
Myanmar Earthquake (March 28, 2025)EarthquakesDeaths (Fatalities)War and Armed ConflictsDefense and Military ForcesMin Aung HlaingMandalay (Myanmar)MyanmarHumanitarian Aid
El número oficial de víctimas mortales del terremoto que sacudió el centro de Birmania superó las 1600 personas, dijeron el sábado los líderes militares del país, mientras los desesperados trabajadores de rescate se apresuraban para encontrar sobrevivientes y empezaban a enfrentarse a un desastre monumental en una nación ya asolada por la guerra civil.
El potente terremoto se produjo el viernes cerca de Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, y los trabajadores voluntarios de emergencias buscaron sobrevivientes entre las ruinas de apartamentos, monasterios y mezquitas. Pasando por encima de tendidos eléctricos derribados y carreteras abolladas, los equipos se afanaban mientras las represivas autoridades militares mantenían un ojo vigilante.
"Hay al menos cien personas atrapadas dentro todavía", dijo Thaw Zin, una persona voluntaria que estaba sentada frente a una vivienda destruida. "Hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos".
Se espera que el número de muertos aumente considerablemente, aunque la junta militar de Birmania, que derrocó a un gobierno electo en 2021, ha intentado restringir la información que sale del país. Los modelos preliminares del Servicio Geológico de Estados Unidos sugieren que el número de muertos podría superar los 10.000.
El terremoto ha suscitado dudas sobre si los gobernantes militares de Birmania podrán mantenerse en el poder, pues ya han perdido terreno frente a los rebeldes en medio de una sangrienta guerra civil que ha dejado a casi 20 millones de los aproximadamente 54 millones de habitantes del país sin alimentos ni refugio suficientes incluso antes del sismo, según funcionarios de la ONU.
Incluso después de que sucediera la catástrofe, aviones militares de Birmania lanzaron bombas el viernes por la noche sobre una aldea controlada por los rebeldes, Naung Lin, en el norte del estado de Shan. "No puedo creer que atacaran por aire al mismo tiempo que el terremoto", dijo Lway Yal Oo, residente de Naung Lin.
El Gobierno de Unidad Nacional, el gobierno en la sombra, dijo el sábado que aplicaría a partir del domingo una pausa de dos semanas en las operaciones militares ofensivas de los grupos armados sobre los que tiene el control en las zonas afectadas por el terremoto. Pero la autoridad en la sombra, formada por políticos de la oposición y otros comprometidos con un gobierno democrático, se reservó el derecho a actuar en defensa.
Algunas partes de Birmania, controladas por los rebeldes, se encontraban entre las afectadas, y las fuerzas antimilitares de la región de Sagaing estaban utilizando elefantes para ayudar a despejar las carreteras destruidas, dijo el gobierno en la sombra.
La ira contra los militares aumentaba tras el desastre del sábado. Thaw Zin, voluntario en Mandalay, dijo que soldados y policías se habían presentado en los lugares de la catástrofe sin hacer nada por ayudar. "Están aquí dando vueltas con sus armas", dijo. "No necesitamos armas, necesitamos manos que ayuden y corazones bondadosos".
Pero la junta militar también ha reconocido la enorme magnitud de la catástrofe, que provocó el derrumbe de un edificio a 965 kilómetros de distancia, en Bangkok, y envió ondas de choque por todo el Sudeste Asiático. El gobierno militar declaró el estado de emergencia en seis regiones de Birmania, incluidas las zonas controladas por los rebeldes, donde viven millones de personas desplazadas con escasez de internet.
El líder del ejército, el general Min Aung Hlaing, inspeccionó el viernes lugares impactados por el desastre y visitó un hospital improvisado en Naypyitaw, a unos 273 kilómetros al sur de Mandalay, según mostraron los medios de comunicación estatales.
La junta militar, aunque aislada y sometida a sanciones por gran parte del mundo, también hizo un extraordinario llamamiento de ayuda, que algunos empezaron a responder a pesar de los confusos obstáculos logísticos para hacer llegar esa ayuda a los supervivientes.
Los trabajadores humanitarios tendrán que atravesar carreteras colapsadas y regiones devastadas, en un país dividido por una guerra civil a gran escala y por señores de la guerra, traficantes de armas, traficantes de personas y sindicatos de la droga que compiten entre sí. Los expertos dijeron que existe el riesgo de que los militares interfieran en la entrega de la ayuda, e incluso la transferencia de fondos a Birmania es complicada debido a las normas sobre sanciones y movimiento de dinero.
India, que comparte una larga frontera con Birmania, envió 15 toneladas de ayuda y a más de 100 especialistas médicos, dijo su ministro de Asuntos Exteriores, y el primer ministro Narendra Modi dijo que había hablado con el jefe de la junta militar, ofreciendo ayuda a "un vecino y amigo cercano".
China, que también tiene frontera con Birmania y que ha suministrado armas a la junta militar incluso cuando aumentaban las pruebas de sus atrocidades, envió el sábado por vía aérea al país a decenas de trabajadores de búsqueda y rescate. Pekín también tenía previsto enviar casi 14 millones de dólares en ayuda, incluidas tiendas de campaña, botiquines de primeros auxilios y agua potable, según los medios de comunicación estatales chinos.
Corea del Sur prometió 2 millones de dólares en ayuda, enviados a través de agencias humanitarias internacionales, y el gobierno de Malasia dijo que enviaría dos equipos de 50 personas para apoyar las labores humanitarias.
Pero no estaba nada claro qué tipo de respuesta proporcionarían algunas de las naciones más ricas del mundo, ni cómo lo harían. Aunque el presidente Donald Trump dijo que Estados Unidos "ayudaría", su gobierno ha tomado medidas para eliminar prácticamente la principal agencia estadounidense de distribución de ayuda, y Estados Unidos, Reino Unido y otros países han impuesto fuertes sanciones a la junta militar.
Incluso para los países más amistosos con los gobernantes militares de Birmania existen grandes obstáculos. Las primeras entregas de ayuda enviadas por India y China se dirigieron a la ciudad más grande de Birmania, Yangón. Tendrían que conducir cientos de kilómetros hacia el norte para llegar a Mandalay y otras áreas más afectadas por el terremoto.
En la zona de la catástrofe, donde las carreteras están dañadas o destruidas y casi no hay electricidad, la gente intentaba abastecerse de combustible y alimentos. Decenas de personas de otras ciudades de Birmania también llenaron sus coches y furgonetas de suministros y se dirigieron a Mandalay, con la esperanza de echar una mano.
Las ambulancias atestaron las calles de Mandalay el sábado, dirigiéndose a un hospital situado a dos horas de distancia que tenía más espacio. Entre los montones de ladrillo, cemento y metal donde dos días antes habían estado edificios, algunas personas empezaron a perder la esperanza.
"Ayer encontramos algunos sobrevivientes, pero hoy las probabilidades son mucho menores", dijo Ko Thien Win, quien había acudido al lugar donde se encontraba un edificio de departamentos destruido en Mandalay.
En los hospitales, muchos otros quedaron en una especie de purgatorio, lidiando con sus propias heridas y temiendo por la suerte de sus seres queridos. Tay Zar Lin estaba recogiendo mangos cuando el suelo empezó a temblar el viernes y al caer se rompió una pierna. Llegó a un hospital, donde no pudo ver a un médico hasta el sábado por la mañana.
Entonces descubrió que su mujer seguía atrapada en la sastrería donde trabajaba, dijo. "Rezo para que ayer por la mañana no fuera la última vez que la vi", dijo.
La incertidumbre se extendió mucho más allá de Birmania, a la diáspora de personas que han emigrado fuera del país en las últimas décadas. Richard Nee, una de las decenas de miles de personas que viven ahora en Taiwán, dijo que él y otros antiguos residentes de Mandalay esperaban noticias de amigos y familiares. Sabía que la esposa de un amigo había muerto, al parecer en el derrumbe de un edificio, pero que la comunicación esporádica había dificultado saber más.
Como ingeniero, dijo que muchos edificios de Birmania, situada en una de las zonas sísmicas más activas del mundo, se habían construido para resistir terremotos. "Muchos edificios eran lo suficientemente resistentes como para soportar un terremoto de magnitud 6", dijo. "Pero cualquier cosa por encima de la magnitud 6, como esta vez, era demasiado".
Y muchos sobrevivientes del terremoto ya conocen el destino de sus seres queridos.
Cuando se produjo el sismo y su apartamento en Mandalay empezó a temblar, Su Wai Lin, quien tiene seis meses de embarazo, consiguió escapar del edificio con su marido y su suegra. Pero dijo que su marido volvió a entrar para salvar a su vecino de 90 años. Entonces el edificio se derrumbó, matándolos.
"No puedo expresar con palabras el dolor que siento", dijo llorando en un hospital. "Mi hijo nacerá sin padre".
David Pierson colaboró con reportería desde Hong Kong, Mujib Mashal desde Nueva Delhi, Choe Sang-Hun y Shawn Paik desde Seúl, Chris Buckley desde Taiwán, Jenny Gross desde Londres y Hannah Beech desde Boston.
Sui-Lee Wee es la jefa del buró del sudeste asiático del Times y supervisa la cobertura de 11 países de la región. Más de Sui-Lee Wee
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