
Hay un mundo nuevo que traemos en el corazón, aquí no caben sus miserias, con ello nos referimos a los partidos políticos, los sindicatos que lideran hombres, los jefes autoritarios y los abusadores sexuales de niñas y de mujeres, los que explotan nuestras cuerpas en este capitalismo voraz.
Adrianne Rich se refiere al patriarcado como “el reino de los padres” ese que hemos desautorizado y en el que ya no se cree más, la raíz del feminismo es radical, es desmontar las estructuras y cambiarlas por este mundo nuevo de nuestras utopías que se gestan desde hace siglos, desarmar conceptualmente al patriarcado es para recuperar y visibilizar nuestras voces. La autonomía no es una balada más, es el piso político de la libertad, aquí no hay ningún titiritero diciendo qué hacer y cómo hacerlo, somos muchas construyendo autonomía desde la autogestión y la rabia infinita de señalar la opresión por nuestro sexo. La lucha es larga, ante cada coyuntura suponemos que es interminable, pero secuencial, las que estuvieron, las que estamos y las que vendrán. La revolución feminista no es un futuro o un pasado tardío, es ahora, es ya.
Las jacarandas anuncian la revolución apenas se acerca marzo, las banderas moradas se ondean con gran alegría y el viento parece saberlo. No pertenecemos a su patria llena de sangre, y sus guerras buscando el poder a toda costa, nuestra revolución no lleva balas, arrastra palabras y gritos de justicia, nuestra revolución los coloca en el pasaje de la historia más impune y tenebroso en el que sus discursos ya no convencen, ya no engañan. Las mujeres no estamos pidiendo permiso de cómo hacer la revolución, nuestro corazón es el tambor de esta lucha, es por y con las niñas, en por y con nuestras ancestras.
El 24 de abril del 2016 pudimos imaginar una revolución que se acercaba, muchísimas mujeres de todo el país se organizaron ante el llamado de salir a las calles y manifestarnos contra todas las violencias machistas, partimos de sitios en los que muchas ya no estamos, el movimiento nos recibió con amor y la semilla germinó, la protesta se extendió y las multitudinarias marchas del 2020 en sitios antes inimaginables lo constatan, las capitales de Sonora y Querétaro son muestra de ello. El 24 de abril del 2016 nos animó a seguir construyendo en caminos y senderos solo nuestros, sin amos, sin dioses ni partidos.
El pacto patriarcal es lo más parecido a un partido de fútbol masculino, en donde 2 equipos se disputan el triunfo y el árbitro comprado e intervenido falla por uno de los dos, las mujeres se encuentran en las gradas echando porras y celebrando al ganador.
De este lado nosotras, en la resistencia, señalando el juego sucio de los vencedores y también el de los vencidos, porque ninguno contempla un sitio con garantía de participación real de las mujeres, nosotras las rebeldes, las incómodas, las revoltosas, las conservadoras con pañuelo verde, ¡vaya que contradicción! Hemos estado haciendo por años el trabajo del estado, acompañando víctimas, proponiendo iniciativas desde nuestra mirada feminista, iniciativas que ellos mismos se adjudican para hacerse pasar como los buenitos, a ellos les llaman “luchadores sociales” por andar de cargo en cargo, de fuero en fuero, a las que luchan por otras y con otras nos acusan de financiadas y eso es cierto, nos financia el amor y nos sostiene el amor entre mujeres, la lógica patriarcal es muy infame, no permite que se les señale, repudia que se note la contradicción.
El presidente no rompió el pacto, nos rompió la paciencia y este 8 de marzo es violeta y se vive la revolución que no puede ser otra más que la feminista.
*Yolitzin Jaimes es una activista originaria de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Vocera de la colectiva de Conafem, grupo que hizo el llamado a las marchas en contra de la designación de Félix Salgado Macedonio como candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero, con la etiqueta #UnVioladorNoSeráGobernador.
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