China corteja a Lula y a Latinoamérica tras el golpe arancelario de Trump

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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, visitará Pekín esta semana, y Xi Jinping de China también se reunirá con altos funcionarios de otras naciones latinoamericanas y caribeñas para reforzar sus lazos.

El presidente Donald Trump quiere que los países latinoamericanos se acerquen a la órbita de Washington, replicando la Doctrina Monroe, cuando Estados Unidos reclamaba el Hemisferio Occidental como su dominio.

Esta semana, el líder chino, Xi Jinping, recibe en Pekín al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y a otros altos cargos de Latinoamérica y el Caribe, para enfatizar que China pretende mantener una posición firme en esa región. Muchos gobiernos latinoamericanos también desean mantener a Pekín de su lado, principalmente como socio económico, pero para algunos también como contrapeso al poder estadounidense, dijeron los expertos.

"Lo que los pueblos de Latinoamérica y el Caribe buscan es la independencia y la autodeterminación, no la llamada 'nueva Doctrina Monroe'", declaró el domingo a la prensa en Pekín el viceministro de Asuntos Exteriores chino, Miao Deyu, según el Diario del Pueblo, haciendo un guiño a la declaración del presidente James Monroe de 1823, en la que advertía a las potencias europeas que no interfirieran en el continente americano.

El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, ha dicho que el gobierno de Trump "pondrá nuestra región, el continente Americano, primero", y su primer viaje al extranjero como secretario fue a Panamá, Guatemala y otros países de la región. Pero los aranceles arrolladores de Trump y sus amenazas de apoderarse del Canal de Panamá han inquietado a los dirigentes de Latinoamérica, especialmente en países que ya desconfían de Washington.

Aunque no se mencione a Trump por su nombre en las declaraciones oficiales de las reuniones de Xi con Lula, y posiblemente con otros funcionarios latinoamericanos, la implicación será clara.

"Lula ve a China como un socio para reequilibrar el poder mundial, no solo como un socio comercial, sino como un contrapeso geopolítico a la hegemonía estadounidense", dijo Matias Spektor, profesor de Política y Relaciones Internacionales en la Fundação Getulio Vargas, una universidad brasileña. "La estrategia de Lula es clara: diversificar las alianzas de Brasil, reducir la dependencia de Washington y reafirmar a Brasil como un líder influyente en un mundo cada vez más multipolar".

Sin embargo, a puerta cerrada, es poco probable que las conversaciones de China con Lula y otros líderes latinoamericanos y caribeños se limiten a la admiración mutua. Lula es el más destacado de los dirigentes que se reúnen en Pekín para asistir el martes a una reunión entre funcionarios chinos y ministros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, o CELAC, grupo que no incluye a Estados Unidos ni a Canadá.

También asistirá elpresidente de Colombia, Gustavo Petro, un exlíder rebelde de izquierda,según informaron los medios de comunicación chinos. Pero no estaba claro quién más asistiría, y a estas reuniones con China suelen asistir ministros de Relaciones Exteriores y otros funcionarios gubernamentales.

En las dos últimas décadas, China se ha convertido en un comprador prodigioso de minerales y otros recursos de Brasil, Perú, Chile y otros clientes latinoamericanos. Los productos chinos, incluidos automóviles y electrodomésticos, han llenado los mercados de la región, y las inversiones chinas han financiado puentes, presas y puertos. Brasil y otros grandes exportadores de materias primas esperan, en parte, repetir lo ocurrido en el primer mandato de Trump, cuando China compró más soya, mineral de hierro y otros productos de Latinoamérica frente a los aranceles estadounidenses.

El año pasado, el comercio de bienes entre China y Latinoamérica alcanzó casi 519.000 millones de dólares, aproximadamente el doble del valor de hace una década, según las estadísticas aduaneras chinas.

A pesar de toda su amistad con Pekín, Lula ha aumentado los aranceles sobre el hierro, el acero y el cable de fibra óptica, productos que proceden en su mayoría de China. Los países de Latinoamérica están "enormemente preocupados" por la posibilidad de que los exportadores chinos excluidos del mercado estadounidense desvíen allí productos baratos, inundando a los fabricantes locales, dijo Ryan Berg, director del Programa de las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.

"Se trata de países que ya tienen un historial de proteccionismo y están interesados en proteger los empleos y las industrias locales", dijo Berg en una entrevista. "Aunque muchos países como Brasil mantienen buenas relaciones con China, se han movido, sin embargo, casi en paralelo con Estados Unidos para proteger determinadas industrias por temor a que pudieran convertirse en vertederos para, por ejemplo, el acero y el aluminio chinos".

México, la segunda mayor economía latinoamericana después de Brasil, ha adoptado hasta ahora un enfoque más cauteloso a la hora de cortejar a China, como reflejo de sus lazos comerciales mucho mayores con Estados Unidos, dijo Enrique Dussel Peters, profesor de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México.

De hecho, la cautela diplomática de México oculta una relación comercial en la que China está haciendo grandes avances. Impulsado en gran medida por un aumento de los automóviles chinos en las carreteras mexicanas, México representa ahora alrededor del 2,4 por ciento de las exportaciones totales de China. Esto sitúa a México por delante de Brasil, que tiene una población mayor y absorbe solo el 1,7 por ciento de las exportaciones chinas, como el mercado de exportación más importante de China en Latinoamérica.

"Las élites mexicanas y el gobierno están divididos en esta nueva relación triangular" con Estados Unidos y China, dijo Dussel Peters, autor de Latin America, China, and Great Power Competition. "Esto, sin embargo, no será suficiente para México, teniendo en cuenta la presencia masiva de China en México".

Xi se ha mostrado optimista sobre la posibilidad de mantener de su lado a Lula y a muchos otros líderes latinoamericanos importantes, en parte mediante la simple persistencia, y en parte mediante pedidos continuados de mineral de hierro, soya y otras materias primas. Lula también ha expresado su esperanza de que China pueda ayudar a Brasil a avanzar en nuevas tecnologías, como el espacio y la energía verde.

Cuando Xi viajó a Brasil para asistir a una cumbre de líderes del G20 en noviembre, añadió una visita de Estado a ese país. Es posible que este año haga lo mismo cuando se espera que visite Río de Janeiro para asistir en julio a una cumbre del grupo de países en desarrollo BRICS, fundado por Brasil, Rusia, India y China. La única visita de Joe Biden a Brasil como presidente --para la cumbre del G20-- se produjo solo después de haber perdido las elecciones presidenciales.

"El hecho de que estemos mucho más cerca, pero hayamos tenido visitas de alto nivel con menos frecuencia que Xi es un obstáculo para la priorización regional y una mala señal desde una perspectiva estratégica", dijo Berg. "Creo que mucho de eso va a cambiar con Rubio", dijo, señalando que Rubio habla español con fluidez y está familiarizado con la región.

A más corto plazo, China podría centrarse en realizar más pedidos de soya y otros productos a Brasil. "Existe la preocupación de que China desplace a los fabricantes brasileños, pero la realidad general es clara", dijo Spektor, el académico brasileño. "La demanda de China apuntala la estabilidad económica de Brasil".

Simon Romero colaboró con reportería desde Ciudad de México.

Chris Buckley, corresponsal jefe para China del Times, informa sobre China y Taiwán desde Taipéi, y se enfoca en política, cambio social y cuestiones militares y de seguridad.

Simon Romero colaboró con reportería desde Ciudad de México.