
Al menos dos miembros de la tripulación resultaron heridos y otros dos permanecen desaparecidos tras un ataque armado perpetrado por milicianos hutíes contra un carguero gestionado por Grecia frente a las costas de Yemen el lunes, según información proporcionada por Reuters. El incidente ocurrió a 50 millas náuticas al suroeste del puerto de Hodeida, constituyendo el segundo ataque contra buques mercantes en el mar Rojo desde noviembre de 2024, señalaron responsables de la Operación Aspides de la Unión Europea (UE).
El carguero Eternity C, con bandera de Liberia y operado por una empresa griega, transportaba una tripulación compuesta por 21 ciudadanos filipinos y un ruso, así como guardias armados a bordo. Según fuentes vinculadas a la gestión del buque y la seguridad marítima, el navío fue alcanzado por drones marinos y granadas propulsadas por cohetes disparados desde lanchas rápidas tripuladas. Como resultado, el puente del barco quedó dañado, las telecomunicaciones se vieron interrumpidas y la tripulación recibió la orden de abandonar el buque, aunque las lanchas salvavidas habían sido destruidas durante el ataque.
El barco, que se encontraba sin carga y sufrió graves daños estructurales, quedó escorado y a la deriva, informaron fuentes de Aspides. En el momento del ataque, ningún buque de guerra de la operación europea se encontraba en las inmediaciones para prestar asistencia inmediata. Por el momento, ningún grupo ha reivindicado oficialmente la autoría del ataque.

Horas antes, los hutíes habían reivindicado el ataque realizado el domingo contra el granelero MV Magic Seas, también de bandera liberiana y gestionado por una empresa griega, frente a la costa suroeste de Yemen. De acuerdo con fuentes marítimas y con la propia declaración del portavoz militar hutí, Yahya Sarea, la acción incluyó el uso de tres drones, cinco misiles —balísticos y de crucero— y dos embarcaciones no tripuladas, además de ocho embarcaciones rápidas tripuladas que dispararon granadas propulsadas por cohetes y misiles.
Tras el ataque, la tripulación de 19 personas abandonó el barco, que comenzaba a hundirse, siendo posteriormente rescatada por otro mercante; todos llegaron sanos y salvos a Yibuti, según informaron las autoridades marítimas británicas Operaciones Marítimas Comerciales (UKMTO).
El portavoz hutí confirmó que el ataque fue una respuesta a las supuestas violaciones de la prohibición de entrar en “los puertos de la Palestina ocupada”, refiriéndose a Israel, y afirmó que las fuerzas hutíes seguirán atacando embarcaciones asociadas con intereses israelíes que naveguen por la región, en tanto continúa la guerra en la Franja de Gaza iniciada el 7 de octubre de 2023. “Las fuerzas hutíes seguirán atacando embarcaciones asociadas con intereses israelíes que naveguen por la región, en tanto continúa la guerra en la Franja de Gaza.”
Desde ese inicio del conflicto en Gaza, los hutíes, respaldados por Irán, han intensificado sus ataques en el mar Rojo contra navíos asociados con Israel y han atacado además objetivos de Estados Unidos y el Reino Unido en represalia por los bombardeos que estos países han realizado en Yemen. La violencia en una de las principales rutas marítimas internacionales preocupa por el impacto en la seguridad de la navegación y el comercio global en la región.
Desde noviembre de 2024, el corredor marítimo del mar Rojo ha sido escenario de un creciente número de ataques dirigidos contra buques mercantes, especialmente aquellos vinculados a empresas de Grecia, Israel y naciones occidentales, según recopilaciones de UKMTO y la Operación Aspides de la Unión Europea. Los rebeldes hutíes han empleado una amplia variedad de tácticas y armamento, incluyendo drones explosivos, misiles balísticos y de crucero, así como embarcaciones no tripuladas y lanchas rápidas tripuladas, lo que ha elevado el riesgo para la navegación y dificultado la protección de los barcos comerciales en la zona. Solo en los primeros meses de 2025, las autoridades europeas y marítimas han contabilizado más de 20 incidentes armados similares, resultando en daños graves o hundimientos de varios buques graneleros y petroleros.

La intensificación de estos ataques ha forzado a numerosas compañías navieras a desviar sus rutas hacia el cabo de Buena Esperanza en el extremo sur de África, añadiendo miles de kilómetros a los trayectos comerciales y encareciendo los costos logísticos. Organismos internacionales estiman que el volumen de tráfico a través del mar Rojo y el canal de Suez ha disminuido en más de un 40% respecto al año anterior. Además, las tripulaciones enfrentan mayores riesgos de seguridad, con registros de heridos, desapariciones y evacuaciones de emergencia en varias ocasiones durante las operaciones de rescate. La situación ha puesto bajo presión a las misiones internacionales desplegadas en la región e incrementado la presencia de buques militares de la UE, Estados Unidos y otras naciones aliadas, como parte de los continuos esfuerzos por proteger uno de los canales marítimos más estratégicos del mundo.
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