
El próximo jueves, el asteroide 424482 (2008 DG5), con un tamaño comparable al del Golden Gate Bridge de San Francisco o a la Torre Eiffel de París, pasará cerca de la Tierra.
El asteroide 424482 (2008 DG5) mide entre 310 y 690 metros, lo que lo sitúa entre los objetos más grandes de su tipo. A pesar de su magnitud, el asteroide no representa ningún peligro para el planeta, ya que su trayectoria lo llevará a pasar a 3,49 millones de kilómetros de la Tierra, una distancia aproximadamente nueve veces mayor que la que separa a la Luna de nuestro planeta. La Luna se encuentra, en promedio, a 384.400 kilómetros de la Tierra.
Aunque 3,49 millones de kilómetros no parezcan una distancia corta, la NASA clasifica a cualquier objeto que pase a menos de 7,4 millones de kilómetros y que supere los 150 metros (492 pies) como “potencialmente peligroso”, ya que un impacto de estas características podría causar daños regionales significativos. Por este motivo, el asteroide 2008 DG5 figura en la lista de “objetos potencialmente peligrosos” de la agencia espacial estadounidense, aunque en este caso no existe riesgo de colisión.
El asteroide 2008 DG5 pertenece a la familia de los asteroides Apolo, cuyo rasgo distintivo es que su órbita cruza la de la Tierra. Su periodo orbital alrededor del Sol es de 514 días terrestres. La detección de este objeto se realizó en 2008 gracias al Catalina Sky Survey, un proyecto de observación de objetos cercanos a la Tierra ubicado cerca de Tucson, Arizona, y que forma parte del Programa de Observación de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA. La próxima vez que 2008 DG5 se acerque a la Tierra será en 2032.
En cuanto a los posibles efectos de un impacto, aunque 2008 DG5 no representa una amenaza, un asteroide de ese tamaño podría provocar daños catastróficos a nivel regional, incluyendo la generación de ondas de choque y tsunamis. Para ilustrar el potencial destructivo de estos cuerpos, la NASA recordó el “Evento de Tunguska” de 1908, cuando un asteroide de apenas 40 metros explotó a unos 10 kilómetros sobre Siberia, provocando incendios forestales y derribando 80 millones de árboles. En el extremo opuesto, el asteroide Chicxulub, que se estima tenía entre 10 y 15 kilómetros (seis a diez millas) de ancho, está vinculado a la extinción de los dinosaurios.

La vigilancia de estos objetos resulta fundamental para la seguridad planetaria, ya que, aunque la mayoría de los asteroides no representan un peligro inmediato, el monitoreo constante permite anticipar y prevenir posibles riesgos futuros. La clasificación de “potencialmente peligroso” no implica una amenaza inminente, sino que responde a criterios de tamaño y proximidad en la órbita, lo que justifica la atención que reciben estos cuerpos celestes por parte de la comunidad científica internacional.
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