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El gobierno haitiano ha firmado un acuerdo con Prince, el contratista militar privado que fundó Blackwater, empresa conocida por una matanza de civiles en Irak.
Erik Prince, contratista militar privado y destacado partidario del presidente Donald Trump, está colaborando con el gobierno de Haití para llevar a cabo operaciones letales contra las pandillas que aterrorizan a la nación y amenazan con apoderarse de su capital.
Prince, fundador de Blackwater Worldwide, firmó un contrato para enfrentarse a los grupos criminales que han estado matando a civiles y tomando el control de vastas franjas de territorio, según altos funcionarios del gobierno haitiano y estadounidense y otros expertos en seguridad familiarizados con el trabajo de Prince en Haití.
En los últimos meses, el gobierno de Haití ha usado los servicios de contratistas estadounidenses, entre ellos Prince, para que trabajen en un grupo de operación secreta destinado a desplegar aviones no tripulados para matar a miembros de pandillas, dijeron expertos en seguridad. El equipo de Prince ha estado operando los drones desde marzo, pero las autoridades aún no han anunciado la muerte o captura de un solo objetivo de alto valor.
Los expertos en seguridad dijeron que Prince también ha estado buscando veteranos militares haitianos para contratarlos y mandarlos a Puerto Príncipe; se espera que envíe hasta 150 mercenarios a Haití durante el verano. Recientemente envió un gran alijo de armas al país, según dos expertos.
El gobierno haitiano está esperando la llegada de los envíos de armas y de más personal para intensificar su lucha contra las pandillas.
Funcionarios estadounidenses dijeron estar al corriente de la colaboración de Prince con el gobierno de Haití. Pero se desconocen todos los términos del acuerdo del gobierno haitiano con Prince, incluido el monto de sus honorarios.
Este artículo se basa en entrevistas con una decena de personas que siguen de cerca la situación en Haití. Todas menos una hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizadas a discutir públicamente asuntos delicados de seguridad.
El Departamento de Estado, que ha proporcionado millones de dólares en fondos para equipar y formar a la Policía Nacional de Haití, dijo que no le paga a Prince ni a su empresa por ningún trabajo en Haití.
Prince declinó hacer comentarios para este artículo. Blackwater ya no existe, pero Prince es propietario de otras entidades militares privadas.
La participación de contratistas civiles como Prince, un donante de Trump que tiene un largo y accidentado historial en el sector de la seguridad privada, marca un momento crucial en Haití. Su crisis se ha agravado desde que su último presidente fue asesinado en 2021, y el gobierno parece dispuesto a tomar medidas desesperadas para retomar el control.
Los grupos armados intensificaron la violencia el año pasado, uniéndose y tomando las prisiones, incendiando comisarías y atacando hospitales. Alrededor de 1 millón de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares y cientos de miles viven en refugios.
En los últimos meses, las pandillas se han apoderado de tanto territorio que funcionarios de la ONU han advertido que la capital corre el riesgo de caer bajo el control total de la delincuencia.
La situación es lo suficientemente grave como para que tanto funcionarios como civiles se muestren ansiosos por cualquier ayuda exterior, sobre todo después de que una misión policial internacional de 600 millones de dólares estadounidenses iniciada por el gobierno de Joe Biden y compuesta en gran parte por agentes de policía kenianos, no recibiera suficiente personal ni los fondos internacionales adecuados.
Como las fuerzas policiales haitianas carecen del personal y equipamiento necesario para contener a las pandillas, el gobierno está recurriendo a contratistas militares privados equipados con armas de gran potencia, helicópteros y sofisticados drones de vigilancia y ataque para enfrentarse a las pandillas bien armadas. Al menos otra empresa de seguridad estadounidense trabaja en Haití, aunque los detalles de sus labores en el país son secretos.
Desde que comenzaron en marzo los ataques con aviones no tripulados contra las pandillas, han matado a más de 200 personas, según Pierre Esperance, quien dirige una importante organización de derechos humanos en Puerto Príncipe.
Tras el fin de las ocupaciones estadounidenses de Afganistán e Irak, empresas de seguridad como las de Prince empezaron a ver cómo se agotaban sus grandes fuentes de ingresos. Los contratistas militares privados buscan nuevas oportunidades, y ven posibilidades en América Latina.
Antes de las elecciones presidenciales de este año en Ecuador, Prince recorrió el país con la policía local y prometió ayudar a las fuerzas de seguridad. El país se ha enfrentado a una ola de violencia desatada por los grupos delictivos.
Las autoridades ecuatorianas negaron haber firmado un acuerdo de seguridad con Prince.
Una persona cercana al empresario dijo que espera ampliar el alcance de su trabajo en Haití para incluir ayuda en materia de aduanas, transporte, recaudación de ingresos y otros servicios gubernamentales que deben restablecerse para que el país se estabilice. La corrupción desenfrenada del gobierno es una de las principales razones por las que las finanzas de Haití están en ruinas.
Prince, cuya hermana Betsy DeVos fue secretaria de Educación durante el primer mandato de Trump, donó más de 250.000 dólares para ayudar a elegir a Trump en 2016, según los registros financieros de la campaña. A menudo se le citó como "asesor" informal de la primera transición de Trump al cargo, una descripción que él negó.
Días antes de que Trump tomara posesión de su cargo en 2017, Emiratos Árabes Unidos organizó una reunión entre Prince y un ciudadano ruso cercano al presidente de Rusia, Vladimir Putin, como parte de un esfuerzo por establecer una línea de comunicación entre Moscú y el presidente entrante, reunión que posteriormente fue objeto de escrutinio.
El Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes remitió una denuncia penal al Departamento de Justicia sobre Prince, afirmando que había mentido sobre las circunstancias del encuentro, pero nunca se presentaron cargos penales.
Prince tiene un historial de décadas de intervenciones militares en el extranjero, y algunas de sus operaciones terminaron mal. Blackwater enfrentó problemas legales por su trabajo para el ejército estadounidense en lugares como Irak, incluyendo un episodio en 2007 en el que sus empleados mataron a 17 civiles en Bagdad. (El presidente Trump indultó a cuatro guardias de Blackwater en 2020).
En 2011, Prince ayudó a reclutar y entrenar a un ejército de mercenarios colombianos para que Emiratos Árabes Unidos los utilizara en conflictos en Oriente Medio. En 2017, propuso un plan para utilizar contratistas para tomar el control de Afganistán. En 2020, The New York Times reveló que había reclutado a antiguos espías para ayudar a activistas conservadores a infiltrarse en grupos liberales de Estados Unidos.
Un año después, Naciones Unidas le acusó de violar un embargo de armas en Libia, lo que él negó.
"Mi nombre se ha convertido en cebo de clics para quienes les gusta entretejer teorías conspirativas", dijo Prince en una entrevista de 2021 con el Times. "Y si mencionan mi nombre, siempre atrae la atención. Y es bastante repugnante".
La experiencia de Haití con los contratistas militares privados se remonta a décadas atrás. Cuando las fuerzas estadounidenses devolvieron al poder al expresidente Jean-Bertrand Aristide en 1994, tras ser derrocado en un sangriento golpe militar, le acompañaba un equipo de seguridad privada de la Fundación Steele, con sede en San Francisco.
En los últimos años, los contratistas militares en Haití han tenido un historial más turbio. Mercenarios colombianos contratados por una empresa de seguridad estadounidense fueron acusados de participar en el asesinato del último presidente electo, Jovenel Moïse, en 2021.
Rod Joseph, veterano estadounidense del ejército haitiano y propietario de una empresa de formación de agentes de seguridad con sede en Florida, afirmó haber tenido conversaciones con Prince desde finales del año pasado para que le suministrara personal para su contrato.
Joseph, quien entrenó a la policía haitiana en el uso de drones de vigilancia, dijo que Prince le dio la impresión de que sus planes estaban bajo los auspicios del gobierno estadounidense, pero que luego pasaron a depender directamente del gobierno haitiano.
Afirmó que Prince le dijo que planeaba enviar soldados rasos de El Salvador a Haití junto con tres helicópteros para participar en ataques contra las pandillas.
Joseph dijo que le incomodaba la idea de que los contratistas trabajaran directamente con el gobierno haitiano, sin ninguna supervisión estadounidense.
"Deberíamos estar muy preocupados, porque si es del gobierno estadounidense, al menos puede tener la apariencia de tener que responder ante el Congreso", dijo. "Si el contrato es suyo, no le debe explicaciones a nadie".
"Es solo otro día de pago", añadió.
Prince le envió un mensaje de texto hace unos días, dijo Joseph, solicitando una lista de veteranos haitiano-estadounidenses para enviarlos a Haití, pero se negó a facilitar nombres a menos que Prince pudiera proporcionar detalles más precisos sobre su misión y permitiera a Joseph dirigirlos.
Los contratistas militares estadounidenses que realizan trabajos de defensa en el extranjero deben obtener una licencia del Departamento de Estado, pero esas licencias no son de dominio público.
Prince ha tratado de ampliar su cartera y ha viajado al extranjero en busca de nuevos negocios, dijo Sean McFate, profesor de la Universidad Nacional de Defensa y autor de The Modern Mercenary: Private Armies and What They Mean for World Order.
Otros miembros de la industria militar privada ven a Prince con escepticismo, dijo McFate, debido a su carácter llamativo y a la publicidad negativa que genera para una industria de la seguridad que se enorgullece de su "sentido de la profesionalidad".
"Siempre vale la pena observar hacia dónde va Prince, porque es una especie de barómetro de adónde cree que puede llegar el mundo de Trump, y quiere ganar dinero con ello", dijo McFate.
Pero los expertos subrayan que los haitianos están desesperados por encontrar soluciones, independientemente de su procedencia.
"Las puertas están abiertas. Todas las posibilidades deben estar sobre la mesa", declaró el mes pasado el ministro de Economía y Finanzas de Haití, Alfred Métellus, al diario haitiano Le Nouvelliste. "Estamos buscando a todos los haitianos, a todos los extranjeros que tengan experiencia en este campo y que quieran apoyarnos, quieran apoyar a la policía y al ejército para desbloquear la situación".
Joseph dijo que le preocupaba que externalizar el trabajo de lucha contra las pandillas a contratistas militares privados no contribuiría en nada a mejorar las competencias de la policía y el ejército haitianos.
"Cuando se hace así, hay problemas", dijo. "Cada vez que lances conocimientos en paracaídas, los locales siempre necesitarán esos conocimientos. Si no tienes conocimientos de seguridad, solo tendrás un montón de gente muerta".
Maria Abi-Habib, Eric Schmitt y Michael Crowley colaboraron con reportería.
Mark Mazzetti es un periodista de investigación con sede en Washington D. C., especializado en seguridad nacional, inteligencia y asuntos exteriores. Ha escrito un libro sobre la CIA. Más de Mark Mazzetti
Frances Robles es reportera del Times para América Latina y el Caribe. Lleva más de 25 años informando sobre la región.
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