
Cuando a Nombuyiselo Mhlauli le devolvieron el cuerpo de su esposo para su entierro, este presentaba más de 25 puñaladas en el pecho y siete en la espalda, además de un corte en la garganta. Le faltaba la mano derecha.
Sicelo Mhlauli fue uno de los cuatro hombres negros secuestrados, torturados y asesinados hace 40 años este mes por las fuerzas de seguridad de la época del apartheid en Sudáfrica. Nadie ha rendido cuentas por sus muertes.
Pero este mes se abrió una nueva investigación dirigida por un juez sobre los asesinatos de los activistas contra el apartheid que se conocieron como los Cuatro de Cradock, y que se convirtieron en un grito de guerra para aquellos a quienes se les negaba la justicia.
Es parte de un renovado esfuerzo por saber la verdad por parte de los familiares de algunas de las miles de personas asesinadas por la policía y otros durante los años de gobierno de la minoría blanca y de segregación racial forzada.
Mhlauli describió el estado del cuerpo de su marido durante el testimonio que dio al inicio de la investigación en la ciudad de Gqeberha, cerca de donde los Cuatro de Cradock fueron secuestrados en junio de 1985. También testificaron familiares de algunos de los otros tres hombres.
Thumani Calata nunca conoció a su padre, Fort Calata, quien había sido maestro. Nació dos semanas después de los funerales de los Cuatro de Cradock, que congregaron multitudes masivas y galvanizaron la resistencia al apartheid.
“No sé cómo se siente, y nunca sabré cómo se siente, ser abrazada por mi papá”, dijo Thumani Calata, ahora de 39 años, a la investigación mientras lloraba.
Se llevaron a cabo dos investigaciones previas durante el apartheid. Una investigación de dos años, iniciada en 1987, concluyó que los hombres fueron asesinados por desconocidos. Otra, en 1993, afirmó que fueron asesinados por policías anónimos.
Los agentes de policía implicados han muerto desde entonces
Es probable que los familiares de los Cuatro de Cradock nunca vean justicia. Los seis expolicías directamente implicados en los secuestros y asesinatos han fallecido, el último en 2023. Ninguno fue procesado a pesar de que la Comisión de la Verdad y la Reconciliación post-apartheid los identificó y les negó la amnistía a finales de la década de 1990.
Esa comisión, creada por el entonces presidente Nelson Mandela, intentó enfrentar las atrocidades del apartheid en los años posteriores al fin oficial del sistema en 1994. Si bien a algunos asesinos se les concedió amnistía, más de 5.000 solicitudes fueron rechazadas y recomendadas para una investigación criminal.

Casi ninguno llegó a los tribunales.
Oscar van Heerden, analista político de la Universidad de Johannesburgo, dijo que la amarga emoción de los familiares en la investigación de los Cuatro de Cradock mostraba que las heridas no habían sanado.
“Cuando se consideró que no se dijo la verdad y no había pruebas suficientes para justificar el perdón, esos eran casos que debían ser formalmente acusados, procesados y la justicia debería haber prevalecido”, dijo van Heerden. “Nada de eso ocurrió”.
Llevando al gobierno a los tribunales
El fracaso de los gobiernos post-apartheid durante 25 años para investigar los casos está ahora bajo escrutinio. Frustradas, las familias de los Cuatro de Cradock finalmente obligaron a las autoridades a dictaminar el año pasado que se realizaría una nueva investigación sobre los asesinatos.
También se unieron a un grupo de familiares de otras víctimas de la era del apartheid para llevar al gobierno sudafricano a los tribunales este año por la falta de investigación de tantos crímenes.
Como parte del acuerdo en ese caso, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa ordenó una investigación nacional, dirigida por un juez retirado, para determinar por qué los asesinos de la época del apartheid no fueron llevados ante la justicia. La investigación, que aún no se ha abierto, amenaza con exponer nuevos momentos incómodos para Sudáfrica.
Si bien la mayoría de las víctimas de la violencia política durante el apartheid eran negras y otras personas de color, algunas eran blancas, y las familias se han unido trascendiendo las barreras raciales. Un grupo de sobrevivientes y familiares de la masacre del Hotel Highgate de 1993, donde hombres desconocidos abrieron fuego en un bar lleno de clientes blancos, se unió a las familias de los Cuatro Cradock y a otros en la demanda contra el gobierno.
Afirman que las autoridades posteriores al apartheid bloquearon deliberadamente las investigaciones.
Se han reabierto otras investigaciones, incluida la relacionada con la muerte en 1967 de Albert Luthuli, quien presidía el Congreso Nacional Africano, movimiento antiapartheid prohibido, cuando fue atropellado por un tren. La muerte de Luthuli se ha visto con recelo durante más de 50 años.
Última oportunidad para saber la verdad
En la investigación de los Cuatro de Cradock, que se espera se reanude en octubre para más testimonios, Howard Varney, abogado de las familias, dijo que esta es su última oportunidad de saber la verdad.

La nueva investigación ha intentado reconstruir los asesinatos, desde el momento del secuestro de los hombres en un retén policial nocturno hasta el momento en que se encontraron sus cuerpos, quemados y con señales de tortura. Las familias también exigen la declaración de un excomandante militar y de expolicías que pudieran tener conocimiento de los asesinatos.
Lukhanyo Calata, hijo de Fort Calata, dijo que aceptaba que era improbable que alguien fuera procesado por la muerte de su padre y sus amigos Mhlauli, Matthew Goniwe y Sparrow Mkonto. Pero añadió que quiere que los registros oficiales finalmente revelen quién los mató.
“La justicia ahora solo puede llegar con la verdad”, declaró Lukhanyo Calata a The Associated Press. “Puede que no hayan sido procesados, puede que no hayan sido condenados, pero según los registros judiciales, esta es la verdad sobre los asesinatos de los Cuatro de Cradock”.
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