
La próxima publicación de la biografía de León XIV, titulada León XIV: ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI revela aspectos inéditos de la visión y el carácter del primer pontífice nacido en Estados Unidos y con ciudadanía peruana. En una extensa entrevista concedida a la autora del libro, Elise Ann Allen, para Crux, el papa aborda temas que van desde la sinodalidad y la polarización global hasta su identidad personal y el papel de la Iglesia en la diplomacia internacional.
Durante la conversación, León XIV reflexionó sobre el proceso de sinodalidad impulsado por Francisco, al que definió como “una actitud, una apertura, una disposición a comprender”, según sus declaraciones recogidas por Crux. Para el pontífice, este enfoque implica que “cada miembro de la Iglesia tiene voz y un papel a través de la oración, la reflexión… mediante un proceso”. Considera que esta actitud puede ofrecer enseñanzas valiosas al mundo contemporáneo, especialmente en un contexto marcado por la polarización.
Al analizar el fenómeno de la división social y política, León XIV sostuvo que la sinodalidad representa “una especie de antídoto” frente a los desafíos actuales. Explicó que “si escuchamos el Evangelio, si lo reflexionamos juntos y nos esforzamos por avanzar escuchándonos unos a otros, tratando de descubrir lo que Dios nos dice hoy, hay mucho que ganar”. El papa subrayó la importancia de la experiencia latinoamericana en este proceso, recordando que la sinodalidad comenzó “mucho antes del último sínodo, al menos en América Latina” y que la contribución de la Iglesia latinoamericana ha sido significativa para la Iglesia universal.
En cuanto a su identidad, León XIV reconoció que se siente tanto estadounidense como peruano. “Obviamente soy estadounidense y lo siento profundamente, pero también amo mucho a Perú, a su gente, eso forma parte de quien soy. Pasé la mitad de mi vida ministerial en Perú, así que la perspectiva latinoamericana es muy valiosa para mí”, afirmó al ser consultado por Crux. Destacó que esta doble pertenencia ha influido en su conexión con Francisco y en su comprensión de la visión profética que el papa emérito tenía para la Iglesia.
La entrevista también abordó aspectos personales, como su afición deportiva. Ante la pregunta de a quién apoyaría en un hipotético partido de la Copa del Mundo entre Estados Unidos y Perú, el papa respondió que probablemente alentaría a Perú, “por lazos afectivos”, aunque confesó su simpatía por Italia y recordó su infancia como seguidor de los White Sox, mientras que su madre era fanática de los Cubs. Relató que en su hogar aprendió a mantener una actitud dialogante y amistosa incluso en la rivalidad deportiva, evitando posturas excluyentes.
Sobre su experiencia en los primeros meses del pontificado, León XIV admitió que la dimensión pastoral le resultó familiar, pero que el salto a la condición de líder mundial fue un desafío inédito. “Hay una gran parte en la que he podido entrar sin demasiada dificultad, que es la parte pastoral. Aunque me sorprende la respuesta, lo grande que sigue siendo, el acercamiento a personas de todas las edades… Aprecio a todos, sean quienes sean, y los escucho”, relató a Crux. Sin embargo, reconoció que la exposición pública y las interacciones con jefes de Estado le resultaron completamente nuevas, obligándolo a adaptarse rápidamente a la diplomacia vaticana. “En ese aspecto tuve que lanzarme al fondo de la piscina muy rápido”, confesó.
El papa subrayó que la función más fundamental del sucesor de Pedro es “confirmar a otros en su fe”, una tarea que, según él, solo puede realizarse por la gracia de Dios. “El Espíritu Santo es la única explicación de cómo fui elegido para este ministerio”, afirmó, y expresó su esperanza de poder fortalecer la fe de los demás.
En relación con el papel de la Santa Sede en la búsqueda de la paz, especialmente en el conflicto de Ucrania, León XIV diferenció entre la labor de abogar por la paz y la de actuar como mediador. Consideró que la primera es realista y necesaria, mientras que la segunda resulta menos factible en el contexto actual.
“La Santa Sede, desde que comenzó la guerra, ha hecho grandes esfuerzos por mantener una posición verdaderamente neutral, por difícil que sea”, explicó a Crux. Señaló que, aunque algunas de sus declaraciones han sido interpretadas de distintas maneras, la prioridad es alentar a las partes en conflicto a buscar alternativas a la violencia. “No podemos perder la esperanza nunca. Tengo mucha fe en la naturaleza humana”, subrayó, y añadió que es fundamental seguir promoviendo los valores superiores y animar a las personas a actuar de manera diferente.
Al referirse a la construcción de puentes, León XIV identificó el diálogo como el principal instrumento. Relató que en sus primeros meses como papa ha mantenido encuentros con líderes de organizaciones multinacionales y lamentó que, en la actualidad, las Naciones Unidas hayan perdido parte de su capacidad para abordar cuestiones multilaterales. “Mucha gente dice que hay que hacer diálogos bilaterales para intentar avanzar, porque existen obstáculos en distintos niveles para que lo multilateral progrese”, observó. Insistió en la necesidad de recordar el potencial de la humanidad para superar la violencia y el odio, y advirtió que la polarización solo beneficia a unos pocos mientras la mayoría sufre.
Al profundizar en las causas de la polarización, el papa identificó varios factores, entre ellos la crisis de 2020 y la pandemia, pero también una pérdida de sentido sobre el valor de la vida humana, la familia y la sociedad. Destacó el aumento de la desigualdad económica como un elemento especialmente relevante, señalando que “hace 60 años, los directores ejecutivos ganaban de cuatro a seis veces más que los trabajadores; la última cifra que vi es que ahora ganan 600 veces más”. Mencionó la noticia de que Elon Musk podría convertirse en el primer trillonario del mundo y cuestionó el significado de ese fenómeno. “Si eso es lo único que tiene valor, entonces estamos en serios problemas…”, advirtió.
Finalmente, al explicar el concepto de sinodalidad, León XIV insistió en que no se trata de una amenaza a la autoridad de obispos o sacerdotes, sino de una forma de construir comunidad y buscar la comunión eclesial. “Sinodalidad es una manera de describir cómo podemos unirnos y ser una comunidad, y buscar la comunión como Iglesia, de modo que el enfoque principal no sea la jerarquía institucional, sino el sentido de ‘nosotros juntos’, ‘nuestra Iglesia’”, afirmó. Rechazó la idea de transformar la Iglesia en una democracia, pero defendió la importancia de respetar y comprender la vida eclesial como un proceso colectivo. Recordó que desde el Concilio Vaticano II se han dado pasos significativos en este sentido, aunque reconoció que aún queda mucho por hacer.
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