Una señal de que tu pez podría estar drogado: se arriesga más

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Los investigadores que estudian la contaminación farmacéutica rastrearon salmones que habían estado expuestos a ansiolíticos. Los peces parecían perder su inhibición.

Tiene que ser estresante: una carrera de obstáculos de presas gigantes, raudos rápidos y depredadores hambrientos.

A eso se enfrentan los salmones juveniles cuando migran al mar salado desde los ríos y arroyos de agua dulce donde nacieron. Pero resulta que un tipo muy específico de contaminación podría estar dando a algunos peces una ventaja, al menos en parte del viaje.

Según un nuevo estudio publicado el jueves en la revista Science, los salmones jóvenes expuestos a ansiolíticos en el agua lograron pasar más rápido por las presas. Pero los ecólogos dudan de que ello suponga una ventaja para la supervivencia.

La contaminación por fármacos es galopante. Se han detectado casi 1000 fármacos y sus subproductos en los cursos de agua de todo el mundo, incluso en lugares sorprendentes como la Antártida. Entran en el medioambiente como contaminación directa de los fabricantes de fármacos, de las personas que tiran por el retrete los medicamentos no utilizados y de los desechos humanos y animales.

Los científicos llevan años estudiando los efectos de estos fármacos en la fauna salvaje, pero aún queda mucho por aprender sobre cómo responden los animales al "cóctel de diferentes productos farmacéuticos" a los que están expuestos, dijo Michael Bertram, ecólogo conductista de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas y responsable del nuevo estudio.

Los fármacos psicoactivos, como los ansiolíticos y los antidepresivos, despiertan especial interés porque están diseñados para modificar el comportamiento.

Estudios anteriores han descubierto que las benzodiacepinas, una clase de fármacos utilizados para tratar la ansiedad y el insomnio, pueden afectar a la migración del salmón del Atlántico. También pueden disminuir las respuestas al estrés en otras especies de peces.

En resumen, los peces pierden la ansiedad igual que los humanos.

Pero esos resultados procedían sobre todo de experimentos de laboratorio. El mundo real es más complicado. "Gracias a los estudios de laboratorio sabemos que los fármacos pueden modificar el comportamiento animal, pero es muy difícil prever cómo lo harán en los ecosistemas naturales", afirmó Bertram.

El equipo de Bertram quería comprobar si los resultados obtenidos en el laboratorio eran válidos en la naturaleza. Se centraron en la fase de esguín del salmón, cuando los peces juveniles migran al océano.

Los investigadores expusieron a esguines de salmón a un ansiolítico común, a un analgésico opiáceo o a una mezcla de ambos, en dosis similares a las que los peces podrían encontrar en la naturaleza. También hubo un grupo de control que nadó sólo en agua no contaminada. A continuación equiparon a los peces con etiquetas de seguimiento y los liberaron en un río de Suecia. Los esguines recorrieron 27 kilómetros en una o dos semanas, atravesando un embalse lleno de depredadores, rápidos y dos presas hidroeléctricas antes de llegar al mar Báltico.

"Es un viaje bastante peligroso", dijo Bertram.

Los esguines que habían sido expuestos al ansiolítico tenían más probabilidades de llegar al mar que los demás grupos. Sorprendentemente, no hubo diferencias estadísticas en la rapidez con la que los esguines de ninguno de los grupos llegaron al mar. Pero sí hubo diferencias en la rapidez con que los esguines navegaron por las presas: los peces del grupo de ansiolíticos atravesaron las presas horas más rápido que los del grupo de control.

Esto podría explicarse por un cambio en el comportamiento de riesgo, pensaron los investigadores. Los estudios de laboratorio habían descubierto que los ansiolíticos aumentaban la audacia. El nuevo estudio lo relaciona con la vida o la muerte en la naturaleza. "Aquí demostramos que se produce un cambio directo en el comportamiento que altera la supervivencia", afirmó Bertram.

"Es interesante ver cómo un problema repercute en su forma de enfrentarse a otro problema", dijo Olivia Simmons, ecóloga de salmones del Instituto Noruego de Investigación de la Naturaleza, quien no participó en el estudio. "Estos peces más audaces podrían ir más rápido solo porque están menos inhibidos".

Los investigadores también pusieron a prueba si la audacia modificaba el modo en que los esguines formaban cardúmenes, una defensa natural contra los depredadores. Drogaron a un nuevo grupo de peces y filmaron su comportamiento en un tanque, con y sin depredador. Los esguines tratados con ansiolíticos formaban bancos más sueltos, incluso cuando el depredador, un lucio, los rodeaba.

Ese resultado respaldaba la idea de que el ansiolítico hacía que los jóvenes salmones fueran más propensos a correr riesgos y, posiblemente, a navegar por las presas por su cuenta. Bertram dijo que quería probar esta idea en la naturaleza con rastreadores más avanzados que le permitieran ver si los esguines viajan en grupo o solos, o si un esguín ha sido comido.

Los científicos manifestaron su preocupación por el hecho de que las drogas presentes en los cursos de agua parecen estar influyendo en comportamientos críticos de los peces. Se desconocen los efectos de esta "selección antinatural" en los ecosistemas, en palabras de Bertram.

Por ejemplo, el salmón podría cambiar su calendario de migración y llegar cuando las temperaturas no son adecuadas o los recursos son limitados. Un aumento del número de salmones podría ejercer demasiada presión sobre sus presas y desequilibrar el ecosistema. Y si el comportamiento arriesgado continúa en el nuevo entorno de los esguines, cuando estos están rodeados de depredadores, los peces podrían tener menos probabilidades de sobrevivir a largo plazo y reproducirse.

"Es como jugar al póquer", dijo Giovanni Polverino, ecólogo conductista de la Universidad de Tuscia en Viterbo, Italia, que no participó en el estudio publicado el jueves pero ha colaborado con el Bertram en otras investigaciones.

"Cuantos más riesgos asumes, más posibilidades tienes de perderlo todo", añadió. "En este caso, la vida del pez".