La emergencia tras una serie de incendios forestales al sur de Francia ha obligado a suspender todos los vuelos programados en el aeropuerto de Marsella, mantiene en vilo a miles de residentes y viajeros en plena temporada alta de vacaciones escolares.
“Las cosas están lejos de estar bajo control”, reconoció el alcalde de la localidad de Les Pennes-Mirabeau, Michel Amiel, a la agencia AFP.
El martes, las autoridades locales de Marsella anunciaron la suspensión de las operaciones aéreas en el aeropuerto de la ciudad portuaria, el cuarto más importante de Francia después de los de París y Niza. La decisión se tomó tras la rápida propagación de un incendio forestal que se declaró cerca de la ciudad de Les Pennes-Mirabeau, a escasos kilómetros de la urbe mediterránea.
Según informó la prefectura, la pista del aeropuerto fue cerrada alrededor del mediodía, lo que provocó el desvío de diez vuelos hacia otros aeródromos y la cancelación de al menos tres, de acuerdo con un vocero aeroportuario citado por AFP.
La prefectura instó a los habitantes de las zonas afectadas a permanecer en sus casas y evitar la circulación. Además, recomendó a los residentes de la zona norte de Marsella que mantuvieran puertas y ventanas cerradas para impedir la entrada de humo tóxico.

Imágenes de televisión en directo mostraron una columna de humo que teñía el cielo sobre el antiguo puerto de la ciudad con un tono polvoriento, reflejando la magnitud del desastre.
El incendio, que ya ha afectado a 350 hectáreas (865 acres) de terreno, movilizó a 168 bomberos, dos helicópteros y 68 motores, según detallaron las autoridades locales. Los bomberos advirtieron que “las condiciones son desfavorables en el terreno, la velocidad de propagación del fuego es muy rápida”, una situación agravada por las semanas previas de olas de calor y fuertes vientos que han azotado el sur de Francia.
“La velocidad de propagación del fuego, que ya ha recorrido 30 hectáreas, es muy rápida”, indicaron los equipos de emergencia a AFP.
El alcalde de Les Pennes-Mirabeau, Michel Amiel, subrayó la gravedad de la situación al precisar que dos urbanizaciones tuvieron que ser evacuadas y que los bomberos se encontraban protegiendo una residencia de ancianos. “Las cosas están lejos de estar bajo control”, insistió Amiel.
La emergencia en Marsella no es un caso aislado.

A unos 200 kilómetros al oeste, en los alrededores de Narbona, otro incendio devastador ha arrasado más de 2.000 hectáreas de bosque y ha obligado a evacuar a numerosos habitantes ante el avance imparable de las llamas.
Según la prefectura local, más de mil bomberos se encuentran desplegados en la zona para intentar contener el fuego, que se declaró el lunes por la tarde y sigue activo. Cinco de los efectivos resultaron con lesiones leves durante las labores de extinción, según informó AFP.
El departamento de Aude, cuya capital es Narbona, ha registrado tres incendios en una sola semana. El más reciente comenzó por causas aún desconocidas en una propiedad vitícola cerca de una zona montañosa y se propagó con rapidez, impulsado por las condiciones meteorológicas adversas.
Muchas personas quedaron atrapadas temporalmente en la autopista A9, que conecta Francia con España. Algunos pasaron la noche en sus automóviles, mientras que 150 personas fueron alojadas en un recinto ferial de Narbona o en gimnasios de pueblos cercanos, según detalló la prefectura a AFP.
El impacto humano de estos incendios se refleja en testimonios como el de Nathalie Bueno, de 60 años, gerente de una caballeriza con 43 animales, quien relató a AFP: “Lo he perdido todo. Estoy en mi auto con mis seis perros. Tenemos caballos que murieron en el incendio, los vecinos nos ayudaron a salvar unos 30”.

Las autoridades han subrayado que, hasta el momento, no se han reportado víctimas mortales, aunque la magnitud de los daños materiales y el impacto en la vida cotidiana de miles de personas es considerable. La prefectura de Marsella reiteró la importancia de seguir las recomendaciones de seguridad y evitar desplazamientos innecesarios en las zonas afectadas.
Estos incendios se producen pocos días después de una intensa y precoz ola de calor que asfixió a Francia entre el 19 de junio y el 4 de julio, con temperaturas superiores a los 40 ℃ (104 ℉) en algunas regiones. Los científicos advierten que el cambio climático está incrementando la intensidad, duración y frecuencia de los episodios de calor extremo, lo que a su vez favorece la aparición de incendios forestales de gran magnitud.
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