Una hora había pasado desde que la fumata blanca había salido de la chimenea instalada en el tejado de la Capilla Sixtina. Miles de personas esperaban emocionadas en la Plaza de San Pedro. Los medios de comunicación de todo el mundo estaban expectantes. Finalmente, las puertas del balcón de la Logia de las Bendiciones se abrieron: el cardenal estadounidense Robert Prevost cruzó el umbral como el nuevo Papa.
León XIV —nombre que eligió Prevost para su pontificado— se mostró visiblemente conmovido, quizás intentando contener alguna lágrima. Miles de fieles lo aclamaban fervorosamente, mientras una orquesta solemne realzaba la magnificencia del momento.
Minutos después, el nuevo pontífice estadounidense dijo “la paz sea con ustedes” en sus primeras palabras como papa, ofreciendo un mensaje de paz y diálogo “sin miedo”.
Desde la logia de la Basílica de San Pedro, el primer papa estadounidense de la historia recordó que fue un sacerdote agustino, pero que era sobre todo un cristiano y un obispo, “para que todos podamos caminar juntos”.
Habló en italiano y luego cambió al español, recordando sus muchos años como misionero y luego como arzobispo de Chiclayo, Perú.
Fue un discurso escrito, a diferencia de sus predecesores, y en el que también habló en español.
“Queridas hermanas y hermanos. Este es el primer saludo de Cristo resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios. Yo también quisiera que este saludo de paz entrara en vuestros corazones y llegase a sus familias a todas las personas en todas partes a todos los pueblos a toda la tierra, La paz sea con ustedes”, comenzó su discurso.
“Una paz desarmante, humilde y perseverante viene de Dios. Dios que nos ama a todos e incondicionalmente. Aún mantenemos en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, del papa Francisco bendiciendo en Roma. En esa misma bendición Dios nos ama. Dios los ama a todos y el mal no va a prevalecer”, comenzó su discurso en el que se le notaba emocionado.
“Gracias, papa Francisco”, dijo Prevost, quien fue muy cercano al pontífice argentino y que es considerado un reformador y progresista como él.
León XIV pidió entonces “construir puentes con el diálogo con el encuentro, llevándonos a todos a ser un solo pueblo siempre en paz”.
Y a los cardenales, que le eligieron en la cuarta votación, también les instó a: “Caminar junto a ustedes como una Iglesia unida, buscando siempre la paz y la justicia buscando siempre trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo a anunciar el Evangelio, a ser misioneros”.
También pidió ser “una iglesia sinodal, una Iglesia que camina una iglesia que busca siempre la paz. Busca siempre estar cerca, especialmente de los que sufren tanto”.
Y dedicó unas palabras en español en su primera aparición al mundo como pontífice para recordar a su “querida” diócesis de Chiclayo, en Perú.
“Y si me permiten también una palabra, un saludo... a todos aquellos, en modo particular, a mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú”, proclamó el recién elegido pontífice desde el balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano.

Un país, agregó, “donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto tanto para seguir siendo iglesia fiel de Jesucristo”.
El cardenal Robert Prevost, 69 años, un misionero que dedicó su carrera a ministrar en Perú y lidera la poderosa oficina de obispos del Vaticano, fue elegido el primer papa estadounidense en los 2.000 años de historia de la Iglesia Católica.
Apareció en la logia de la Basílica de San Pedro vistiendo la tradicional capa roja del papado, una capa que el papa Francisco había evitado en su elección en 2013.
Prevost había sido un candidato destacado, excepto por su nacionalidad. Durante mucho tiempo hubo un tabú contra un papa de Estados Unidos, dado el poder geopolítico que ya ejerce ese país en la esfera secular. Pero Prevost, originario de Chicago, parecía elegible también porque es ciudadano peruano y vivió durante años en Perú, primero como misionero y luego como arzobispo.
Francisco claramente tenía en mente a Prevost y en muchos sentidos lo veía como su heredero aparente. Lo llevó al Vaticano en 2023 para servir como el poderoso jefe de la oficina que evalúa las nominaciones de obispos de todo el mundo, uno de los trabajos más importantes en la Iglesia Católica. Como resultado, Prevost tenía una prominencia al entrar en el cónclave que pocos otros cardenales tienen.
La multitud en la Plaza de San Pedro estalló en vítores, los sacerdotes hicieron la señal de la cruz y las monjas lloraron mientras la multitud gritaba, “¡Viva il papa!” después de que el humo blanco se elevara en el cielo de la tarde.
(Con información de AFP)
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