¿Cuánto durará la tregua Chino Americana?

Es evidente que si bien existen dos áreas en las cuales se puede llegar a un acuerdo el tema de Taiwán es irresoluble

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Los presidentes de EEUU y
Los presidentes de EEUU y China, Donald Trump y Xi Jinping (AP)

El presidente Trump anuncio a los periodistas que viajaban con él a Asia la concreción de un acuerdo con China y lo explico diciendo “Nosotros queremos hacer un trato y ellos quieren hacer un trato”. Y desde luego en eso no se equivoca. Pero como el diablo se esconde en los detalles hay que diseccionar el contenido de un trato para estados Unidos y para China.

Para Estados Unidos un trato significa restringir la transferencia de tecnología desde su territorio a China de modo de impedir que le lleve una delantera en el área de la inteligencia artificial, tener acceso a los elementos raros de la tierra que sirven para construir semiconductores y microprocesadores y desde luego respetar la independencia de Taiwán. Para China un trato significa la codificación de su status de potencia en Oriente; respetar su derecho a comerciar con quien quiera como y cuando quiera y dejar de azuzar a Taiwán.

Es evidente que si bien existen dos áreas en las cuales se puede llegar a un acuerdo el tema de Taiwán es irresoluble. Porque para Estados Unidos Taiwán es una nación independiente mientras que para China es una provincia suya. Este desencuentro no es nuevo. estuvo siempre en la agenda sino americana. Ya en los tiempos de Kissinger Estados Unidos pretendió colocar el status de nación libre para Taiwán en los acuerdos que iniciaron las relaciones entre ambas naciones. Y ese era al único párrafo de disenso faltando horas para el viaje del presidente Richard Nixon. Una conversación entre Kissinger y Zhou Enlai resolvió el diferendo. China se comprometió a no agredir a Taiwán y permitir que Estados Unidos llevara relaciones diplomáticas con esa nación. El diferendo según Zhou habría que resolverlo en 100 años cuando ya no viviese ninguna persona de China que recordara pasar sus vacaciones de verano en Taiwán.

Si Trump llegara a seguir el camino abierto por Kissinger y Zhou reafirmaría el compromiso de los sesenta y se concentraría en identificar los puntos en que la interdependencia económica sirve para reforzar esta nueva etapa de crecimiento de Estados Unidos. Uno de esos puntos tiene que ver con el costo de la vida en Estados Unidos. La clase media norteamericana y europea se han beneficiado de 25 años de estabilidad de precios gracias a la gran usina china que se dedicó a producir todo lo que necesitamos para vestirnos y aperar nuestros hogares a precios imposibles de replicar en Estados Unidos o Europa. Y esto permitió además que Estados Unidos profundizara su especialización en la economía digital. Ahora china parece haber tomado la delantera en un area que Estados Unidos ha dominado desde la posguerra: la fabricación de automóviles. Igual ocurre con las computadoras. Un acuerdo entre ambas naciones para producir automóviles chino-americanos le daría un auge a la industria tanto en China como en Estados Unidos.

Disparar el conjunto la industria del transporte seria una manera de evitar los problemas políticos que la dimensión económica parece anunciar. Porque en ambas naciones el contrato social se esta deshilachando. En estados Unidos gracias a dos crisis financieras que destruyeron buena parte de los ahorros de la clase media como fue el caso de la explosión en el 2000 de la burbuja de la Internet y la de las hipotecas en el 2008. En China tampoco escampa. La burbuja de los bienes raíces ha destruido el 25% de los ahorros chinos. Y la población había decidido permitir limitaciones a su libertad política mientras hubiese crecimiento y progreso económico. Pero eso no esta ocurriendo. La tasa de crecimiento de china hoy es del 5%. Esta es una tasa raquítica si la comparamos con la prevaleciente hasta antes del COVID 19 que era del 10%,

Pero construir puentes sobre las aguas de la interdependencia demanda tiempo y un cambio en la narrativa entre ambas naciones que ya llevan una década llamándose la una a la otra el “peligro rojo” y el “voraz león”. Pero un cambio de retorica no seria bienvenido por los miembros del movimiento MAGA para quienes las fabricas de ropa y de electrodomésticos y muebles deben regresar a Estados Unidos y China debe ser combatida por representar un peligro rojo.

Por tanto lo que se va a firmar ahora es simplemente una tregua en la que Estados Unidos fija un nivel de aranceles por uno o dos años; China reestablece sus compras agrícolas en el Oeste Medio de Estados Unidos y libera por un periodo corto las exportaciones de elementos raros mientras la Casa Blanca autoriza a Silicón Valley que venda microprocesadores a China tomando en el negocio una posición accionaria para Estados Unidos.

Y la tregua posiblemente se mantenga hasta que venga lo que todos los analistas temen: una corrección en el mercado de capitales. Y por los datos que hemos visto este desenlace parece acercarse. Porque actualmente el 90% del crecimiento de la bolsa y el 40% del PIB de Estados Unidos vienen dados por las empresas que desarrollan la inteligencia artificial. Estas proporciones son insustentables por los niveles de demanda de la AI. De allí que lo que se requiere es un acuerdo que profundice la interdependencia de manera de encender los motores del crecimiento. Porque de allí depende que se renueven los respectivos contratos sociales.