Los aranceles de Trump impactan los mercados bursátiles a niveles no vistos desde 1974

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Los aranceles han hecho que algunos inversionistas cuestionen el papel de Estados Unidos en el corazón del sistema financiero y la seguridad de los activos del país durante los periodos de agitación del mercado.

Cien días del presidente Donald Trump. Setenta días de fluctuaciones en los mercados financieros. Treinta y dos días de pérdidas. Más de 6,5 billones de dólares perdidos del valor de las empresas que cotizan en bolsa.

Para los mercados financieros, la caída del 7 por ciento del S&P 500 es el peor comienzo de un mandato presidencial desde que Gerald Ford sustituyó a Richard Nixon en agosto de 1974 tras el escándalo de Watergate. El desplome es más crítico que cuando estalló la burbuja tecnológica a principios de siglo, y George W. Bush heredó un mercado ya en caída libre.

En cambio, Trump heredó una economía con una base sólida y un mercado bursátil que subía de un máximo histórico a otro.

Esto cambió rápidamente cuando, el 2 de abril, anunció su conjunto de aranceles que no eran los primeros impuestos a la importación anunciados por su gobierno, pero sí, con mucho, los más radicales. Estalló la volatilidad. Wall Street empezó a lidiar frenéticamente con las consecuencias económicas de las políticas del nuevo gobierno.

El S&P 500 se desplomó más de un 10 por ciento en dos días, una caída comparable a algunos de los peores días de la venta desencadenada por la pandemia de marzo de 2020 y, antes de eso, a la crisis financiera de 2008.

Desde entonces, las acciones se han estabilizado, pero las ondas expansivas de la caótica implantación de aranceles siguen haciendo temblar el sistema financiero mundial.

Algunos inversionistas han cuestionado el papel de Estados Unidos en el corazón de ese sistema financiero y la seguridad de los activos del país durante los periodos de agitación del mercado, amenazando el orden del mercado que se ha mantenido durante mucho tiempo.

Quedan algunos optimistas que señalan que parece que las turbulencias del mercado finalmente han hecho que Trump revierta sus aranceles más elevados. Pero para muchos inversionistas, incluso las esperanzas de acuerdos comerciales, recortes fiscales y desregulación --un retorno a las políticas más favorables a las empresas de la agenda del presidente-- siguen empañadas por la pura incertidumbre sobre qué más podría ocurrir a continuación.

"Es una situación muy inestable", dijo Michael Purves, director de inversiones de Tallbacken Capital.

Promesas de prosperidad en el futuro

Sin embargo, esto no empezó así.

Un mes después del inicio del mandato de Trump, el índice S&P 500 marcó un máximo histórico. Los inversores estaban animados por el potencial aparentemente ilimitado de la inteligencia artificial y por un nuevo mandatario que había hecho campaña con un programa favorable al crecimiento.

En un discurso pronunciado el 19 de febrero ante el Instituto de la Iniciativa de Inversión Futura, en Miami, Trump aseguró a los inversionistas que les aguardaba la prosperidad económica.

"No hay mejor lugar en la tierra que los actuales y futuros Estados Unidos de América bajo un cierto presidente llamado Donald Trump", dijo.

Los inversores estaban exultantes. "Había mucho optimismo en el aire", dijo Todd Ahlsten, director de inversiones de Parnassus Investments. Y añadió que "había pocas señales de advertencia en el horizonte".

Sin embargo, un día después del discurso de Trump, la preocupación por la inflación empezó a afectar el mercado, intensificándose a principios de marzo con el anuncio de aranceles del 25 por ciento a México y Canadá. Los economistas esperan que los aranceles, que son un impuesto sobre las importaciones que paga el importador, provoquen un aumento de los precios para los consumidores y las empresas.

Los inversores, que antes creían que el agresivo discurso de Trump durante la campaña sobre los desequilibrios comerciales no se convertiría en políticas, de repente se enfrentaron a una nueva realidad. El presidente hablaba en serio sobre la imposición de aranceles, y estaba dispuesto a arriesgarse a una liquidación del mercado bursátil para lograr sus objetivos.

Los inversionistas aún no estaban preparados para lo que vendría después.

Un enorme cambio de paradigma

El anuncio de aranceles de dos dígitos a países de todo el mundo provocó la peor venta de dos días del S&P 500 desde marzo de 2020. La diferencia fue que la caída se produjo en respuesta directa a la política gubernamental.

"Fue una venta rápida, sobre todo si se tiene en cuenta que no hubo una conmoción externa como la pandemia", dijo Mohamed El-Erian, presidente del Queens' College de la Universidad de Cambridge y exdirector ejecutivo de Pimco, una de las mayores gestoras de activos del mundo.

Los economistas empezaron a advertir que la economía, que había estado experimentando una desaceleración constante del crecimiento del empleo a medida que se enfriaba la inflación, se dirigía hacia una recesión mucho más aguda. El gobierno volvió a restarle importancia a la caída de las acciones. Los inversores se apresuraron a proteger sus carteras de nuevas pérdidas.

"La economía estadounidense ha pasado de ser celebrada por su excepcionalismo económico a la preocupación de que se esté deslizando hacia la estanflación o la recesión", dijo El-Erian. "Se trata de un cambio enorme en el paradigma de la economía más importante del mundo".

La semana previa a la entrada en vigor de los aranceles, tanto el índice Nasdaq Composite, de gran peso tecnológico, como el índice Russell 2000 de empresas más pequeñas --que suelen ser más un barómetro de las perspectivas económicas que las empresas multinacionales mucho más grandes-- habían caído en mercados bajistas.

Un mercado bajista, en el que un índice cae un 20 por ciento desde su máximo, es poco frecuente. Cuando se produce, es un indicador del pesimismo extremo de los inversionistas. En este caso, según analistas y economistas, se trata de la dirección de la economía en respuesta a los aranceles. Es el límite de una liquidación que se convierta en un mercado bajista sostenido.

Cuando los mercados cerraron el 8 de abril, un día antes de que entraran en vigor los aranceles, el S&P 500 había caído un 18,9 por ciento por debajo de su máximo de febrero. Como el mercado seguía cayendo hacia un mercado bajista cuando los aranceles entraron en vigor a la mañana siguiente, Trump anunció una pausa de 90 días para los más punitivos en todos los países, excepto China. Las acciones subieron, y el S&P 500 registró su mejor día desde 2008.

Alarma en todo el sistema financiero

Sin embargo, Trump dijo que no fue el mercado bursátil lo que lo hizo reflexionar.

Esa misma semana, ocurrió algo extraño tanto en el mercado de bonos como en el de divisas. Normalmente, en tiempos de agitación, los inversores de todo el mundo buscan activos estadounidenses como fuente de fiabilidad y seguridad. Compran dólares y deuda pública estadounidense, lo que suele provocar que suba el valor de cada uno de ellos.

Eso es lo que ocurrió cuando el mercado de valores cayó inicialmente. Pero en los días previos a los aranceles, tanto el dólar como la deuda pública estadounidense también empezaron a caer, haciendo saltar las alarmas en Wall Street.

Los operadores describieron una sensación de pánico y miedo cuando los precios se tambaleaban a la baja, disparando los rendimientos.

El bono del Tesoro a 30 años comenzó la semana con un rendimiento ligeramente superior al 4,3 por ciento. Durante la noche, antes de que entraran en vigor los aranceles, el rendimiento --que es indicativo del costo de los préstamos para el gobierno estadounidense-- subió por encima del 5 por ciento. Fue un movimiento enorme en un mercado que normalmente se mueve en centésimas de punto porcentual cada día.

"El mercado de bonos es muy complicado", comentó Trump.

Los operadores señalaron que se habían superado los umbrales técnicos en el mercado de bonos, lo que desencadenó una oleada de ventas por parte de distintas estrategias informáticas de negociación que compran y venden automáticamente en función de una programación preestablecida.

Entonces, las ventas cobraron impulso, y algunos analistas afirmaron que los movimientos inusuales eran una señal de que los inversionistas se estaban resintiendo de los activos estadounidenses en medio del caos provocado por los aranceles.

El excepcionalismo estadounidense está arraigado en la noción de que el país desempeña un papel central en los mercados financieros mundiales, en la que el dólar es la moneda de reserva y la deuda de la nación sustenta los préstamos nacionales e internacionales. Esa misma noción, según los analistas, se ha vuelto vulnerable.

En medio del caos, Trump también arreció los ataques contra las personas e instituciones que sustentan el excepcionalismo estadounidense, como Jerome H. Powell, presidente de la Reserva Federal, cuya independencia contribuye a apuntalar la confianza de los inversionistas en los mercados estadounidenses.

Al mandatario le disgustó que el presidente de la Reserva Federal no hubiera bajado las tasas de interés, a pesar de que Powell le ha advertido que hacer eso podría impulsar una mayor inflación. Aunque muchos inversores también anhelan unas tasas más bajas, para ellos es más importante que la reserva mantenga su independencia.

¿Más aranceles 'yo-yo'?

Desde el 9 de abril, se ha producido un cambio en el tono del gobierno.

Los funcionarios han promovido lo que dicen que han sido negociaciones comerciales positivas que tienen lugar entre bastidores.

Aunque las afirmaciones del gobierno sobre las negociaciones son rechazadas por ser inventadas, como en el caso de China, los inversores han interpretado que la Casa Blanca está intentando darle al mercado motivos para alegrarse.

Sin embargo, pocos están dispuestos a apostar por lo que ocurra a continuación.

Un banquero de bonos de un banco estadounidense dijo que su equipo ya no tomaba decisiones comerciales con un horizonte temporal de hasta seis meses, como el año pasado. En su lugar, la incertidumbre le ha obligado a tomar decisiones semana a semana, dependiendo en gran medida del nivel final de los aranceles, que es posible que no se conozca hasta dentro de semanas o incluso meses.

Los datos económicos se vigilarán de cerca en busca de señales de que los aranceles se están afianzando. Los informes de beneficios seguirán siendo estudiados con lupa en busca de indicios de que los aranceles están afectando.

Luego llegará julio y el final de la pausa de 90 días que dejó en suspenso los aranceles y el desplome del mercado.

"Si el gobierno modera pronto la política arancelaria, y la incertidumbre arancelaria disminuye, el daño duradero podría ser modesto o insignificante", dijo James Egelhof, economista de BNP Paribas. Dijo que dedicaba cada vez más tiempo a responder a las preguntas de sus clientes sobre cómo podría ser una posible recesión económica si persiste la incertidumbre arancelaria.

"Si los aranceles siguen comportándose como un yo-yo, subiendo, bajando y volviendo a subir, esta incertidumbre no disminuirá y tendrá un efecto paralizante sobre todo en las empresas", dijo.

Destacando de nuevo esa incertidumbre el miércoles, Trump responsabilizó a su predecesor por las actuales turbulencias del mercado.

"Esta es la Bolsa de Biden, no la de Trump", escribió Trump en Truth Social. "No asumí el cargo hasta el 20 de enero. Los aranceles pronto empezarán a entrar en vigor, y las empresas están empezando a trasladarse a EE. UU. en cifras récord."

"¡SEAN PACIENTES!", añadió.

Joe Rennison reporta sobre mercados financieros, lo que abarca desde escribir crónicas sobre las condiciones caprichosas de la bolsa, hasta explicaciones de las decisiones de corretaje, a menudo inescrutables, de los expertos de Wall Street.