Mi esposo tuvo una aventura y me divorcié de él. ¿Deben saber nuestros hijos por qué?

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Mis amigos creen que nuestros hijos deberían saber la verdad.

Mi exmarido y yo estuvimos casados 15 años. Nos separamos hace nueve años después de que él tuviera una aventura, y luego nos divorciamos. Nos esforzamos mucho por reconciliarnos, pero no pudimos, en parte porque yo sentía que él nunca asumió la responsabilidad de la aventura.

Nuestros dos hijos son ahora adolescentes. Varios de mis amigos han insistido en que algún día tendré que decirles a mis hijos que su padre me fue infiel. Creen que nuestros hijos nunca llegarán a conocer o comprender realmente a su padre y sus propias vidas sin esa información.

No estoy de acuerdo. Su padre y yo somos copadres cordiales y los niños no han experimentado muchos conflictos entre nosotros. Juntos celebramos las fiestas, asistimos a sus eventos, tomamos decisiones sobre chicos y nos presentamos como un frente unido. Además, ellos ya no preguntan por el divorcio. Por otra parte, entiendo que la gente merece saber la verdad sobre las cosas que han marcado profundamente su vida.

Mis hijos luchan contra la ansiedad y la depresión (al igual que yo), y siento que si les contara la infidelidad de su padre, les haría perder a un padre en el que confían y al que ambos quieren mucho. Además, su padre se enfadaría conmigo por hacerlo, y podría provocar una ruptura que pusiera a los chicos en una situación mucho más conflictiva que en la que están ahora.

¿Qué es lo más sano emocionalmente? Aunque ahora no les diga nada, si empiezan a hacer preguntas cuando sean mayores, ¿es mejor decirles la verdad o puedo seguir diciéndoles lo que siempre les hemos dicho: que su padre y yo nos separamos porque dejamos de sentir el tipo de amor romántico que se siente en un matrimonio?

De la terapeuta: Para responder a tu pregunta, tendrás que definir lo que tú y tus amigos entienden por "la verdad".

Partes del supuesto de que tu versión del final de tu matrimonio es la única verdad: la traición de tu marido --y su falta de voluntad para asumir la responsabilidad de forma satisfactoria para ti-- causaron la ruptura. Aunque tu perspectiva es cierta para ti, imagino que tu esposo tiene su propia perspectiva que es igualmente cierta para él.

Tal vez, desde su punto de vista, los dos estaban en una situación precaria incluso antes de la aventura: quizá uno de los dos, o los dos, habían desconectado, no podían comunicarse bien, evitaban sacar a relucir cuestiones que debían tratarse, habían dejado de tratarse con cariño, no sabían cómo afrontar el impacto de la ansiedad y la depresión de uno de los miembros de la pareja, o se sentían profundamente solos y desesperanzados. La aventura pudo ser su forma de hacer frente a lo que consideraba un matrimonio ya moribundo.

En otras palabras, la causa de la mayoría de las rupturas matrimoniales es un entramado matizado de dos narrativas subjetivas, ambas con verdades dolorosas. Así que tu pregunta pasa a ser si compartes una de las causas que condujeron al divorcio --la aventura--, ¿tendrías que compartir también todas las demás razones por las que el matrimonio no funcionó? Y si lo hicieras, ¿cómo ayudaría este conocimiento a tus hijos a mantener su bienestar emocional, que incluye mantener relaciones sólidas con ambos sin convertirse en árbitros de qué progenitor hizo más daño al otro?

Lo que tus hijos necesitan es honestidad, pero eso no es lo mismo que hablar de más sin que te lo pidan. Los padres no están obligados a hablar de sus problemas matrimoniales con nadie ajeno a su matrimonio, ni siquiera con sus hijos. Aunque el secretismo puede volverse tóxico, la privacidad puede ser protectora. Si tus hijos acuden a ti con más preguntas sobre por qué se divorciaron, puedes decirles algo como "siempre hay capas en una relación que los de afuera no son capaces de entender, y no hay una respuesta fácil que refleje plenamente lo que ocurrió entre nosotros. Tu padre y yo nos esforzamos mucho para que las cosas funcionaran, pero hemos acordado mantener los detalles concretos entre nosotros. Dicho esto, estaré encantada de hablar todo lo que quieras sobre el efecto que el divorcio tuvo --o sigue teniendo-- en ti".

Por supuesto, es posible que se enteren de la infidelidad por otra persona, y si eso ocurre, puedes seguir siendo sincera sin compartir demasiado. Podrías decir: "sí, eso ocurrió. Y fue muy doloroso. Intentamos sanar nuestro matrimonio, pero al final dimos prioridad a convertirnos en copadres sólidos". Si quieren detalles sobre la aventura, puedes responder: "si esa información es importante para ti, te sugeriría que le preguntaras a tu padre, ya que creo que es una historia que debería contar él".

Él puede usar su juicio sobre lo que es o no un nivel apropiado de detalles, teniendo en cuenta que a veces la pregunta que hacen los chicos puede no ser aquello para lo que buscan una respuesta. Por ejemplo, preguntas como "¿con quién fue la aventura?", o "¿dónde tuvo lugar la aventura?" pueden ser su forma de entender preguntas fundamentales como "¿no te sentías culpable por mentir a mamá?". "¿Nos has mentido alguna vez?", y "¿cómo sabemos que serás sincero a partir de ahora?". Puede ayudarlos a analizar esta diferencia preguntándoles: "¿saben qué esperan ganar conociendo estos detalles, o se preguntan más bien cómo pude hacer lo que hice y si pueden confiar en mí?".

Al mismo tiempo, asegúrate de reflexionar sobre la intención que hay detrás de cualquier información matrimonial que compartas, ya sea ahora o cuando tus hijos sean adultos. Aunque tus amigos insisten en que revelar la infidelidad ayudaría a tus hijos a conocer a su padre y a comprender su propia vida, yo sugeriría un encuadre diferente: una de las motivaciones para compartir la infidelidad podría ser cumplir tu deseo de que se reconozca tu sufrimiento. Puede que haya una parte justa de ti (o de los amigos que te quieren) que desee que los niños sepan que su padre fue el malo que causó este lío y que tú fuiste la parte perjudicada que tomó el camino correcto por la estabilidad de la familia, cosa que crees que su padre no hizo cuando eligió tener una aventura. Pero esto no sirve ni a los niños ni a tu propia curación, y la curación es tarea tuya, no de tus hijos.

Así que no, no tienes que decírselo. Pero si llega el momento y preguntan, puedes ser sincera de un modo que sea emocionalmente generoso y no una carga emocional.

Ese es el tipo de verdad que les beneficiará.

¿Quieres hacer una pregunta a la terapeuta? Si tienes una consulta, envía un correo electrónico en inglés a askthetherapist@nytimes.com. Al hacerlo, aceptas nuestras condiciones de envío a los lectores. Esta columna no sustituye al asesoramiento médico profesional.

Lori Gottlieb es psicoterapeuta y autora del superventas Deberías hablar con alguien. Ofrece a los lectores consejos sobre las preguntas difíciles de la vida en la columna Pregúntale a la terapeuta.