
El presidente Donald Trump, furioso por los retrasos en la entrega de dos nuevos jets del Air Force One, le otorgó poderes a Elon Musk para que explore opciones drásticas con el fin de obligar a Boeing a actuar con mayor rapidez, que incluyen la relajación de las normas de autorización de seguridad para algunos de los que trabajan en los aviones presidenciales.
Su gobierno incluso ha debatido la posibilidad de adquirir un avión de lujo y reacondicionarlo durante la espera, según cinco personas con conocimiento de las discusiones que hablaron bajo condición de anonimato para describir deliberaciones que se han mantenido confidenciales.
Musk, a quien Trump ha recurrido para que haga recortes drásticos al gobierno federal, ha desempeñado un papel central en las discusiones, como consultor del Ejército, la Casa Blanca y Boeing, dijeron las personas.
Según personas cercanas a Trump, el presidente considera que Boeing es casi una causa perdida. A menudo se lamenta de lo mucho que ha caído la empresa, preguntándose en voz alta qué le pasó al fabricante de aviones y por qué parece incapaz de seguir construyendo artefactos.
Los dos Boeing 747 con grandes modificaciones que actualmente se utilizan de manera indistinta para transportar al presidente tienen más de 30 años y requieren mantenimiento exhaustivo. Trump considera el Air Force One un símbolo de poder y prestigio, y le enfurece que comience su segundo mandato volando en los mismos aviones anticuados que en su día transportaron al presidente George H. W. Bush.
Sus comentarios públicos adquirieron un tono más amenazante en una entrevista emitida el martes por la noche en el programa "Hannity" de Fox News. Sentado junto a Musk, el presidente criticó a la empresa: "En realidad, Boeing está en suspensión de pagos", y añadió, "se han tardado siglos en construir esto. No sé qué está pasando".
Trump, en una mordaz demostración de su voluntad de explorar otras opciones, se tomó tiempo el sábado para darle una patada a los neumáticos de un avión de lujo que se encontraba en el Aeropuerto Internacional de Palm Beach. Los fotógrafos vieron el número de cola del 747-8 último modelo, que revelaba que el avión había sido propiedad, al menos hasta hace poco, de la familia real qatarí, según los datos de matriculación.
No está claro si alguna de estas opciones se concretará. Pero dependiendo de que tan laxos sean con los requisitos de seguridad, el costo de acelerar el calendario de producción de los nuevos aviones podría comprometer la seguridad del presidente, o la seguridad de la nación, si no se gestiona con sumo cuidado. Los ejecutivos de Boeing han argumentado que existe una forma segura de hacerlo, si disminuyen las normas de seguridad para determinadas clases de trabajadores que no tocan los sistemas más sensibles de los aviones.
La Fuerza Aérea de Estados Unidos está obligada conforme al contrato a pagar a Boeing 3500 millones de dólares del total de 4300 millones destinados al proyecto. Pero Boeing lleva al menos tres años de retraso y ya registró 2400 millones de dólares de pérdidas relacionadas con el contrato. Funcionarios de la Fuerza Aérea que ayudaron a dirigir el programa declararon hace poco que las decisiones tomadas durante el primer mandato de Trump son en sí mismas un factor del retraso.
El contrato de Boeing para construir los nuevos aviones se firmó por primera vez en 2018, y en un principio se esperaba que los aviones se entregaran en 2024.
En un comunicado, un vocero de Boeing declinó responder a las preguntas y declaró: "No tenemos nada que compartir".
Los directivos de Boeing han indicado al gobierno que tal vez no puedan entregar los nuevos Air Force One hasta el final del segundo mandato de Trump. Pero Musk, que es conocido por fijar plazos agresivos, en algunos casos inalcanzables, en sus empresas, ha insistido en que al menos uno de los aviones puede entregarse en el plazo de un año.
Los funcionarios implicados en el proyecto ─una complicada proeza de ingeniería que requiere que el avión sea capaz de eludir ciertos ataques con misiles o sobrevivir a la lluvia radiactiva de una explosión nuclear─ consideran que el calendario de Musk no es realista.
El presidente ha dicho a sus colaboradores que si Musk puede pilotar un cohete, tal vez pueda idear un avión.
Pero la participación de Musk en esta empresa se suma al recuento de los muchos conflictos de intereses que tiene ahora con el gobierno federal. Musk tiene más de 2400 millones de dólares en contratos adjudicados en los dos últimos años con la Fuerza Aérea, y su empresa de cohetes SpaceX compite directamente con la división aeroespacial de Boeing.
Steven Cheung, director de comunicaciones de la Casa Blanca, dijo en respuesta a las preguntas de The New York Times: "Es ridículo que la entrega de un nuevo avión Air Force One se haya retrasado tanto tiempo. El presidente Trump está trabajando para encontrar formas de acelerar la entrega de un nuevo avión, necesario desde hace tiempo".
Un Centro de Mando Aerotransportado
Algunas de las alternativas más radicales que los altos funcionarios del gobierno han ofrecido a la opción de simplemente esperar la entrega retrasada de los aviones Boeing, como la adaptación del avión qatarí en el plazo de un año, han sido calificadas de poco prácticas por funcionarios y exfuncionarios del Pentágono. Agregaron que la certificación y acondicionamiento de un avión provisional listo para funcionar como Air Force One podría tardar años.
Aunque técnicamente cualquier avión de la Fuerza Aérea que transporte al presidente recibe la denominación de Air Force One, en el lenguaje común se refiere a los jets diseñados a la medida para transportar al comandante en jefe. El Air Force One no es solo un medio de transporte del presidente y un conocido avatar del liderazgo estadounidense; también es un centro de mando aéreo desde el cual el presidente, en momentos de crisis, puede dirigir la nación a través de guerras o respuestas a ataques, incluso un posible ataque nuclear.
El avión personal de Trump, que fue objeto de una importante actualización tras su primer mandato, está chapado en oro por todas partes, incluidas las hebillas de los cinturones de seguridad. A menudo pregunta a los pasajeros si prefieren su avión, al que llama "Trump Force One", y sus invitados responden invariablemente que sí.
Trump también cree que el exterior blanco y azul de la época de Kennedy debería actualizarse con un diseño más atrevido en rojo, blanco y azul.
Mientras que el expresidente Joe Biden tenía relativamente poco interés en los progresos de Boeing y el proyecto se retrasó durante su gobierno, Boeing tiene que enfrentarse ahora a un presidente impaciente, que raya en lo obsesivo. Durante sus cuatro años fuera del poder, Trump guardó una maqueta del nuevo Air Force One en su despacho de Mar-a-Lago, su finca de Florida.
Trump y Musk han expresado su frustración en una serie de llamadas telefónicas con el director ejecutivo del fabricante de aviones, Kelly Ortberg, que se remontan a noviembre, poco después de la victoria electoral de Trump.
"El presidente quiere el avión antes, y por eso estamos trabajando con Elon y el equipo para ver qué podemos hacer para adelantar el calendario de ese avión", comentó Ortberg en una entrevista en la CNBC a fines de enero.
Autorización de seguridad "Yankee White"
Según personas familiarizadas, Musk ha dicho a Trump que los diseños de los nuevos Air Force One son excesivos, pues incluyen características innecesarias que han ralentizado la producción.
Musk y Boeing han abogado en privado por eliminar los requisitos de autorización de seguridad de alto nivel para al menos algunas de las personas implicadas.
Actualmente, casi todos los que trabajan en el proyecto necesitan una autorización de seguridad de alto nivel denominada "Yankee White", que exige un nivel de investigación igual al que debe someterse el personal militar en caso de interactuar con el presidente o el vicepresidente. Eso incluye a los empleados y contratistas de Boeing, desde los mecánicos a los electricistas, incluso los que no trabajan en sistemas sofisticados.
Disminuir las normas de autorización de seguridad aceleraría el proceso de fabricación y le facilitaría a Boeing la búsqueda de trabajadores. Pero también podría exponer el proyecto a riesgos de seguridad nacional, como el espionaje por parte de espías que se hicieran pasar por empleados. Los funcionarios implicados en las discusiones están contemplando la opción solo para algunos de los empleados que no trabajan en las piezas que requieren mayor seguridad.
Musk también ha cuestionado la cantidad de tiempo necesaria para las pruebas de vuelo de los aviones, según tres personas con conocimiento de sus comentarios privados.
A algunos funcionarios y exfuncionarios del Pentágono les preocupa que la presión de Trump y Musk por la velocidad pueda comprometer los requisitos de seguridad de un activo vital para la seguridad nacional.
"Los requisitos pueden disminuirse y, por ende, asumir más riesgos", dijo en una entrevista Frank Kendall, secretario de la Fuerza Aérea durante la presidencia de Biden, quien acaba de dejar el cargo. "Pero también se puede ir demasiado lejos. Es necesario tener las capacidades básicas de mando y control y de comunicaciones en el avión".
La debacle de Boeing
Trump no es el primer funcionario federal que expresa su frustración por la gestión de Boeing del contrato del Air Force One, ya que ha habido una serie de problemas y retrasos desde que la empresa fue seleccionada por primera vez para el trabajo hace una década. Kendall dijo que estaba tan exasperado con Boeing que se planteó cancelar el contrato.
Cuando se le preguntó si la cancelación era viable desde el punto de vista jurídico, Ann Stefanek, portavoz de la Fuerza Aérea, dijo: "Todo contrato tiene una opción de cancelación".
El año pasado, el Pentágono recurrió a otro contratista, Sierra Nevada Corp., para convertir los aviones 747 en los llamados aviones del Juicio Final, con el fin de permitir al ejército continuar sus operaciones incluso durante una guerra nuclear. El acuerdo de 13.000 millones de dólares significa que ya existe otro contratista alternativo que podría encargarse de la conversión del Air Force One, según declaró un antiguo funcionario del Pentágono implicado en el proyecto. Sierra Nevada tiene vínculos con la empresa de cohetes de Musk, SpaceX, que ha enviado componentes de satélites de Sierra Nevada a órbita.
Andrew Hunter, que acaba de dejar el cargo de subsecretario de Adquisiciones, Tecnología y Logística de la Fuerza Aérea, dijo en una entrevista que a finales del año pasado, antes de que Trump volviera al poder, ordenó a los responsables del programa Air Force One que trabajaran con la Administración Federal de Aviación y la Casa Blanca para buscar formas de acelerar la entrega de los aviones, prevista ahora para 2028 o incluso 2029.
Trump fue quien negoció el contrato original con Boeing, un acuerdo que incluía amplias exigencias de equipos especializados de seguridad y comunicaciones, algunos de los cuales el equipo de Trump habla ahora de reducir.
El contrato a precio fijo de Trump también dio a la Fuerza Aérea menos capacidad para hacer cambios rápidos en el proyecto cuando encontrara problemas.
Boeing está reacondicionando dos aviones que ya había construido para un comprador ruso que quebró, en lugar de construirlos a medida para la Fuerza Aérea de Estados Unidos antes de que la línea de producción del 747 finalizara en 2022. Una construcción a medida podría haber evitado parte del tiempo asociado al recableado y reconfiguración del avión, dijo un ejecutivo implicado en el proyecto.
Trump también se ha ceñido a su esquema de colores rojo, blanco y azul, incluso después de que los ingenieros determinaron que la pintura azul oscuro creaba problemas térmicos y el Pentágono regresó a un esquema de colores más claros.En diciembre, Hunter y Kendall recibieron la notificación de que Musk tenía previsto visitar las instalaciones de Boeing en San Antonio, y participaron en la obtención de una aprobación para realizar esta visita poco ortodoxa, ya que Musk no era en ese momento ni funcionario del gobierno federal ni empleado de Boeing.
"Eso no habría ocurrido en ningún otro proceso de transición", afirmó Hunter.
Durante esta visita, Musk estaba buscando formas de acelerar la producción, según dijo un antiguo funcionario del Pentágono implicado en las deliberaciones.
"La idea era que podíamos eliminar gran parte del material militar y dar al presidente un avión nuevo y atractivo con capacidades comerciales y quizá algunas mejoras militares mínimas", comentó el exfuncionario del Pentágono.
Un impedimento son los requisitos que Trump y la Casa Blanca establecieron para el avión Boeing en 2018, dijo Hunter.
"Si no te gustan los requisitos, cámbialos", dijo en la entrevista con el Times.
Una maqueta del nuevo diseño del Air Force One en Washington, el 20 de junio de 2019. (Erin Schaff/The New York Times).
Un avión de lujo qatarí que recorrió el presidente Donald Trump, en el Aeropuerto Internacional de Palm Beach, en West Palm Beach, Florida, el 15 de febrero de 2025. (Al Drago/The New York Times).
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