
Pop and Rock MusicContent Type: Personal ProfileChapman, TracyFast Car (Song)Tracy Chapman (Album)Combs, Luke
"Hace mucho tiempo que no doy entrevistas", dijo Tracy Chapman mientras se sentaba en un banco en el patio del majestuoso Hotel Fairmont de San Francisco a principios de esta semana, con un gorro negro sobre sus rastas canosas recogidas hacia atrás.
Durante la última década, la cantante y compositora ha permanecido casi en silencio, aunque los dos últimos años han traído un renovado fervor por su compasiva música folk. En 2023, Luke Combs lanzó una versión de su sencillo de debut de 1988, "Fast Car", y ambos interpretaron un conmovedor dueto en los Grammy del año pasado. Aun así, Chapman ha permanecido resueltamente alejada de la luz pública, evitando entrevistas sobre la segunda vida de "Fast Car" y negándose a aparecer en los Country Music Awards, donde se llevó el premio a la canción del año, convirtiéndose en la primera mujer negra y compositora negra que gana un CMA.
Pero Chapman, de 61 años, accedió a esta entrevista porque quiere hablar de algo que le hace especial ilusión: la reedición en vinilo de su debut multiplatino que lleva su propio nombre, que salió el viernes. "Es una oportunidad para mí de poder decir por qué quería hacer este proyecto y lo que significa para mí", dijo, "en lugar de dejar que la cháchara hable por mí".
A su alrededor había flores en ricos tonos lila y naranja, pero Chapman iba vestida con discretos colores neutros: una camisa rosa pálido abotonada bajo un suéter negro con cremallera y una chaqueta informal tipo americana. ("La clave de tu comodidad es vestirte por capas", dijo sobre el inconstante clima de su ciudad natal). Durante una hora, habló del álbum y de muchas cosas más, como aquella emotiva actuación en los Grammy (después, estuvo "llorando durante semanas"), su afición a los cuadernos (recomendó The Notebook: a History of Thinking on Paper de Roland Allen), su desinterés por la música en streaming y el estado actual de esa sombra escurridiza que siempre han perseguido sus mejores canciones: el sueño americano.
Para ser una figura que se ha hecho más conocida por su discreción que por sus declaraciones públicas, Chapman fue extraordinariamente cálida y abierta, rápida y de risa fácil y amable. Es una oradora reflexiva y ponderada, que habla con frases completas que a veces se detienen en largas paréntesis, pero que siempre se cierran limpiamente, volviendo al punto original.
El álbum que lleva su nombre, publicado a los 24 años, presentó a Chapman como una letrista poética y socialmente consciente, y como una vocalista extraordinariamente conmovedora que domina una voz de contralto profunda e inquietante. Con escasos arreglos impulsados por la guitarra acústica de Chapman, la música de Tracy Chapman abordaba la injusticia de frente: "Across the Lines" es un relato autobiográfico sobre la segregación y los conflictos raciales; el vigorizante tema a capella "Behind the Wall" aborda con dureza la violencia doméstica y la indiferencia de la policía. La habilidad de Chapman para dar vida a unos personajes demasiado humanos evitó que el álbum pareciera unidimensional o didáctico. Eso también ha conseguido que, casi cuatro décadas después, estas canciones sigan pareciendo frescas.
El debut de Chapman significa mucho para ella, en parte porque su éxito repentino, impulsado por una actuación estelar en un concierto benéfico televisado por el cumpleaños 70 de Nelson Mandela, le dio el poder de erigir ciertos límites en torno a su vida personal. En los últimos años, no le han interesado las giras (no ha organizado ninguna desde 2009) ni siquiera publicar música nueva (su disco más reciente, Our Bright Future, salió el año anterior a esa gira). Cuando comentó de pasada que echaba de menos la respuesta instantánea del público, respondió rápidamente a una pregunta sobre si estaba pensando en ir de gira: "No, no, hasta que saque algo nuevo".
Pero quizá llegue ese día, ya que, como siempre, está trabajando en nuevo material. "Esté o no en el estudio o de gira, siempre estoy escribiendo, siempre estoy tocando, siempre estoy practicando", dijo. "Realmente es fundamental para quien soy, y pienso en la música todo el tiempo".
"La toco y canto, probablemente molestando a la gente que me rodea", añadió. Cuando le sugerí que probablemente la gente a su alrededor estaba más que contenta de oír su voz, sonrió. "Eso espero".
Estos son extractos editados de la conversación.
¿Cuánto tiempo llevas trabajando en esta reedición?
En 2022, escribí una nota al presidente de la discográfica para preguntarle si era algo que consideraría. La idea original era que el disco saliera en su 35 aniversario. Pero como sabes, y quien sepa hacer cuentas lo puede ver, estamos en el 37, y aquí estamos. [Risas] Simplemente nos encontramos con varios inconvenientes por el camino. Escuché todos los prensados de pruebas.
¿Cómo fue volver a vivir con este material?
Es un poco surrealista. Es como en Hechizo del tiempo. ¿No escuché todo este disco ayer durante un par de horas? Intentas escuchar por cuestiones técnicas. Así que eso es distinto de qué o cómo te hace sentir. Pero me llevó de vuelta al tiempo que pasé en el estudio con David Kershenbaum, quien fue el productor del primer disco, y luego, en cierta medida, a pensar en cuándo escribí algunas de las canciones. No me permití tener demasiados momentos de nostalgia.
Eras muy joven cuando creaste algunas de esas canciones: 16 años cuando escribiste "Talkin' Bout a Revolution".
Empecé a escribir canciones cuando tenía 8 años, y era una de esas cosas que, sinceramente, creo que estaba en mi ADN. Vengo de una familia musical: mi madre canta, mi hermana canta, así que la música estaba en el tejido de mi vida. Pero que fuera lo que alterara el curso de mi vida, de una forma tan sustancial
Sentí que estaba en el camino de mejorar mi situación cuando pude ir a la universidad. Mi madre siempre pensó que era muy importante que mi hermana y yo fuéramos a la universidad. Y nos las arreglamos para hacerlo, mediante becas, subvenciones y todo ese tipo de cosas. Me licencié en antropología, con lo que iba a ganar mucho dinero. [Risas] El simple hecho de llegar a ese punto fue un logro importante para alguien que procedía de la clase trabajadora de Cleveland, Ohio.
He leído en alguna parte que, aunque te ofrecieron un contrato discográfico antes de terminar la universidad, le dijiste a la discográfica: "Espera, deja que me gradúe primero".
Sí. En realidad tuve algunas ofertas por aquí y por allá cuando estaba en la universidad, en Tufts. Actuaba en la calle, en Cambridge y en el metro, siempre que tenía tiempo para hacerlo. Alguien de Warner Music dejó su tarjeta de presentación en la funda de mi guitarra. Al principio pensé: "Eh, no sé si esto es real". Llamé al número y resultó ser quien decía ser. Y luego tuve otra oferta de Argentina, y también la rechacé. Una vez que salí de la universidad, también hubo algunos sellos de folk.
Al final elegí una productora propiedad de un compañero de estudios de Tufts, su padre, Charles Koppelman. Firmé con ellos y luego vendieron mi demo a varios sellos discográficos. Bob Krasnow, de Elektra, le dio el visto bueno.
Cuando tocabas en la calle, ¿interpretabas algunas de las canciones que aparecerían en tu álbum de debut?
Sí. Tocaba algunas canciones folk tradicionales, pero sobre todo tocaba mis canciones originales.
¿Habías escrito "Fast Car" en ese momento?
En realidad no escribí "Fast Car" hasta después de tener el contrato discográfico. Estaba en ese compás de espera en el que intentábamos encontrar un productor.
¿Tener de repente un contrato discográfico alteró en algo tu proceso de composición?
En absoluto. "Fast Car" se escribió de la misma forma que todo lo demás. Simplemente tocando, cantando, tarde por la noche, temprano por la mañana, y simplemente trabajando en algo. Me siento afortunada de no haberme sentido nunca presionada por la discográfica, mis mánagers ni nadie para intentar escribir algo que fuera un éxito. Ni siquiera sé si tengo esa capacidad, así que es bueno que no me lo pidieran.
Sé que leías mucho de niña y que sigues siendo una ávida lectora. Has dicho que los escritores te inspiraban más que otros músicos cuando estabas empezando.
Sigo manteniéndolo. Creo que conmigo se asume que provengo de la tradición folk de la década de 1960. Puedes encajarme ahí, pero no era mi base. No conocía esa música en Cleveland en la década de 1970, cuando era una joven negra. Sencillamente no estaba en mi radar. Como era la más joven de la familia, nunca tuve el control del equipo de música. Y no tenía dinero, así que no salía a comprar discos. Escuchaba la radio todo el tiempo. Escuchaba la cuenta atrás de los 40 Principales de Casey Kasem, y solía grabarla, de hecho, en un pequeño magnetófono.
Pero crecí enfrente de una biblioteca pública, y era el único sitio al que mi madre me dejaba ir sola. Me encantaban los libros, pero poder hacer algo sola cuando eres niña, vas a aprovechar esa oportunidad. Era mi segundo hogar, y leía todo lo que podía. Me encantaba especialmente la poesía. Gente como Nikki Giovanni y Gwendolyn Brooks y Rudyard Kipling. Sacaba antologías y tenía un pequeño cuaderno, y si había algo que realmente me gustaba o me inspiraba, escribía en él una parte del poema. Creo que cité a Nikki Giovanni para el anuario de mi instituto. Mi otra cita es un poco embarazosa: el padre Guido Sarducci, porque me encantaba Saturday Night Live y pensaba que era un personaje increíble. [Risas]
Pensando en la composición de este álbum, el lenguaje es muy sencillo y directo. Parte del poder de "Fast Car" es que cualquiera puede entender esa letra. Habla de algo universal.
Alguien me preguntaba hace poco: ¿cómo sabes cuándo una canción está acabada? Hay una respuesta diferente para cada canción. Con una canción como "Fast Car", es narrativa. Es una historia. Y así, una vez que respondes a las preguntas sobre de quién trata, qué están haciendo o adónde van, y si estás satisfecho con esas respuestas, entonces has llegado al final. Y como es una canción, también piensas en la estructura de la canción. Aunque gran parte de la estructura de mis canciones es muy poco ortodoxa, y creo que eso es otra cosa que indica que no escuchaba a muchos compositores para perfeccionar mi arte. Hay algunas prácticas estándar que simplemente he ignorado. Cuando tocas sola, puedes hacer lo que quieras. En parte, eso moldeó la forma en que me desarrollé.
En última instancia, una canción tiene que tener sentido. Eso, para mí, es una prueba. Y ciertamente he escrito canciones que no lo tienen. [Risas] Creo que la mayoría no las he sacado al mundo, pero, ya sabes. Suele ocurrir. Pero siempre he tenido un oyente, del mismo modo que algunos escritores tienen un lector, y mi hermana ha sido esa persona para mí desde el principio. Creo que tiene un sentido innato de lo que es musical, y siempre me dijo la verdad.
¿Cómo fue, después de tantos años sin salir de gira, volver al escenario de los Grammy con Luke Combs, y que tu actuación fuera recibida tan calurosamente?
En una palabra, fue genial. Fue increíble. Fue un momento muy emotivo por muchas razones. Luke es una persona encantadora. Antes de decidirnos a hacerlo, tuvimos una buena charla, y los dos estábamos de acuerdo en cómo lo enfocaríamos. Ahí era donde tenía que empezar todo.
No recuerdo la última vez que hice una gira. Y cuando no sales de gira, tampoco tienes equipo. Pero lo asombroso fue que todas las personas a las que llamé para que me ayudaran con esto, aparecieron.
La verdad es que estaba llorando cuando entré en la sala de ensayos. Porque Denny Fongheiser, quien tocó la batería en el disco, Larry Klein, quien tocó el bajo, y David Kershenbaum, nos habíamos reunido todos. Los he visto a todos a lo largo de los años en distintos momentos, pero creo que era la primera vez que estábamos todos juntos en la misma sala. También tocó Joe Gore, que ha estado en mi banda de gira, y Larry Campbell, que tocaba el violín.
¿Fue idea tuya volver a reunir a la banda original?
Sí. Y a mi equipo. He tenido algunos compañeros con los que he trabajado a lo largo de los años, para el sonido y las luces, y todos llegaron. Así que, emocionalmente, fue algo realmente especial.
Con ese álbum, la forma en que David organizó todo fue muy íntima. Como yo era solista y nunca había tocado con un grupo, le preocupaba que no pudiera llevar el compás. Lo cual es totalmente comprensible. También comprendió que gran parte de la dirección y de los arreglos de las canciones se insinuaban en las partes que yo tocaba. No se puede rasguear una guitarra en cada compás, a todo ritmo, en cada canción. Tienes que encontrar la forma de crear dinámica y movimiento, y hacer algo que encaje con la guitarra y la voz.
Mi ritmo no fue tan malo. Pero aun así, se mueve en el disco. No hay tanto movimiento como para que te distraiga y digas: "Dios mío, esto se puso rápido o lento de una forma realmente incómoda". Pero no había metrónomo, la mayoría de los discos de hoy en día se hacen así.
Así que toda esa gente acudió a los Grammy, y estoy muy agradecida por ello. Hice todo lo que pude para prepararme para la actuación.
¿Eras consciente de la reacción del público?
Sí, la sentí. La mayoría de las veces, cuando estoy tocando, quieres participar, pero al mismo tiempo no demasiado como para distraerte y no centrarte en lo que estás haciendo. Pero lo percibí. Creo que una parte de ello, también, es que, ¡fue divertido! Lo loco de este tipo de acontecimientos es que, planeas y planeas y planeas --costó mucho organizarlo todo-- y luego se acaba en un instante. Inmediatamente después, no sabes qué has hecho. Pero yo sabía que lo habíamos conseguido.
¿Qué has sentido al escuchar la versión de Luke y que "Fast Car" se considere una canción country? ¿Es algo con lo que habías soñado alguna vez?
No, nunca soñé con que "Fast Car" se convirtiera en una canción country, pero, diré esto, y también se lo dije a Luke, para mí es un momento en el que se cierra un círculo. Porque empecé a tocar la guitarra cuando era muy joven, y creo que la razón por la que quise tocar la guitarra fue porque vi Hee Haw. A mi madre le encantaba, y a mí me encantaban las guitarras, el sonido, el aspecto.
Así que nunca me he considerado una música country, pero sin duda por eso me atraía querer una guitarra. Mi madre me había comprado un ukelele cuando era más joven, y tenía el clarinete, y tocaba un poco el órgano, pero la guitarra fue lo que elegí para mí.
Pero creo que lo que hace esta conexión es que "Fast Car" es una canción que cuenta una historia, y esa es la base de mucha música country. Personalmente, nunca le presto demasiada atención a los géneros. No me parece relevante ni tan interesante. Es una agradable sorpresa que la canción haya encontrado este nuevo hogar. No habría predicho que iría por ahí, pero la canción se ha versionado bastante, y hay versiones de dance de ella. Yo tampoco lo habría imaginado.
En ese primer álbum hay una verdadera conciencia de clase, algo que no siempre se oye mucho en la música popular estadounidense.
Hay una parte de mí que está en todo lo que escribo. A veces, como en "Across the Lines", es autobiográfico, pero la mayoría de las veces no lo es. Soy una observadora. Cuando era niña, solía contar estas historias en la mesa. Hay algo en mí a lo que le gusta contar historias, y quizá hasta cierto punto, aunque lo negaría, a lo que también le interesa entretener a la gente. [Risas]
Crecí en una familia de clase trabajadora y era muy consciente de los problemas con los que se encontró mi madre mientras nos criaba a mi hermana y a mí. Había otras personas en mi familia que trabajaban en empleos manuales cuando la economía industrial empezaba a fracasar y a desvanecerse. De niña, creo que no tenía ni idea de la política que eso conllevaba, pero por ósmosis captas el estrés o las preocupaciones que tienen los adultos que te rodean.
Por eso mi yo de 16 años escribió "Talkin' Bout a Revolution", porque ese era el mundo que yo conocía. Que la gente trabajadora estaba luchando. Entonces no tenía conciencia de clase. Esta era la gente que me importaba, ¿no? Así que intento comprenderlos, e intento pintar un cuadro en estas canciones sobre cómo es la vida. Y creo que, en parte, no veía muchas cosas a mi alrededor que reflejaran eso. Aunque creo que hay canciones en la tradición del R&B que tratan temas sociales y de clase: Stevie Wonder, sin duda ha escrito canciones sobre eso, o Curtis Mayfield.
Reeditar este álbum en este momento sigue siendo muy relevante, lo que a veces resulta deprimente. Pero también habla del poder de las canciones.
Hace poco le decía a alguien, que expresó algo parecido, que hay una parte de mí que desearía que ciertas canciones del disco no fueran relevantes en este momento. Mi expectativa era que no estaríamos aquí. Realmente creía que íbamos a estar en un lugar mejor, con más justicia y más equidad y menos violencia.
Pero creo que, entre la joven de 16 años que escribió "Talkin' Bout a Revolution" y la de 61 que está sentada aquí contigo ahora, mis valores son los mismos. Sigo teniendo las mismas preocupaciones. Sigo queriendo los mismos cambios que entonces. Pero sin duda tengo una perspectiva diferente. Habiendo crecido en la década de 1970 y habiéndome beneficiado del movimiento por los derechos civiles, en un momento en que las cosas empezaban a mejorar, creo que mi expectativa era que seguiríamos construyendo sobre esa base.
Hace poco vi un documental sobre [la activista por los derechos civiles] Fannie Lou Hamer, que es de Misisipi. Mis abuelos son de Misisipi, y creo que no me había dado cuenta de que en la década de 1960 la gente negra de Misisipi aún no tenían derecho al voto. Mis abuelos abandonaron el Sur en la Gran Migración y se trasladaron a Cleveland. Creo que cambió el curso de sus vidas, pero en última instancia también cambió el curso de la mía.
Lo que saco de ello es que, ahora que soy mayor, es necesario que haya una práctica constante. Una vigilancia constante. No puedes esperar que las cosas se mantengan.
¿Ha alimentado eso lo que estás escribiendo últimamente?
No escribo canciones así, pero sí escribo. Sigo escribiendo canciones con historias. Sé que se me ha etiquetado como cantante protesta, y no es una etiqueta que yo acepte. No me enfada, pero no representa del todo lo que hago ni cómo pienso de mí misma. He tenido la suerte de poder ganarme la vida dedicándome a una tarea creativa y dejando que mi mente vaya donde quiera y cree personajes como los de "Fast Car". Porque espero que todo el mundo sepa que no soy yo. [Risas] Yo no estaba, a los 24 años, casada y con un par de hijos; no es que eso tenga nada de malo, pero esta es una obra de ficción en ese sentido. Sin embargo, sentía que quería estar en un lugar donde tuviera una conexión y un sentido de pertenencia, y eso es lo que hay en la canción que soy yo, al 100 por ciento.
¿Escuchas música nueva? ¿Hay algún artista que aprecies ahora mismo?
Sigo escuchando música. Ya no escucho tanta como antes, y puede que ahora me ponga anticuada, o que alguien me llame ludita, pero no escucho música en streaming. Solo compro música en formato físico. Los artistas cobran cuando compras un CD o el vinilo. Eso es importante para mí. Hasta cierto punto, eso limita lo que escucho, porque es un compromiso físico salir al mundo y encontrar cosas, pero sigo saliendo.
No sé si tengo que destacar a alguien en particular. Los últimos Grammy me parecieron impresionantes, todas las mujeres jóvenes en toda su variedad, haciendo sus cosas.
¿Como Chappell Roan?
Sí, y Charli XCX. No es música que yo haría, pero aprecio que estemos en este momento en el que hay un camino para artistas así, e incluso pueden tener éxito.
Lindsay Zoladz es crítica de música pop para The Times y escribe el boletín musical The Amplifier, solo para suscriptores. Más de Lindsay Zoladz
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