
Computer and Video GamesDespelote (Video Game)Cordero, JulianSoccerQuito (Ecuador)Ecuador
Ambientado en el verano de 2001, "Despelote" recuerda cómo la fiebre del fútbol sacó del letargo a un país que atravesaba diversas crisis, y generó una ola de esperanza deportiva.
En el verano de 2001, la fiebre del fútbol se apoderó de Ecuador.
Con cada partido, incluida una victoria 1-0 sobre el gigante brasileño, los habitantes que aún sufrían una crisis financiera salían de su letargo, arrastrados por una ola de esperanza que se apoderaba del país mientras la selección nacional masculina intentaba clasificarse para la Copa Mundial por primera vez.
Esa época, llena de la emoción palpable de que Ecuador estaba a punto de llegar a la escena mundial (como sucedió), ocupa un lugar preponderante en la imaginación de Julián Cordero.
Solo tenía 4 años en 2001, pero ha "idealizado" la época, teorizando que su poder de cambio fue formativo para su generación. Así que Cordero se propuso crear un videojuego sobre esa época desde la perspectiva de un niño de Quito, la capital montañosa de Ecuador.
Su juego, llamado Despelote, es un viaje reconstructivo a esa época de esplendor, una aventura narrativa que no ofrece a los jugadores combates con armas de fuego ni misiones para matar dragones, sino actividades más monótonas: faltar a clase, hacer travesuras y, naturalmente, dar patadas a un balón de fútbol en el parque durante horas y horas.
Juegas como una versión ligeramente ficticia de un joven Cordero, teniendo que orientar la cámara en primera persona hacia arriba para mirarlo todo. Su mundo tridimensional está hecho a partir de fotografías de barrios reales de Quito, representadas en un estilo impresionista de ensueño que evoca los recuerdos de Cordero. Los sonidos bulliciosos y dinámicos que recorren estos escenarios fueron grabados en esos lugares.
Despelote, que sale a la venta esta semana para las consolas Xbox Series X|S, PC y PlayStation, es un híbrido sorprendente: videojuego, autoficción y documental a la vez. Nació de la convicción filosófica del propio Cordero de que los videojuegos están "obsesionados con crear mundos" a expensas de "captar los nuestros".
Mientras estudiaba en el Game Center de la Universidad de Nueva York, Cordero estuvo expuesto a juegos indie autobiográficos como Cibele, de Nina Freeman, que ponía a los jugadores en la piel de una joven que navega por una relación forjada en internet. Empezó a ver el acto de crear juegos --diseñar código, crear recursos artísticos, diseñar entornos-- como algo parecido a un escritor que apunta ideas en un diario.
Muchas escenas de Despelote tienen una delicada cualidad de diario, incluidos los saltos al futuro, a la vida de Cordero como un adolescente. Está en una fiesta en casa, bebiendo cerveza a grandes tragos, manteniendo conversaciones incómodas. Podrías llevarlo afuera para que se consuele en el ritual de darle patadas a una pelota.
Despelote se aleja notablemente del estilo fotorrealista y televisivo de la mayoría de los juegos de fútbol, dijo Robert Yang, diseñador y antiguo profesor del Centro de Juegos de la NYU. En su lugar, el juego hace hincapié en el "neorrealismo fundamentado y un auténtico sentido de comunidad", afirmó Yang.
"Ya habría sido bastante refrescante hacer un juego de fútbol en primera persona", dijo Yang, cuyos propios juegos a menudo se centran en la cultura gay. "Pero Despelote también tiene la visión de replantearse el fútbol como un mundo".
Algunos de los momentos más profundos y sinceros de Despelote no están guionizados, y llegan a través de la charla en el juego de los habitantes reales de Quito. Estas personas están dibujadas a mano por el artista y músico Sebastián Valbuena. En una amplia recreación del parque de La Carolina, el espacio central del juego, una pareja que hace un pícnic discute ociosamente sobre la vida, el amor y el reciente cambio al dólar estadounidense como consecuencia de la crisis financiera.
Este momento del juego no fue escrito y luego grabado por actores de doblaje, sino que fue fruto de la improvisación de personas que no son actores, incluidos los padres de Cordero, y luego se editó. "Las conversaciones improvisadas son muy fáciles de grabar", dijo. "La falta de una cámara realmente abre a la gente".
Incorporar estas conversaciones, que se transmiten en español con subtítulos en inglés, representó un importante punto de inflexión para el proyecto. Cordero lo concibió inicialmente como un juego sobre el "lenguaje universal" del fútbol, inspirado tanto en Ecuador como en los encuentros que tuvo en Queens y Brooklyn.
Pero el enfoque sin mundo no funcionaba. Gabe Cuzzillo, quien es conocido por su juego Ape Out y que fue profesor de Cordero en NYU, le sugirió que explicara explícitamente el subtexto, llevando los detalles del lugar y la historia al primer plano del juego. Despelote pasó de ser una historia sobre el poder general del fútbol a estar impregnada de la vida y la cultura ecuatorianas.
El juego es terrenal: su imagen y sonido definitorios quizás sean los del roce de los pies sobre la hierba seca. Sin embargo, Despelote también da cabida a la metaficción que rompe formas. Hacia el final, Cordero le cuenta al jugador cómo se hizo el juego e incluye un detalle llamativo: él y el diseñador de sonido, Ian Berman, sintieron la necesidad de contratar a un guardaespaldas privado mientras hacían grabaciones de campo en uno de los parques de Quito. "Ahora mismo, Ecuador atraviesa un momento difícil", dijo Cordero. "Cada vez es más peligroso".
Valbuena, quien vive en Quito, compara el panorama socioeconómico actual con el de principios de la década de 2000. "Estamos atravesando dificultades económicas, y mucha gente está migrando fuera de Ecuador", dijo.
Antes, la gente podía enterarse de estos acontecimientos leyendo un periódico o viendo un documental. Ahora pueden jugar a un videojuego personal, tan transportador como cualquier epopeya de espada y brujería.
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