La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se reúne esta semana en Tegucigalpa, Honduras. Tras 14 años de fracasos y mentiras, la organización fundada por Hugo Chávez no tiene una sede, una secretaría ejecutiva, presupuesto y mucho menos un compromiso con la democracia y la libertad.
Los protagonistas de la CELAC incluyen a México, donde se descubrió un campo de extermino del narcoterrorismo; Colombia, cuyo presidente ha confesado ser amigo del Tren de Aragua; Cuba, con 66 años de dictadura; y Honduras, con un narco gobierno familiar.
La CELAC nace en 2011 en un intento desesperado de suplantar a la OEA, creando una organización hemisférica sin Estados Unidos, pero con las puertas abiertas a la dictadura de Cuba.
La CELAC prometió crear una moneda única regional, desplazar al dólar, poner fin a la pobreza, alcanzar la integración energética y generar 100% energías limpias. Todas promesas jamás cumplidas.
La nueva Cumbre CELAC de Tegucigalpa pretende abordar los desafíos de la integración regional, seguridad hemisférica, cambio climático y otros asuntos cosméticos, sin embargo, el plato fuerte de la cita es el impacto de la migración y las deportaciones.
Colombia asumirá la presidencia pro tempore de la CELAC acercándose a China y la Unión Africana. El presidente Gustavo Petro busca nuevamente impulsar una agenda contenciosa, con aspiraciones mesiánicas, distanciándose de Estados Unidos, su principal socio comercial.
La CELAC también intentará promover una candidatura propia para la secretaría general de la ONU. El presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva, de Brasil, quiere aprovechar los 33 votos del bloque para lanzar la candidatura de una mujer latinoamericana para el alto cargo en la ONU.
Esta será una cumbre con grandes ausencias. Solo asistirán 10 de 33 jefes de Estado. Los grandes ausentes incluyen a Javier Milei de Argentina, Nayib Bukele de El Salvador, Gabriel Boric de Chile, Daniel Noboa de Ecuador, Dina Baluarte de Perú y los dictadores de Nicaragua y Venezuela.
Los temas prohibidos por la CELAC
La CELAC borró de su agenda la libertad y la democracia. Quizás por esta razón jamás pedirán la libertad para 2,600 presos políticos en Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia. Nunca habrá un pronunciamiento sobre desapariciones forzadas o crímenes de lesa humanidad.
La CELAC nació con pecado original. Fue creada por un dictador para proteger a otros dictadores. En esta narrativa los autócratas son víctimas y no victimarios, los perseguidores son perseguidos y los presos políticos son considerados golpistas y no ciudadanos que reclaman vivir en libertad.
La CELAC es un evento y no una organización. Jamás logró dar un salto político y organizativo. Al contrario, ha remarcado las diferencias ideológicas de una organización sectaria, precaria y estéril. Que calla y mira hacia el costado ante los presos políticos y los crímenes de lesa humanidad.
Afortunadamente, la CELAC tiene sus días contados. Lejos de convertirse en un foro relevante y robusto, está cada vez más cerca de convertirse en una réplica del Foro de São Paulo o el Grupo de Puebla.
No puede haber integración sin integridad, no puede haber prosperidad y bienestar sin libertad y democracia. Por esta razón la CELAC es y seguirá siendo un club de populistas y dictadores condenados al fracaso y al olvido.
**El autor es periodista exiliado, ex embajador ante la OEA y ex miembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK). Es ex alumno del Seminario de Seguridad y Defensa del National Defense University y el curso de Liderazgo de Harvard
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