La fiscal de París, Laure Beccuau, ha anunciado este miércoles que los dos sospechosos detenidos por el robo de ocho piezas de joyería en el Museo del Louvre han “admitido parcialmente su participación” en el asalto ocurrido hace diez días. A pesar de los avances en la investigación, las joyas —valoradas en 88 millones de euros (102 millones de dólares)— aún no han sido recuperadas.
Beccuau indicó que ha solicitado prisión preventiva para los dos sospechosos, detenidos durante 96 horas, quienes fueron presentados ante el juez de instrucción para la formulación de cargos por robo en banda organizada y asociación delictiva. Los imputados podrían enfrentar hasta 15 años de prisión y fuertes multas por el primer cargo, y diez años adicionales por el segundo.
La fiscal subrayó que, dado que no se ha detenido a todos los implicados, la investigación “se mantiene confidencial con respecto a los que todavía se encuentran prófugos”. Añadió que “no descarta la posibilidad” de que se trate de un grupo de más de cuatro delincuentes, aunque las cámaras de seguridad solo registraron a ese número de personas en las inmediaciones del museo.

El robo se produjo el domingo 19 de octubre, poco después de la apertura del Louvre. Los ladrones forzaron una ventana, cortaron vitrinas con herramientas eléctricas y huyeron con las ocho piezas de las joyas de la corona francesa en menos de ocho minutos. El suceso obligó a desalojar el museo y mantenerlo cerrado hasta el miércoles siguiente.
Uno de los detenidos es un ciudadano argelino de 34 años, residente en Francia desde 2010, arrestado en el aeropuerto Charles de Gaulle cuando intentaba volar a Argelia sin billete de regreso. Vivía en el suburbio norte de París, Aubervilliers, y era conocido por la policía principalmente por infracciones de tráfico, señaló Beccuau.
El otro sospechoso, de 39 años, fue arrestado la noche del sábado en su domicilio en Aubervilliers. “No hay pruebas que sugieran que estuviera a punto de abandonar el país”, señaló Beccuau. El hombre era conocido por la policía por varios robos, y su ADN fue hallado en una de las vitrinas donde se exhibían las joyas y en objetos que los ladrones dejaron atrás, añadió.
Durante la conferencia de prensa, Beccuau confirmó: “Las joyas todavía no están en nuestro poder”. Advirtió además que son “invendibles” y lanzó un mensaje a los implicados: “Cualquiera que las compre será culpable de encubrimiento de bienes robados. Todavía hay tiempo de devolverlas”.
Fallas de seguridad y críticas institucionales
El jefe de la Policía de París, Patrice Faure, reconoció ante el Senado que el robo expuso “importantes deficiencias en los sistemas de seguridad” del Louvre. Explicó que parte del sistema de video aún es analógico y produce imágenes de baja calidad: “No se ha dado el paso tecnológico necesario”, admitió.
El museo espera una renovación completa de su infraestructura de seguridad —un proyecto de 93 millones de dólares que implicará instalar 60 kilómetros de nuevos cables—, aunque no se completará antes de 2029 o 2030.
Faure también reveló que la autorización legal para operar las cámaras de vigilancia había expirado en julio y no fue renovada a tiempo, un “lapsus administrativo” que muchos ven como símbolo de negligencia institucional.
El primer aviso a la policía no provino de las alarmas del museo, sino de un ciclista que vio a los hombres encapuchados y llamó al número de emergencias.

El robo dejó al descubierto otra vulnerabilidad: las joyas no estaban aseguradas. Francia no contrata seguros privados para sus museos nacionales, ya que el Estado asume directamente el riesgo ante el elevado coste de las primas para piezas de valor incalculable. En consecuencia, el Louvre no recibirá compensación económica alguna por la pérdida.
La ministra de Cultura, Rachida Dati, se ha negado a aceptar la dimisión del director del museo y aseguró que “las alarmas funcionaron”, aunque reconoció “lagunas en la seguridad”.
El Louvre ya enfrentaba tensiones internas: en junio, una huelga espontánea de personal —incluyendo agentes de seguridad— denunció multitudes incontrolables y condiciones laborales “insostenibles”, factores que podrían haber contribuido a las brechas de vigilancia.
El robo de las joyas del Louvre ha reavivado el debate en Francia sobre la protección del patrimonio cultural y la modernización de sus museos. Las autoridades investigan si las piezas han sido ya desmanteladas o las gemas recortadas para borrar su procedencia. Mientras tanto, el misterio continúa: las joyas de la corona siguen desaparecidas, y con ellas, parte del brillo simbólico de la historia francesa.
(Con información de EP/AP)
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