En un discurso que generó sorpresa y debate en el pleno de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, hizo una encendida defensa de lo que llamó “el núcleo más sagrado de las sociedades”: la familia.
“La institución de la familia está hoy bajo amenaza como nunca antes. Defender a la familia compuesta por una mujer y un hombre es defender a la humanidad, defender la naturaleza, la vida y el futuro”, afirmó desde el histórico podio de la ONU.
El mandatario turco advirtió que, a su entender, “las crecientes presiones culturales y políticas” ponen en riesgo ese modelo.
“Turquía continuará protegiendo a la familia frente a los ataques cada vez mayores”, insistió, en un mensaje que provocó reacciones encontradas entre las delegaciones, y aseguró que cada nación tiene “derecho a preservar su tejido social de acuerdo con sus creencias y tradiciones”.
En esa misma línea, cuestionó de manera indirecta las políticas de ampliación de derechos a las diversidades sexuales en algunos países, al señalar que “nadie debe imponer a otros su visión sobre género o identidad”. “Respetamos a todas las personas, pero también exigimos respeto para nuestros valores”, remarcó, provocando murmullos en el recinto.
La crisis en Gaza
Con un tono duro y con imágenes de la crisis humanitaria, denunció en su discurso lo que definió como “un genocidio transmitido en vivo” en la Franja de Gaza y llamó a todos los países a reconocer de inmediato al Estado de Palestina.
“Hoy hablo en nombre de mis 86 millones de ciudadanos y también de nuestros hermanos y hermanas palestinos, cuyas voces están siendo silenciadas”, afirmó desde el histórico podio de la sede neoyorquina.
Erdogan comenzó su intervención lamentando la ausencia del presidente palestino Mahmoud Abbas, al tiempo que agradeció a las naciones que ya reconocieron a Palestina e instó a las que aún no lo hicieron a “dar ese paso sin demora”.
“Cada día, cada hora, un niño muere en Gaza. Más de 65.000 civiles han perdido la vida y al menos 20.000 eran menores”, subrayó. Según sus palabras, 428 personas ya fallecieron por hambre, entre ellas 146 niños: “Esto no son cifras: son personas, son inocentes”.
El mandatario describió una catástrofe humanitaria: hospitales bombardeados, médicos asesinados, niños mutilados sin anestesia. “La historia humana no ha visto una masacre semejante en el último siglo”, sentenció. También recordó que 250 periodistas fueron asesinados y que incluso personal de Naciones Unidas ha muerto en el enclave: “Ni siquiera la ONU ha podido proteger a su propio personal en Gaza”.
A lo largo del discurso, Erdogan respaldó de manera explícita al secretario general António Guterres, a quien felicitó por su “coraje” al denunciar la crisis palestina. Pero también apuntó a las potencias occidentales, a las que acusó de mirar hacia otro lado: “Quien guarda silencio es cómplice de esta barbarie”.
Visión en otros conflictos
El líder turco amplió su mirada a otros conflictos regionales, recordando que “no hay ganadores en la guerra ni perdedores en una paz justa”.
Destacó los esfuerzos de su gobierno para mediar en las negociaciones entre Rusia y Ucrania, y celebró los avances en el acercamiento entre Azerbaiyán y Armenia, así como las iniciativas para frenar la violencia en Sudán, Somalia y el Cuerno de África.
Erdogan también insistió en la necesidad de reformar el sistema internacional. Reiteró su lema “El mundo es más grande que cinco”, en alusión a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y reclamó “un orden donde los justos sean poderosos, no donde los poderosos se crean justos”. “No se trata de abandonar el sistema, sino de repararlo y hacerlo funcionar de nuevo”, puntualizó.
El presidente turco abordó además otros temas de la agenda global: pidió resolver por la vía diplomática el programa nuclear de Irán, defendió los derechos de la comunidad turcochipriota en el Mediterráneo oriental, se pronunció contra la islamofobia y advirtió sobre los riesgos de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías, aunque celebró su potencial si se usan “en beneficio de la humanidad”.
Hacia el final, Erdogan reivindicó la política ambiental de Turquía, mencionó el movimiento de “cero residuos” impulsado por su esposa y remarcó que su país es uno de los mayores proveedores de ayuda al desarrollo a nivel mundial. “Un mundo más justo es posible y Turquía continuará luchando por construirlo”, concluyó, antes de despedirse con un deseo: “Que Dios nos ayude y nos guíe a todos”.
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