El final discordante de la vida tranquila y artística de Gene Hackman en Santa Fe

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Content Type: Personal ProfileActors and ActressesArakawa, Betsy (1959-2025)Hackman, GeneSanta Fe (NM)O'Keeffe, Georgia, MuseumDeaths (Fatalities)

Tras retirarse de Hollywood, Hackman pasó sus últimas décadas pintando y escribiendo novelas en lo que parecía una vida plena con su esposa Betsy Arakawa.

Años después de que Gene Hackman se retirara de la actuación, cenaba con un amigo en Nuevo México que quería saber cómo los actores eran capaces de llorar a voluntad.

"Bajó la cabeza a la mesa durante unos 30 segundos y levantó la cabeza y le salían lágrimas", recordó el amigo, Doug Lanham. "Me miró y me dijo: '¿Qué te parece?'".

Tras una larga carrera en el cine que le valió dos Oscar y la admiración de generaciones de cinéfilos, Hackman dejó Hollywood para mudarse a Santa Fe, donde pasó sus últimas décadas disfrutando del impresionante paisaje, probando suerte en la pintura y escribiendo novelas mientras vivía lo que parecía una vida tranquila pero plena con su esposa, Betsy Arakawa.

Desempeñó un papel activo en la vida cívica y social de la ciudad durante sus primeros años allí, antes de bajar el ritmo y volverse un poco más retraído a medida que se acercaba a los 80 y luego a los 90 años, dijeron sus amigos. Algunos esperaban que Arakawa les comunicara su muerte uno de estos días.

Por eso les impactó enterarse esta semana de que Hackman, de 95 años, había aparecido muerto en un mud room, una habitación de tránsito, de su casa de Santa Fe y de que Arakawa, de 65, había sido hallada sin vida en un cuarto de baño cerca de un frasco de medicamentos abierto y de pastillas. Uno de los perros de la pareja, un pastor alemán, apareció muerto en un armario cercano.

La oficina del sheriff del condado de Santa Fe, que está investigando tras encontrar los cadáveres el miércoles, dijo que no había indicios de un acto delictivo, pero que aún no podía decir qué había causado sus muertes.

Fue un final perturbador para la vida de Hackman después de Hollywood, una jubilación que se caracterizó por una profunda implicación en la comunidad artística de Santa Fe como pintor y escritor y, más tarde, por una vida más aislada con Arakawa y sus perros en un barrio alejado con vistas a las montañas. La casa de dos plantas de la pareja está rodeada de árboles, lo que le proporciona intimidad frente a las casas cercanas y los sinuosos caminos del vecindario.

En la actualidad, algunos de sus cuadros --entre ellos paisajes y retratos y una escena de vivos colores de mujeres descansando junto a olas azules y verdes-- pueden verse en un restaurante de Santa Fe llamado Jinja, en el que Arakawa y él habían invertido.

Formó parte del consejo directivo del Museo Georgia O'Keeffe, uno de los principales destinos culturales de Santa Fe, durante unos siete años, y calificó a la institución de recordatorio "de la sorprendente belleza de esta tierra y de la forma en que ella la veía" cuando dio un mensaje en la inauguración de 1997.

"En los 10 años que llevo viviendo aquí, me he quedado prendado de la emoción y el espíritu indomable de este lugar", dijo Hackman en el acto, según un relato publicado en el Santa Fe New Mexican.

La vida de Hackman en Santa Fe comenzó a finales de la década de 1980, poco después de que su primer matrimonio acabara en divorcio. Se sintió atraído por la zona tras filmar allí, y acabó por formar parte de los vibrantes círculos artísticos de la ciudad.

"Era una camaradería maravillosa", dijo Susan Contreras, pintora local cuyo marido, Elías Rivera, recibía a artistas, entre ellos Hackman, para sesiones de pintura y dibujo en su estudio.

Tenía opiniones muy claras sobre el aspecto que debían tener las cosas. Un artículo de Architectural Digest de 1990 sobre una propiedad que compró cerca de Santa Fe describía cómo trabajó para demoler la casa existente y encargó a arquitectos que diseñaran una nueva para él y Arakawa. "A veces mezclaba colores de su propia paleta para mostrar a los obreros exactamente lo que él quería", decía el artículo.

La pareja se casó en 1991, el mismo año en que ella se graduó de una maestría en artes liberales en el St. John's College de Nuevo México.

Los lugareños se acostumbraron a ver a Hackman por la ciudad, dijo Lanham, aunque a veces había paparazzi o alguna que otra persona que le seguía por una tienda de comestibles.

Con sus amigos, tendía a ser modesto y abierto a cualquier pregunta sobre su pasado, dijeron. Un viejo amigo, Tom Allin, dijo que Hackman solía contar una anécdota sobre una época previa al estrellato cinematográfico, cuando consiguió un trabajo que implicaba disfrazarse de soldado de juguete en la puerta de la juguetería FAO Schwarz, en Nueva York, por Navidad.

Estaba de pie en la acera disfrazado --con las mejillas pintadas de rojo y todo-- cuando pasó el que había sido su sargento instructor del Cuerpo de Marines. Hackman intentó esquivar al oficial, según cuenta la historia, pero fue reconocido y su antiguo sargento le gritó: "¡Hackman! Sabía que nunca llegarías a nada".

Sin duda llegó a ser alguien. Pero, tras cuatro décadas de carrera, se retiró discretamente de la actuación, diciendo a un entrevistador en 2008 que no quería arriesgarse a "irse en una nota realmente amarga".

A medida que sus años en Hollywood se desvanecían, Hackman enfocó más su energía en la escritura, asociándose con un amigo, Daniel Lenihan, para escribir novelas. Ambos escribieron varios libros juntos, incluida una novela de la Guerra Civil sobre un oficial de la Unión que huye de un campo de prisioneros confederado y una novela de aventuras marítimas del siglo XIX.

"Era muy intenso en todo lo que hacía, y le gustaba hacerlo bien", dijo Lenihan.

La esposa de Lenihan, Barbara Lenihan, montó con Arakawa un negocio de decoración del hogar en Santa Fe, en el que ofrecía ropa de cama de diseño y otros tipos de tejidos.

Sus amigos describieron a Arakawa como la feroz protectora de Hackman, sobre todo conforme este se hacía mayor. En 2012, después de que Hackman fue atropellado por un coche cuando iba en bicicleta, Arakawa se disfrazó de enfermera para entrar y salir de un hospital sin llamar la atención de los fotógrafos, recordó Allin.

Dijo que la pareja tenía una señal de mano que Hackman utilizaba si necesitaba salir de una conversación incómoda con un admirador. Arakawa se empeñaba en que comiera sano, y sus amigos lo recordaban comiendo a escondidas algún panecillo o rol de canela cuando ella no estaba.

"Dijo muchas veces que habría estado muerto sin Betsy", dijo Allin, quien señaló que en los últimos años solía comunicarse con Hackman a través de su mujer porque creía que este no tenía teléfono celular ni dirección de correo electrónico.

Después de que Allin y su esposa se mudaron de Nuevo México, Hackman les regaló un cuadro que hizo de un pino piñonero entre unos arbustos frente a una cordillera de color púrpura pastel. "Tesuque llama", escribió Hackman, refiriéndose a su antiguo barrio al norte de Santa Fe.

Animaba a sus amigos a volver.

Kirsten Noyes colaboró con la investigación.

Julia Jacobs es una reportera de arte y cultura que a menudo cubre temas legales para el Times. Más de Julia Jacobs

Kirsten Noyes colaboró con la investigación.