
La noticia del fallecimiento de Taylor Hawkins, baterista de la agrupación Foo Fighters en la antesala de su presentación en el festival Estéreo Picnic en Bogotá, Colombia la noche del 25 de marzo, ha supuesto un golpe muy duro para el resto de la banda, sus colegas de oficio y sus seguidores alrededor del mundo, los mensajes en redes sociales lo describen como un tipo generoso, alegre y talentoso.
Desde mediados de los años noventa la banda liderada por Dave Grohl (ex baterista de Nirvana) se transformó en la puerta de bienvenida para muchas personas en el rock y sus derivados, tanto por la potencia escénica como por su calidad sonora plasmada en sus discos de estudio.
El sonido de Foo Fighters tenía en Taylor Hawkins a un baterista que ejecutaba su instrumento con contundencia y precisión conformando una base rítmica que enganchaba y que heredaba lo mejor de la tradición del rock duro anglosajón.
Una de las cuestiones que ahora rodean a Foo Fighters tiene que ver con la viabilidad o no de la banda, aunque es muy prematuro tener certezas sobre lo que va a pasar con Dave Grohl y compañía vale la pena hacer algunas consideraciones.
Las bandas como Foo Fighters funcionan como dos entidades que van de la mano: la agrupación musical y la empresa. La agrupación musical es aquella que vemos de cara al público, la que alberga el encanto de una banda de rock conformada por amigos que sobre el escenario despliegan lo mejor de sí y cuyas canciones conmueven e inspiran a gente de distintas procedencias y orígenes.
Pero por otro lado está la entidad corporativa, la empresa que por sus altos niveles de popularidad y rigiéndose por las normas del mercadeo está atada a contratos, compromisos comerciales y que depende muchas veces de las decisiones de terceros como abogados y contadores. Aunque a muchos nos gusta creer que la última palabra la tiene el propio Dave Grohl y sea cual sea la determinación que se tome se sabrá respetar.
Quizás pueda pasar como con The Rolling Stones, que tras el fallecimiento de su baterista, Charlie Watts tuvo que acudir a los servicios de Steve Jordan, quien era un allegado a la banda británica ya que había participado en los discos en solitario del guitarrista Keith Richards. La vinculación de Jordan se dio para poder cumplir con la gira norteamericana que tenían pactada desde antes de la pandemia. Ahora mismo los Stones se preparan para una gira europea en el verano boreal de este año 2022 y aunque el legado de Charlie Watts es irremplazable no se discute que Jordan cumple con creces sus deberes.
Más allá de cualquier desenlace sobre el futuro de Foo Fighters o sobre lo que decida hacer Dave Grohl queda un legado musical muy amplio en el que se puede atestiguar a una banda con un sonido vital en sus diez discos de estudio, de los cuales Taylor Hawkins estuvo en nueve aportando su talento y su carisma.
Que sirvan además estas líneas para abrazar a los seguidores de Foo Fighters, a quienes sus canciones les acompañan en las horas bajas y sirven para darle forma a la banda sonora de sus vidas. Toda la solidaridad y el aprecio.
*Periodista Musical
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