La guerra comercial con Trump pone el mercado laboral de China en riesgo

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EE. UU. y China están negociando de nuevo los aranceles. Esta vez, la economía china atraviesa dificultades.

El presidente Donald Trump se burló de China en su primer mandato, afirmando que sus aranceles habían provocado la pérdida de cinco millones de empleos en ese país. En un tuit de 2019, dijo que sus políticas comerciales habían puesto a China "contra las cuerdas".

Los economistas discreparon mucho sobre el alcance de los perjuicios causados por los aranceles de Trump, pero el mensaje subrayó la importancia del empleo para la economía china, dependiente de las exportaciones.

A cuatro meses del inicio del segundo mandato de Trump, Estados Unidos y China están negociando de nuevo los aranceles, y el mercado laboral chino, especialmente los puestos de trabajo en las fábricas, está en primer plano. Esta vez, la economía china atraviesa dificultades, lo que hace que sus trabajadores estén más vulnerables. Una persistente desaceleración inmobiliaria, que empeoró durante la pandemia ocasionada por la covid, ha acabado con puestos de trabajo y ha empobrecido a la población. Los recién graduados de la universidad se están incorporando a la población activa en un momento en que la tasa de desempleo entre los trabajadores jóvenes es de dos dígitos.

"La situación es claramente mucho peor", dijo Alicia Garcia-Herrero, economista jefe para la región de Asia y el Pacífico del banco de inversión Natixis.

Dijo que, a medida que desaparecen las oportunidades de empleo en otros sectores, ha aumentado la importancia de conservar los 100 millones de puestos de trabajo en el sector manufacturero de China.

Este mes, los funcionarios chinos y estadounidenses acordaron reducir temporalmente los aranceles punitivos que se habían impuesto mutuamente mientras intentaban evitar el retorno a una guerra comercial total que amenazaría con socavar ambas economías.

En un informe de investigación, Natixis dijo que si los aranceles estadounidenses se mantuvieran en sus niveles actuales de al menos el 30 por ciento, las exportaciones a Estados Unidos caerían a la mitad, lo que provocaría una pérdida de hasta seis millones de puestos de trabajo en el sector manufacturero. Si la guerra comercial se reanuda de nuevo en su totalidad, la pérdida de puestos de trabajo podría ascender a nueve millones.

La economía china ha luchado por recuperarse de la pandemia, expandiéndose más lentamente que en los años del primer mandato de Trump, cuando el crecimiento superaba el 6 por ciento anual. Aunque el gobierno chino ha dicho que tiene como objetivo un crecimiento de alrededor del 5 por ciento este año, muchos economistas han pronosticado que la cifra real no alcanzará esos niveles.

A principios de 2018, China dijo que su tasa de desempleo urbano había caído a mínimos que no se habían visto en 15 años y que el país había creado un número récord de nuevos puestos de trabajo. Desde entonces, las medidas enérgicas del gobierno y las normativas más estrictas han sometido a industrias como la tecnología y la educación en línea, sectores antaño florecientes que crearon montones de nuevos puestos de trabajo.

Durante esos años, el desempleo aumentó especialmente entre los jóvenes. La tasa de desempleo entre los jóvenes de 16 a 24 años fue del 15,8 por ciento en abril, una mejora respecto al mes anterior. Sin embargo, se espera que la cifra vuelva a aumentar cuando 12 millones de nuevos graduados de la universidad se incorporen a la población activa este año.

En 2023, cuando las cifras de desempleo juvenil alcanzaron la cifra récord del 21,3 por ciento, el gobierno chino suspendió la publicación de las cifras. En aquel momento, un destacado economista dijo que la cifra real estaba más cerca del 50 por ciento. Pekín empezó a distribuir las cifras de nuevo el año pasado con una nueva metodología que redujo la tasa de desempleo.

Al mismo tiempo, incluso los que tienen trabajo se encuentran en una situación más precaria. Cada vez son menos las empresas que ofrecen empleos a tiempo completo, y en su lugar recurren a trabajadores temporales para servicios como el reparto de comida y la manufacturación. Aunque esos empleos ofrecen a los trabajadores más flexibilidad, suelen estar peor pagados y proporcionan pocas protecciones o prestaciones laborales.

Estados Unidos, por su parte, tiene sus propios inconvenientes. La industria estadounidense depende profundamente de metales de tierras raras y minerales críticos controlados en gran medida por China, mientras que una interrupción de bienes chinos aumenta el riesgo de inflación y podría contribuir a una escasez de productos perjudicial.

Si las negociaciones se reducen a ver qué país es capaz de soportar más dificultades económicas, China tiene una ventaja en la "resistencia a la guerra comercial", dijo Diana Choyleva, economista jefa de Enodo Economics, una empresa de investigación londinense enfocada en China. Pekín puede aplacar el descontento por las perturbaciones en el mercado laboral más fácilmente de lo que los políticos estadounidenses pueden soportar la ira por las estanterías vacías de las tiendas, dijo.

Según datos oficiales, en abril, antes de que Estados Unidos y China acordaran suspender los aranceles más elevados, los nuevos pedidos de exportaciones procedentes de China cayeron a su nivel más bajo desde 2022. Incluso en el periodo de un mes, los elevadísimos aranceles tuvieron consecuencias sobre el empleo.

En Cantón, el centro de la industria textil de China, habían cerrado negocios cuando cayeron los pedidos de los compradores extranjeros antes de que se suspendieran los aranceles ultraelevados. Muchos dijeron que la caída de los pedidos los obligó a contratar menos trabajadores.

Jane Hu, oficinista de Shanghái, dijo que perdió su trabajo el mes pasado, no a causa de los aranceles de Trump, sino por la contramedida de China de elevar los aranceles sobre las importaciones estadounidenses al 125 por ciento.

Dijo que su antiguo empleador, una empresa de maquinaria de construcción que dependía de introducir en China maquinaria procedente de Estados Unidos, no podía permitirse los aranceles, que duplicaban con creces los costos de las importaciones.

Esto agravó los problemas a los que ya se enfrentaba la empresa debido a la desaceleración inmobiliaria. Las ventas disminuyeron un 40 por ciento, lo que hizo inevitables los despidos.

A sus 33 años, a Hu le preocupa tener demasiada experiencia para puestos de nivel inicial. Muchas empresas dudan en contratar a mujeres como ella, casadas y sin hijos, porque no quieren tener que cubrir potencialmente el costo de una licencia de maternidad, dijo. Las mujeres de su edad tienen un dicho, dijo: "Somos viejas y caras. ¿Por qué iba a elegirnos alguna empresa?".

Dijo que solo había conseguido dos entrevistas de trabajo. Para obtener ingresos adicionales, Hu empezó a conducir de vez en cuando para servicios de transporte privado.

A finales de abril, Yu Jiadong, alto funcionario del Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social de China, dijo que el gobierno había preparado una serie de medidas para mantener el empleo estable, especialmente para los exportadores chinos. Dijo que Pekín ayudaría a las empresas a mantener a sus trabajadores y animó a los desempleados a crear empresas.

Con tanto en juego, la sensibilidad en torno al empleo es mayor. El propietario de una fábrica del sur de China, quien pidió no ser identificado, dijo que había planeado despedir a personal, pero que lo pospuso cuando los clientes se apresuraron a hacer pedidos tras la tregua arancelaria. Un funcionario del gobierno le había dicho que, si necesitaba recortar su plantilla, debía hacerlo de forma adecuada y discreta para no crear revuelo.

Los propietarios de fábricas que emplean a trabajadores asalariados están obligados por ley a indemnizarlos en caso de despido, dijo Han Dongfang, fundador de China Labor Bulletin, que realiza un seguimiento de los cierres de fábricas y las protestas de los trabajadores. Normalmente, se les exige que paguen un mes de salario por cada año de empleo, lo que hace que los despidos sean una perspectiva tan cara que algunas fábricas cierran sin previo aviso y los propietarios desaparecen.

La actividad laboral fuera del sector manufacturero se ha contraído durante más de dos años, según una encuesta mensual de empresas industriales. La guerra comercial ha hecho que las empresas se muestren más recelosas, añadiendo otro factor preocupante para los graduados universitarios que buscan trabajo.

"El mercado laboral actual es mucho peor que antes", dijo Laura Wang, de 23 años, estudiante de contabilidad en Chongqing. Wang dijo que más del 80 por ciento de sus compañeros de clase tenían dificultades para encontrar trabajo.

Dijo que el mercado era especialmente duro para los estudiantes de finanzas y contabilidad. Los pocos puestos de trabajo y para prácticas que hay disponibles exigen requisitos mucho más elevados. La agitación relacionada con los aranceles ha hecho que sea poco probable que las empresas se arriesguen con alguien sin un historial probado.

"Hay muchas incertidumbres", dijo Wang. "Para los recién graduados sin experiencia como yo, el impacto es aún mayor".

Siyi Zhao y Li You colaboraron con reportería.

Daisuke Wakabayashi es corresponsal de negocios en Asia para el Times, con sede en Seúl, y cubre noticias económicas, empresariales y geopolíticas de la región.

Meaghan Tobin está afincada en Taipéi, y cubre temas de negocios y tecnología en Asia, con especial atención a China.

Amy Chang Chien es reportera e investigadora del Times en Taipéi, cubre Taiwan y China.

Siyi Zhao y Li You colaboraron con reportería.