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El papa Francisco llegó, sin anunciarse, al estrado de la Plaza de San Pedro, ante una multitud en la que había trabajadores de la salud y pacientes de todo el mundo.
En lo que a entradas se refiere, esta fue tan inesperada como bienvenida. Así lo dejaron claro los atronadores aplausos y vítores del domingo, cuando el papa Francisco hizo su primera aparición pública desde que salió de un hospital de Roma hace dos semanas.
Francisco llegó, sin anunciarse, al estrado de la Plaza de San Pedro, casi al final de una misa que formaba parte de una peregrinación de trabajadores de la salud y sus pacientes.
El papa pronunció muy pocas palabras, con la voz todavía tensa tras seis semanas de hospitalización por una neumonía y otros problemas que, según sus médicos, le tuvieron dos veces al borde de la muerte.
"Feliz domingo a todos, muchas gracias", dijo Francisco, agitando las manos. Se veía una cánula nasal en ambos orificios nasales; Francisco sigue dependiendo de oxígeno suplementario, según ha dicho el Vaticano.
Sentado en una silla de ruedas empujada por su enfermero de confianza, Massimiliano Strappetti, Francisco se movió entre los grupos de peregrinos --entre los que había decenas de médicos y enfermeros de todo el mundo-- que habían acudido el domingo al Vaticano para el Jubileo de los Enfermos y los Agentes de la Salud de este fin de semana.
"Qué sorpresa tan maravillosa: el papa sigue teniendo problemas de salud, pero ha querido hacer un regalo a los fieles", dijo Lamberto Rosa, un hombre de negocios que colabora como voluntario con la Orden de Malta en algunos actos del Vaticano. "Tiene espíritu de lucha y quiere estar presente".
Francisco ha hecho de la cercanía física a su rebaño, los gestos dramáticos y un estilo espontáneo las características distintivas de su pontificado, y su aparición del domingo indicó que estaba decidido a seguir con ese enfoque a pesar de sus limitaciones físicas.
Desde que abandonó el hospital en marzo, vive en su suite del segundo piso de la casa de huéspedes del Vaticano, a la que llama hogar. La oficina de prensa del Vaticano ha dicho en repetidas ocasiones que Francisco no ha recibido visitas durante su convalecencia, aunque el viernes informó de que su habla estaba mejorando.
"Debe de haberle costado mucho pasar por eso", dijo Giuseppe Vanacore, presidente de la asociación nacional italiana de pacientes trasplantados de riñón, quien estaba presente en la plaza el domingo. Vanacore dijo que le había conmovido la homilía que el papa había escrito para la misa, que leyó el cardenal Rino Fisichella.
Antes de empezar, el cardenal Fisichella había dicho a los presentes que Francisco, como muchos enfermos, estaba viendo la misa por televisión.
En la homilía, Francisco escribió que tenía "mucho en común con ustedes en este momento de mi vida, queridos hermanos y hermanas enfermos: la experiencia de la enfermedad, de la debilidad, de tener que depender de los demás en tantas cosas y de necesitar su apoyo". Eso "no siempre es fácil", escribió.
En su tradicional bendición dominical, hecha pública después de la misa, Francisco escribió que rezaba "por los médicos, las enfermeras y los trabajadores de la salud", quienes a menudo trabajan en condiciones difíciles. "Su misión no es fácil y debe ser apoyada y respetada", dijo, y añadió que esperaba que "se inviertan los recursos necesarios en tratamientos e investigación, para que los sistemas sanitarios sean inclusivos y estén atentos a los más frágiles y a los más pobres".
Tras la misa, el Vaticano emitió un comunicado en el que afirmaba que Francisco había rezado y participado en el ritual de atravesar la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, al igual que los demás peregrinos.
El viernes, en su doble informe semanal sobre la salud de Francisco, el Vaticano dijo que el Papa estaba "dedicando mucho tiempo a la terapia motora y respiratoria", mostrando mejoras en ambas. Añadió que los flujos de oxígeno suplementario que necesitaba eran cada vez menos intensos, y que los análisis de sangre mostraban que las infecciones pulmonares también estaban mejorando.
La gente aplaudió y vitoreó a Francisco mientras se movía entre la multitud el domingo. Algunos levantaban el puño en señal de ánimo, otros agitaban banderas. "Larga vida al papa", vitoreaban.
"Fue un gran gesto: mostró su sufrimiento", dijo Massimiliano Porena, enfermero del hospital San Camilo de Roma. Describió la aparición como "un acto de amor" hacia los trabajadores de la salud, "algo que intentamos transmitir a los pacientes que cuidamos".
Elisabetta Povoledo es una reportera radicada en Roma que cubre Italia, el Vaticano y la cultura de la región. Es periodista desde hace 35 años. Más de Elisabetta Povoledo
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