Un informe de la ONU advirtió que Rusia aumentó el uso de armas norcoreanas para “aterrorizar” ciudades ucranianas

El comité de monitoreo alerta que Corea del Norte suministró 20.000 contenedores con misiles, artillería y lanzacohetes para apoyar la invasión rusa

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El líder norcoreano Kim Jong
El líder norcoreano Kim Jong Un inspecciona el entrenamiento de campo de las tropas en una importante base de operaciones militares en la región occidental del país. (KCNA vía REUTERS)

Rusia ha incrementado sus ataques con misiles contra infraestructuras civiles críticas en Ucrania utilizando armas suministradas por Corea del Norte, según reveló un informe del Comité de Monitoreo de Sanciones Multilaterales de la ONU. El documento no solo expone la creciente dependencia de Moscú del régimen de Kim Jong-un, sino también la profundidad de una alianza militar que desafía directamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

Desde septiembre de 2023, Corea del Norte habría enviado a Rusia más de 20.000 contenedores de municiones, incluyendo hasta nueve millones de rondas de artillería y lanzacohetes, según el informe, citado por el medio británico The Guardian. Las armas se habrían transferido por mar, aire y ferrocarril. Se documenta el envío de al menos 100 misiles balísticos, sistemas de artillería autopropulsada y lanzacohetes múltiples de largo alcance.

Los investigadores aseguran que estos misiles norcoreanos están siendo utilizados para “destruir infraestructuras civiles y aterrorizar zonas densamente pobladas como Kiev y Zaporizhzhia”. En paralelo, el informe denuncia que Moscú y Pyongyang han participado en “innumerables actividades ilegales” que violan múltiples resoluciones internacionales.

“Al menos en el futuro previsible, Corea del Norte y Rusia tienen la intención de continuar y profundizar su cooperación militar, contraviniendo las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad de la ONU”, advirtió el equipo de monitoreo, compuesto por 11 países —incluidos Estados Unidos, Reino Unido, miembros de la Unión Europea y Japón.

El presidente ruso Vladimir Putin
El presidente ruso Vladimir Putin y el líder norcoreano Kim Jong Un se dan la mano. (Foto: -/Kremlin/dpa)

Esta cooperación quedó formalizada en junio de 2024, cuando Vladimir Putin y Kim Jong-un firmaron un tratado de asociación estratégica integral que compromete a ambos países a asistirse mutuamente en caso de agresión externa, explicó The Guardian.

Según el grupo de monitoreo, Rusia ha suministrado a Corea del Norte tecnología avanzada y asistencia técnica para optimizar sus programas de misiles balísticos y sistemas de guerra electrónica. Esta cooperación ha resultado, según el informe, en mejoras significativas en la precisión y el rendimiento de la guía de misiles norcoreanos.

Uno de los aspectos más alarmantes del documento es la participación directa de personal militar norcoreano en el conflicto. En 2024, unos 11.000 soldados norcoreanos habrían sido desplegados en Ucrania para apoyar al ejército ruso, cifra a la que recientemente se habrían sumado otros 3.000 efectivos. Corea del Sur ha expresado su preocupación ante esta presencia, que proporciona a Pyongyang una oportunidad inusual para adquirir experiencia en combate real.

Tropas norcoreanas equipadas con material
Tropas norcoreanas equipadas con material ruso en preparación para su despliegue en Ucrania

El mes pasado, Kim Jong-un y Vladimir Putin reconocieron públicamente por primera vez que Corea del Norte ha enviado tropas para combatir junto a Rusia en la guerra de Ucrania, calificándolos de “héroes”.

El comité de monitoreo fue creado en 2024, tras el veto de Rusia a la renovación del panel de expertos del Consejo de Seguridad encargado de supervisar las sanciones a Corea del Norte, detalló el medio británico.

La cooperación en armamento avanzado, el intercambio tecnológico y el despliegue de tropas norcoreanas en el terreno evidencian un nivel de coordinación sin precedentes, que amenaza con prolongar y agravar la guerra.

En este contexto, la comunidad internacional enfrenta un desafío urgente para reforzar los mecanismos de control y presión que puedan frenar esta colaboración ilícita y proteger la estabilidad regional y global.