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El presidente atacó recientemente a Walmart, afirmando que la cadena debía asumir los costos en lugar de pasarlos a los clientes.
El presidente Donald Trump está diciendo a algunas de las mayores compañías del país que deben asumir el costo de sus aranceles, a medida que un número creciente de empresas han señalado que deben subir los precios para mitigar el impacto de una persistente guerra comercial mundial.
Como resultado, el hombre que se postuló a la presidencia presumiendo de su perspicacia para los negocios se enfrenta ahora abiertamente al Estados Unidos corporativo, tratando de dictar cómo Walmart, Mattel y otros minoristas y fabricantes deben responder a algunos de los gravámenes más elevados vistos en décadas.
Desde la primavera, Estados Unidos ha impuesto un arancel del 10 por ciento a casi todas las naciones, con aranceles más elevados reservados a productos y países concretos, incluido un impuesto mínimo del 30 por ciento a las importaciones chinas.
Aunque la Casa Blanca insiste en que la estrategia del presidente está funcionando --generando nuevos ingresos y obligando a las naciones a negociar--, algunas empresas han empezado a reportar las primeras señales de tensión financiera. Sus advertencias han reafirmado la larga y extendida creencia de los economistas de que los aranceles recaen con mayor dureza sobre las empresas y los consumidores estadounidenses, no sobre los aliados y adversarios a los que Trump pretende castigar.
Pero la Casa Blanca ha rechazado repetidamente esta evidencia. El propio presidente ha reprendido cada vez más a las empresas por intentar paliar las consecuencias financieras.
"Él mantiene la postura de que los países extranjeros absorben estos aranceles", declaró Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, a los periodistas en una reunión informativa celebrada el lunes.
El más reciente ejemplo llegó el fin de semana, cuando Trump dirigió su ira contra Walmart, apenas unos días después de que la cadena minorista de bajo costo comunicara a los inversores que podría tener que subir los precios en breve. Doug McMillon, el director ejecutivo, dijo en la última convocatoria de resultados de Walmart la semana pasada que probablemente no podría "absorber toda la presión" de los aranceles del presidente durante mucho más tiempo.
En respuesta, el presidente exigió el sábado en una publicación en las redes sociales que Walmart "SE TRAGARA LOS ARANCELES", en lugar de repercutir los nuevos costos a los clientes. Alegó que Walmart había generado miles de millones de dólares de ganancias el año pasado, por lo que podía permitirse asumir cualquier gasto añadido.
"¡¡¡Estaré vigilando, y sus clientes también!!!", afirmó Trump.
Cuando se le preguntó el domingo sobre la estrategia del presidente, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, dijo en el programa Meet the Press de la NBC que, de hecho, Walmart "se tragaría parte de los aranceles", y señaló que había hablado con McMillon durante el fin de semana.
Bessent señaló el hecho de que la cadena minorista no subió los precios durante el primer mandato de Trump, cuando este empezó a imponer aranceles a China. Además, el secretario del Tesoro le restó importancia a algunas de las advertencias de Walmart a las que consideró una información estándar a los inversores, una postura de la que Leavitt se hizo eco el lunes.
"El director ejecutivo de Walmart hizo esos comentarios sobre los aranceles en una llamada de resultados, en la que los directores ejecutivos, creo, están legalmente obligados a hacer las advertencias y previsiones más graves a sus inversores y partes interesadas", dijo.
La ley exige que las empresas sean comunicativas con los accionistas sobre los riesgos financieros a los que se enfrentan. Sin embargo, era poco probable que Walmart hubiera ajustado su estrategia.
La llamada de McMillon con Bessent se había programado antes de la amenaza del presidente, y el director ejecutivo no hizo ningún nuevo compromiso sobre los precios, dijo una persona familiarizada con el asunto, que habló bajo condición de anonimato para revelar detalles de la conversación.
"Siempre hemos trabajado para mantener nuestros precios lo más bajos posible, y no dejaremos de hacerlo", dijo en un comunicado Molly Blakeman, vocera de Walmart. "Mantendremos los precios tan bajos como podamos durante todo el tiempo que podamos, dada la realidad de los pequeños márgenes minoristas".
Las advertencias de la empresa volvieron a subrayar los riesgos económicos del agresivo enfoque comercial de Trump, que pretende utilizar aranceles altísimos para recalibrar las relaciones de Estados Unidos, recaudar miles de millones de dólares en ingresos e impulsar la fabricación nacional.
Hasta ahora, el gobierno ha completado un marco preliminar para un acuerdo con Reino Unido, y ha trabajado con China para reducir mutuamente los castigadores aranceles de represalia que, en esencia, paralizaron el comercio entre las mayores economías del mundo.
Pero la Casa Blanca sigue estando lejos de hacer realidad su visión de decenas de acuerdos comerciales individuales, y Trump ha amenazado repetidamente con restablecer los aranceles "recíprocos" mucho mayores que anunció a principios de abril. Esos gravámenes se suspendieron durante 90 días para dar tiempo a otros países a alcanzar acuerdos comerciales con Estados Unidos.
Cuanto más tiempo se tarde en llegar a esos acuerdos, mayores serán las probabilidades de que la guerra comercial de Trump lastre la economía estadounidense. El lunes, los mercados financieros volvieron a desplomarse en medio de la preocupación por la agenda del presidente y sus efectos sobre el futuro fiscal del país.
Por el momento, los precios al consumidor se han mantenido estables en su mayor parte, enfriándose ligeramente en abril en lo que podría ser una tregua final antes de que la guerra comercial del presidente empiece a contribuir a la inflación. Kush Desai, portavoz de la Casa Blanca, señaló estos datos en una declaración el lunes, subrayando que las políticas del gobierno están funcionando. Dijo que Estados Unidos "tiene la capacidad de hacer que nuestros socios comerciales asuman en última instancia el costo de los aranceles".
"Hay cierta incertidumbre. Vamos a vigilar muy, muy de cerca cómo acaba esto en los próximos dos o tres meses, cuando se fijen las tasas arancelarias", declaró a los periodistas Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, a primera hora del lunes. Dijo que cualquier subida de precios relacionada con los aranceles, de producirse, no sería una señal de inflación, sino un efecto "puntual".
Algunas de las consecuencias más tempranas podrían producirse en el sector minorista, donde empresas como Lowe's y Home Depot presentarán sus más recientes resultados esta semana. Enfrentando márgenes estrechos, muchos miembros del sector han expresado su temor a que los elevados costos de importación les obliguen a subir los precios a los consumidores, un mensaje que han compartido en privado con Trump desde que anunció sus aranceles.
"En todo el espacio minorista, vas a ver cómo las empresas se van a expresar cada vez más abiertamente sobre la presión que sienten", afirmó Gregory Daco, economista jefe de la consultora EY-Parthenon. Añadió que había "cada vez más probabilidades de que repercutan al menos parte" de los costos más elevados a los consumidores.
Públicamente, la Casa Blanca ha criticado a las empresas por intentar vincular los aumentos de precios a los aranceles.
Cuando en abril salió a la luz un controvertido informe según el cual Amazon empezaría a mostrar los costos relacionados con los aranceles en su popular mercado, el gobierno de Trump acusó al gigante del comercio electrónico de cometer un acto "hostil y político". Trump habló posteriormente con Jeff Bezos, fundador de Amazon, y la empresa negó que la política fuera a entrar en vigor.
Al mes siguiente, el presidente dirigió sus ataques a Mattel, que había advertido de que podría subir el precio de sus populares juguetes, incluidas las Barbies, como consecuencia de los aranceles. Trump amenazó con imponer un arancel del 100 por ciento a los productos de Mattel, diciendo que "no venderá ni un juguete en Estados Unidos".
El presidente desestimó previamente las preocupaciones sobre el aumento de los costos de los juguetes. En un momento dado, afirmó que "quizá los niños van a tener dos muñecas en lugar de 30" y de que las muñecas podrían "costar un par de dólares más de lo normal".
La presión de Trump para limitar lo que las empresas pueden cobrar a sus clientes es también una brusca desviación de la campaña de 2024, cuando atacó a la vicepresidenta Kamala Harris después de que ella apoyara una prohibición federal de la subida de precios por parte de las tiendas de comestibles y los proveedores de alimentos. Trump calificó el plan de controles "de estilo soviético".
Trump también dirigió su atención a Ford Motor cuando la empresa parecía dispuesta a subir los precios de algunos de sus vehículos tras un informe a los inversores que mostraba que tendría que hacer frente a 1500 millones de dólares en costos arancelarios este año. No obstante, Trump restó importancia a los planes del fabricante de automóviles, describiéndolos como una táctica de negociación, y predijo que "no vendería ningún coche" como consecuencia de ello.
"Los aranceles son la cosa más incomprendida quizá en cualquier forma de negocio", dijo Trump en un acto en la Casa Blanca este mes en respuesta a una pregunta sobre la paciencia del público ante las subidas de precios.
Sin embargo, mantuvo que esos costos no recaerían sobre los consumidores. "A menudo, el país los asume. A menudo los paga la empresa", continuó Trump. "La población no los asume, ¿OK? La población no los asume".
Colby Smith colaboró con reportería desde NuevaYork, Shawn McCreesh desde Washington, y Karen Weise desde Seattle.
Tony Romm cubre política económica y el gobierno de Donald Trump para el Times desde Washington.
Colby Smith colaboró con reportería desde NuevaYork, Shawn McCreesh desde Washington, y Karen Weise desde Seattle.
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