Esta es la forma segura de dejar las benzodiacepinas

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Al reducir el consumo de pastillas como el Xanax, Klonopin o Valium es crucial hacerlo de manera progresiva y con la guía de un profesional. De lo contrario, la abstinencia puede tener consecuencias mortales.

Tasha Hedges tomó Xanax durante 20 años para tratar su ansiedad y sus ataques de pánico, exactamente como se lo había recetado un psiquiatra. Entonces, en 2022, ese médico murió inesperadamente.

Un médico de atención primaria siguió recetándole Xanax, pero se jubiló poco después. El siguiente médico se trasladó a Canadá. Finalmente, Hedges encontró un nuevo psiquiatra.

"Lo primero que hizo fue empezar a gritarme que llevaba demasiado tiempo tomando Xanax", dijo Hedges, de 41 años, quien vive en Falling Waters, Virginia Occidental. "Me arrancó la medicación de golpe".

Para dejar de tomar el fármaco suele ser necesario reducir la dosis lentamente durante meses o incluso años, un proceso que se denomina reducción progresiva. Hedges lo dejó súbitamente. Le siguieron síntomas de abstinencia debilitantes: bochornos, sudores fríos, piernas inquietas, temblores y rechinar de dientes.

"Fue una pesadilla", dijo. Dos años después de dejar de tomar la medicación, sigue enfrentándose a las consecuencias. "Mi cerebro no ha vuelto a ser el mismo".

En grupos de redes sociales y sitios web como BenzoBuddies, personas como Hedges dicen que se han vuelto físicamente dependientes de las benzodiacepinas. A muchos les cortan la medicación o la reducen demasiado deprisa, y se enfrentan a síntomas de abstinencia peligrosos y potencialmente mortales que pueden persistir mucho tiempo después de dejar de tomar los fármacos. Algunos médicos, temerosos de los riesgos y el estigma asociados a estos fármacos, se niegan a recetarlos.

"Las benzodiacepinas generan tanta ansiedad en quien las receta como en el paciente", dijo Ronald Winchel, profesor clínico adjunto de psiquiatría de la Universidad de Columbia. "¿Lo empiezo? ¿Es el contexto adecuado? ¿Es seguro? ¿Mi paciente va a abusar de él? ¿Qué pensarán mis colegas?".

Las prescripciones de benzodiacepinas como Xanax, Ativan y Valium han tendido a la baja desde 2016, en parte por la preocupación de los médicos. Aun así, estos medicamentos se consideran rápidos y eficaces, y siguen estando entre los más recetados en el país para tratar afecciones como la ansiedad y los trastornos del sueño. Se calcula que en 2019 se dispensaron 92 millones de recetas de benzodiacepinas en Estados Unidos, según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés).

Las directrices actuales recomiendan prescribir la dosis eficaz más baja durante el menor tiempo posible, normalmente menos de cuatro semanas. Pero los pacientes suelen tomarlas durante más tiempo. Una revisión de la FDA descubrió que en 2018 aproximadamente la mitad de los pacientes las tomaron durante dos meses o más. A veces los pacientes permanecen con ellas durante años sin consultas periódicas para ver si los fármacos siguen siendo necesarios o bien tolerados, dijo Edward Silberman, profesor emérito de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tufts, quien ha escrito con frecuencia sobre las benzodiacepinas.

Dado que los pacientes pueden desarrollar una dependencia física al cabo de varias semanas de consumo continuado de benzodiacepinas, dejar los fármacos --incluso tras un breve periodo-- requiere un proceso gradual. Sin embargo, muchos médicos no están bien formados en la reducción gradual de las prescripciones. Para aclarar el proceso, en marzo los expertos de la Sociedad Estadounidense de Medicina de las Adicciones (ASAM, por su sigla en inglés) publicaron nuevas directrices para la reducción de la dosis, elaboradas con financiación de la FDA.

"Es una absoluta locura presionar a la gente para que lo deje y retirarlo bruscamente", dijo Silberman.

Jody Jarreau, de 60 años, empezó a tomar Klonopin para el insomnio hace 25 años, cuando vivía en Dallas. Cuando su psiquiatra dejó de ejercer por motivos médicos, acabó encontrando a otro que le sugirió que tomara otras dos benzodiacepinas, Xanax y Valium, y que se esforzara por dejar el Klonopin.

Tras unos seis meses tomando los tres fármacos, Jarreau se sintió frustrado y decidió tomar cartas en el asunto. Dejó de tomar Klonopin y Xanax.

Sigue intentando dejar el Valium, con la ayuda de su médico de cabecera y de un entrenador de la Coalición de Información sobre las Benzodiacepinas, un grupo sin fines de lucro.

Al principio, dijo Jarreau, dejó los fármacos demasiado deprisa y desarrolló dolores de cabeza, náuseas y agorafobia, que es un miedo excesivo e irracional a estar en lugares abiertos o desconocidos. Pero uno de los síntomas de abstinencia más duros han sido los pensamientos suicidas.

"Hay una especie de ruido de fondo que dice: ya sabes, quítate de en medio", dijo. "Sería más fácil".

Dice que nunca había experimentado ninguno de estos síntomas antes de dejar los fármacos.

En 2023, los defensores de los perjudicados por las benzodiacepinas dieron un nombre a los diversos síntomas de larga duración que pueden surgir durante el consumo, la disminución o la interrupción de los fármacos: disfunción neurológica inducida por las benzodiacepinas, o BIND por su sigla en inglés.

Reconocen que no todo el mundo experimenta BIND. Y, según los expertos, con un plan de reducción adecuado, los efectos secundarios pueden minimizarse.

"Son fármacos muy buenos y seguros cuando se administran a la persona adecuada, en la dosis adecuada y durante el periodo de tiempo adecuado", dijo Carl Salzman, profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina de Harvard y expresidente del grupo de trabajo sobre benzodiacepinas de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

Pero aunque las benzodiacepinas existen desde la década de 1960, algunos médicos desconocen cuál es la mejor forma de ayudar a sus pacientes a dejar de tomar estos fármacos. Esto se debe, en parte, a que no existe una estrategia única para reducir la dosis. Son los síntomas de abstinencia, dicen algunos pacientes, los que hacen necesario que sigan accediendo a estos fármacos mientras los reducen lentamente.

Silberman recuerda a una paciente que tuvo que raspar pedacitos de la píldora con una cuchilla de afeitar para reducir lentamente la dosis y minimizar los efectos secundarios difíciles.

Las nuevas directrices de la ASAM para reducir la dosis de benzodiacepinas de un paciente se basan en gran medida en la experiencia clínica, dada la escasa y limitada investigación sobre la reducción gradual. Recomiendan que los médicos evalúen los riesgos y beneficios de la prescripción continuada de benzodiacepinas al menos cada tres meses y que, al reducirla, consideren la posibilidad de disminuir la dosis actual entre un 5 y un 10 por ciento cada dos o cuatro semanas. Las directrices también dicen que los pacientes que llevan años tomando benzodiacepinas pueden necesitar más de un año de reducción progresiva, y que deben ser controlados incluso después de dejar de tomar el fármaco.

"A la mayoría de nosotros nunca se nos advirtió de las posibilidades de dependencia y de complicaciones a largo plazo", dijo DE Foster, un investigador que contribuyó a las nuevas directrices y es un defensor de las personas que, como él, han luchado contra las complicaciones de las benzodiacepinas. La reducción lenta puede ser difícil, añadió, "pero la reducción brusca puede ser peligrosa".

Las directrices de la ASAM llegaron demasiado tarde para LaTasha Marbury, de 49 años, que vive en Purchase, Nueva York, y se había hecho físicamente dependiente del Klonopin. En 2022 visitó un centro de desintoxicación de adicciones porque estaba desesperada por dejar de tomar el fármaco, que había empezado a usar para el insomnio. Los médicos del centro la desintoxicaron en solo cinco días.

Después, dijo que lloraba histéricamente y se sentía desesperada. Experimentó terrores nocturnos que la hacían sentir "como si hubiera un león en la habitación, pero no pudieras verlo y estuvieras luchando contra él", incapacidad para estarse quieta y una profunda depresión. Visitó otro centro de adicciones en Florida, donde recibió un antidepresivo. Al cabo de unas semanas empezó a sentirse mucho mejor.

Ahora, dijo, "duermo como una bebé".

Y se pregunta: ¿era este, en lugar de la benzodiacepina, el fármaco que deberían haberle recetado desde el principio?

"Cuando pienso en eso, en lo que pasé, lloro", dijo. "No era un dolor físico, sino mental. Y estoy agradecida de estar viva".

Si tienes pensamientos suicidas y te encuentras en EE. UU., llama o envía un mensaje de texto al 988 para ponerte en contacto con el 988 Suicide and Crisis Lifeline o visita SpeakingOfSuicide.com/resources para consultar una lista de recursos adicionales.

Christina Caron es reportera del Times y cubre salud mental.