¿Comprar productos estadounidenses? No, gracias, dicen los europeos

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Muchos consumidores europeos están empezando a evitar los productos y servicios de EE. UU. en medio de la guerra comercial del presidente Trump. El Banco Central Europeo dice que podría ser un cambio a largo plazo.

Para los amantes de las motocicletas en Suecia, Harley-Davidson es la marca más codiciada en las carreteras. El whisky Jack Daniel's reluce en las barras de los pubs británicos. En Francia, los jeans Levi's son la definición de estilo.

Pero en el tumulto de la guerra comercial del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con Europa, muchos consumidores europeos están empezando a evitar los productos y servicios estadounidenses, en lo que parece ser un cambio decisivo y potencialmente prolongado para dejar de adquirir bienes estadounidenses, según una nueva evaluación del Banco Central Europeo.

En abril, Trump impuso un arancel general del 10 por ciento a los socios comerciales de Estados Unidos, y amenazó con "aranceles recíprocos" a muchos de ellos, incluida la Unión Europea. Empresas como Tesla y McDonald's están viendo cómo el "Hecho en Estados Unidos" aleja a los clientes europeos.

"Los aranceles comerciales recientemente impuestos por Estados Unidos a los productos europeos están haciendo que los consumidores europeos piensen dos veces antes de poner algo en su carrito de la compra", escribió el Banco Central Europeo en una entrada de blog sobre su investigación acerca del comportamiento de los consumidores. "Los consumidores están muy dispuestos a alejarse activamente de los productos y servicios estadounidenses".

Los europeos ya habían empezado a probar boicots a productos estadounidenses, como la ketchup Heinz y las papas fritas Lay's, poco después de que Trump asumiera el cargo. Sus amenazas de apoderarse de Groenlandia, parte de Dinamarca, animaron a los daneses a organizar campañas de no hacer compras en Facebook. En Suecia, los propietarios de Tesla pegaron estampas de "vergüenza" en sus coches para distanciarse de Elon Musk, el director ejecutivo de Tesla, quien es uno de los principales asesores de Trump.

Sin embargo, la consternación de los europeos por el trato que Trump da a los países que son aliados de Estados Unidos desde hace tiempo se ha intensificado a medida que Trump ha ido modificando el comercio mundial con pronunciados aranceles globales, según el banco central.

Trump apuntó especialmente a la Unión Europea, a la que se refirió como "muy, muy mala con nosotros" por no comprar más a Estados Unidos, y amenazó al bloque con un arancel "recíproco" del 20 por ciento el mes pasado. Esas palabras desconcertaron a muchos europeos y pusieron nerviosos a los dirigentes de la Unión Europea, quienes tomaron represalias con una tasa del 25 por ciento sobre muchos productos estadounidenses.

Ambas partes se dieron una tregua temporal luego de que Trump diera bruscamente un paso atrás y aplazara los aranceles hasta el verano. Pero el arancel básico del 10 por ciento sigue en vigor, y es fácil que vuelva a estallar una guerra comercial transatlántica.

E incluso si se llega a un acuerdo comercial, el nuevo recelo de Europa hacia su viejo aliado no se disipará fácilmente. El estudio del Banco Central Europeo concluyó que incluso si se aplicara un impuesto de tan solo el 5 por ciento a los productos estadounidenses vendidos en Europa, los europeos se inclinarían a rechazarlos.

Lo que es nuevo, dijo el Banco Central, es la "preferencia" de los consumidores europeos "por alejarse totalmente de los productos y marcas estadounidenses", sin importar el costo. Así ocurrió incluso en los hogares que podían soportar el peso de unos precios más altos.

"Aunque podían permitirse productos y servicios estadounidenses más caros, elegían conscientemente alternativas", dijo el banco. "Esto sugiere que las reacciones de los consumidores pueden no ser solo una respuesta temporal al aumento de los aranceles, sino que señalan un posible cambio estructural a largo plazo en las preferencias de los consumidores, alejándose de los productos y marcas estadounidenses".

En Alemania e Italia, los desarrolladores han creado aplicaciones que escanean víveres y ropa para quien quiera asegurarse de que no está comprando productos estadounidenses. La mejor aplicación, BrandSnap, sugiere incluso alternativas europeas.

En un canal francés de Facebook llamado "Boycott USA!", que tiene 31.000 miembros, la gente se jacta de comprar Adidas, una marca alemana, en lugar de Nike y New Balance, y publica historias sobre cómo evitar viajar a Estados Unidos.

En un grupo danés de Facebook con 95.000 miembros, la gente intenta ayudarse mutuamente a averiguar si productos como las cuchillas de afeitar Gillette Mach 3 o el refresco Schweppes proceden de Estados Unidos. Una campaña sueca promueve alternativas a Airbnb y pide un boicot europeo a las plataformas de Meta durante una semana en mayo.

Los europeos también han publicado en internet que han empezado a cancelar sus suscripciones a gigantes estadounidenses de la emisión en continuo, como Netflix, Disney+ y Amazon Prime Video.

Algunos consumidores que han boicoteado a Amazon se han lamentado en internet de que la entrega de otras plataformas de comercio electrónico en sus países es más lenta o menos fiable, pero afirman que mantendrán su postura.

Millones de personas siguen comprando productos y servicios estadounidenses en todo el mundo, pero las empresas y los inversores estadounidenses vigilan de cerca los mercados internacionales en busca de señales de un sentimiento antiestadounidense relacionado con las políticas de Trump.

En Europa, las ventas de Tesla siguieron descendiendo bruscamente en abril, según mostraron los datos, incluido un desplome del 81 por ciento en Suecia respecto al año anterior, mientras se mantenían las protestas contra las opiniones políticas de Musk.

Y McDonald's dijo que estaba observando actitudes cada vez más negativas hacia las marcas estadounidenses en el extranjero, especialmente en el norte de Europa y Canadá.

Los consumidores internacionales "van a reducir sus compras de marcas estadounidenses, y hemos observado un repunte del sentimiento antiestadounidense", dijo el director ejecutivo de la cadena de hamburgueserías, Chris Kempczinski, en una llamada con analistas la semana pasada.

La marca McDonald's no parece haber sufrido daños todavía: las ventas en los mismos establecimientos de Canadá y Europa bajaron solo un 1 por ciento en el primer trimestre respecto al año anterior. Pero hay un "aumento de entre 8 y 10 puntos en el sentimiento antiestadounidense", dijo.

Liz Alderman es la corresponsal jefa de negocios para Europa y escribe sobre la evolución económica, social y política en Europa.