felinos.
“En verdad elogio a este grupo de científicos por haber conseguido involucrar a 30 gatos en estas cosas”, dijo Siracusa. “La mayoría de los gatos no quieren participar en investigaciones”.
*Kate Golembiewski - ©The New York Times
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