
Con la llegada del mes de Ramadán, como musulmán, siento una mezcla de alegría, entusiasmo y nerviosismo. En mi caso personal, como amante del café, el ayuno incluye extrañar enormemente esa infusión a la mañana o durante las reuniones de trabajo. También, como futbolero, omitir el deporte en los primeros días hasta que el cuerpo se haya adaptado al nuevo ritmo. No obstante, mi preocupación mayor es si lograré cumplir con el propósito profundo del ayuno que requerirá muchos sacrificios y un esfuerzo constante.
Ayunar durante el mes de Ramadán, que es el noveno mes del calendario islámico, es uno de los cinco pilares de la religión y es un mandamiento obligatorio para todos los musulmanes, aunque se contemplan algunas excepciones. Por ejemplo, están exentos aquellos que estén enfermos o tengan una salud delicada, las mujeres embarazadas o lactantes, niños y adolescentes que aún no alcanzaron la madurez física, mujeres durante su período menstrual o también aquellos que estén viajando. Dichas personas deben recuperar los días perdidos de ayuno con posterioridad o, como expiación, alimentar a una persona necesitada por la misma cantidad de días perdidos.
Sin embargo, Ramadán es un mes sumamente importante en la vida de cada musulmán porque durante este tiempo uno no solo se abstiene por un mes desde el amanecer hasta el atardecer de la comida, la bebida y las relaciones sexuales, sino que también se centra en el mejoramiento de su estado espiritual y moral. Por ello, dijo el profeta Muhammad (la paz sea con él): “Dios no necesita la renuncia al alimento o bebida de la persona que no renuncia a la práctica de la mentira y a las malas acciones.”
El espíritu del Ramadán, con la realización de oraciones intensas, la recitación frecuente del Sagrado Corán y el esfuerzo vehemente contra el propio ego, proporciona a los creyentes la oportunidad de experimentar un renacimiento espiritual. El ayuno no solo requiere que un musulmán padezca hambre y sed, también requiere que la persona se aleje de todo vicio y maldad. Además, durante este mes se hace también mucho hincapié en actos de caridad y generosidad con el fin de acercarse no solamente al Creador, sino también a su creación, sin distinción de credo, ni de etnia. Por ello, el profeta del islam daba la siguiente recomendación a sus seguidores:“El ayuno es una protección (contra los pecados). Por tanto, cuando uno de vosotros esté ayunando, que no hable de forma inapropiada, ni actúe neciamente. Si alguien disputa con vosotros u os insulta decid: estoy ayunando, ciertamente estoy ayunando.”
En conclusión, el ayuno no es meramente una dieta, sino que es un camino para vivir en paz. Así, transitar el mes de Ramadán significa buscar y encontrar la cima de tu vida moral y espiritual.
*Imam Marwan Gill es teólogo islámico y presidente de la comunidad musulmana Ahmadía en Argentina.
Seguir leyendo:
Últimas Noticias
Alarma por el acercamiento de Colombia al régimen de China
Bogotá puede dar pasos hacia una política exterior más estratégica, pero no parece ser el caso

Costa Rica y el océano: una voz con autoridad en Niza
El presidente Rodrigo Chaves pidió una moratoria a la minería submarina y defendió un enfoque que vincula sostenibilidad, desarrollo y justicia ambiental

El hombre que Putin no pudo matar
El hallazgo, seguimiento y captura de una red de espías búlgaros reveló la sofisticación del aparato ruso, que desplegó agentes para asesinar al periodista Christo Grozev tras sus investigaciones sobre el caso Navalny

El eje de la confrontación global es dictaduras contra democracias
La amenaza de la “tercera guerra mundial” es solo parte de la narrativa terrorista, no es probable

Donald Trump ante su decisión más difícil (si es que ya no fue tomada)
Esta es comprensiblemente una decisión, que va a marcar no solo el resto de la presidencia del republicano sino su lugar en la historia
